En los altares colocados por el régimen sandinista en honor a la patrona de Nicaragua, Inmaculada Concepción de María, «no está Dios ni la Purísima«, manifestó el sacerdote en el exilio Edwing Román, religioso desnacionalizado por la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo.
Así se refirió a los 50 altares de las instituciones de gobierno que la pareja dictatorial ordena instalar cada año en la avenida Bolívar, en Managua, al tiempo que restringe las procesiones católicas y persigue a religiosos.
«Ahí solo está el reflejo de la hipocresía y del cinismo de quienes persiguen a la Iglesia en Nicaragua y mantienen encarcelado a un obispo, monseñor Rolando Álvarez«, añadió el expárroco de la iglesia San Miguel Arcángel, de Masaya, en su cuenta de X.
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Además, indicó que, con 52 sacerdotes desterrados, congregaciones de religiosas y religiosos expulsados y laicos comprometidos con su Iglesia encarcelados, es dudoso que esas imágenes instaladas por la dictadura «estén bendecidas».
Y recordó a los creyentes que los dulces típicos y otros alimentos que se reparten en la tradicional «gorra» o «brindis» de parte del régimen, proceden de la contribución económica de los trabajadores del Estado, lo que calificó de «estafa».
El padre Román invitó a los nicaragüenses a «rezar en sus casas, visitar los templos, cantar con alegría a La Purísima en los altares tradicionales de sus amistades y vecinos».
Murillo «cristiana», pero quiso hacer un congreso de brujos
Algunos usuarios de la red social reaccionaron a las palabras del sacerdote señalando que «esas imágenes están manipuladas por la bruja de la Chayo (Rosario Murillo). En un parque estaba un espejo grande viendo hacia la iglesia».
Pese a los continuos intentos de Murillo por presentar a su régimen como «cristiano«, la vicepresidenta y esposa de Ortega es conocida por su esoterismo y discurso de odio contra religiosos, a quienes les ha llamado asesinos, protegidos de Estados Unidos y sacrílegos, entre otros epítetos.
Y por el contrario ha mostrado su inclinación a la hechicería como en 1990, durante el primer mandato de Ortega, cuando intentó celebrar en Nicaragua el Primer Congreso de Brujos, lo que muchos pobladores calificaron de «cosa de Satanás».
A su vez, el dictador Ortega, quien en 2022 confesó que jamás ha respetado a los obispos, ha acusado a los religiosos de «terroristas y demonios de sotana«.
Según la investigación titulada «Nicaragua: ¿Una Iglesia perseguida?», 2023 ha sido el año «más funesto» contra la Iglesia católica en Nicaragua desde la crisis sociopolítica de 2018.
Desde abril de 2018 hasta agosto de 2023, un total de 151 religiosos católicos fueron víctimas de destierro, exilio, prohibición de entrada y expulsiones.