En Nicaragua no existe una Ley específica para regular el sonido. Solamente hay artículos que están contemplados en algunas ordenanzas donde establecen sanciones para las personas que provoquen contaminación de niveles sonoros nocivos. Por eso, una persona se puede quejar cuando un ruido le afecte.
En varios puntos del país es evidente la contaminación acústica y esta no ha sido regulada por las autoridades competentes. Es una problemática que sufren muchos nicaragüenses que han llegado a quejarse por el desvelo que causan ciertas actividades que no regulan los decibeles de sus parlantes.
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A pesar que existe la Dirección de Gestión Ambiental de la Alcaldía de Managua, que es la comitiva que supuestamente intentan moderar el ruido que impera en varios puntos del país, no ha logrado conseguir el cumplimiento de algunos lugares que mantiene contaminado el ambiente con el sonido.
Un nicaragüense puede alegar bajo el Código Penal de Nicaragua (Ley 641) en el artículo 534 que si una persona hace uso de un altoparlante y cause perturbación, de no acatar los llamados de atención, establece sanciones por parte de las autoridades nicaragüenses.
Sanciones por contaminación sonora
Dicho artículo se dirige a todo tipo de actividades y eventos que provoquen «contaminación por ruido«. Contempla que las personas que utilizando medios sonoros de cualquier naturaleza y en cualquier localidad, «reproduzcan sonidos a mayores decibeles que los establecidos por la autoridad y las recomendaciones dictadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS), que causen daño a la salud o perturben la tranquilidad y descanso diurno o nocturno de los ciudadanos».
De no acatar con las recomendaciones será sancionado con diez a treinta días multa, o trabajo en beneficio de la comunidad de diez a treinta jornadas de dos horas diarias, y además de la suspensión, cancelación o clausura de las actividades que generan el ruido o malestar, según el Código Penal.
Actividades deben contar con autorización
El artículo 534 señala que las actividades como campañas evangelistas masivas realizadas al aire libre como en parques, calles y plazas deben requerir de una autorización municipal o de la policía nicaragüense. «Te dan un límite de hora para que no se queje la gente de los alrededores», dijo un miembro de un templo que gestiona permisos para eventos públicos.
Pero el mismo artículo destaca que se «exceptúan» las actividades de las congregaciones religiosas dentro de sus templos, pero remarca que deben tener establecidos sistemas de protección acústica que impidan la emisión de sonidos o ruidos. Sin embargo, se tiene que contar con la autorización municipal y policial dentro de los horarios permitidos.
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Recomendaciones de la OMS
La OMS recomienda que el nivel más alto permisible de exposición al ruido en el lugar de trabajo sea de 85 decibeles durante un máximo de 8 horas al día.
El decibel es la unidad de medida en una escala logarítmica que sirve para expresar la intensidad de un sonido.
«Muchos clientes de clubes nocturnos, bares y eventos deportivos están con frecuencia expuestos a niveles incluso más altos de ruido, y por lo tanto deberían reducir considerablemente la duración de la exposición. Por ejemplo, la exposición a niveles de ruido de 100 dB, que es lo normal en esos lugares, es segura durante un máximo de 15 minutos», recomienda el organismo internacional que vela por la salud.
La OMS reveló en el año 2019 que, al menos 1100 millones de jóvenes entre 12 y 35 años de edad están en riesgo de padecer pérdida de audición por su exposición al ruido en contextos recreativos.
Pero en Nicaragua no se sabe cuántas personas se han visto perjudicadas y han sufrido pérdida de la audición por la contaminación del ruido.
¿Qué medidas de decibeles son las recomendadas?
El Código Penal de Nicaragua establece que las escalas de intensidad de sonidos se estipulan de la siguiente manera: para dormitorios en las viviendas 30 decibeles. Durante la noche los niveles de sonido exterior no deben exceder de 45 decibeles a un metro de las fachadas de las casas.
«En las escuelas, colegios y centros preescolares el nivel de sonido de fondo no debe ser mayor de 35 decibeles durante las clases», se lee en dicho artículo, y advierten que en los hospitales durante la noche no debe exceder 40 decibeles y en el día el valor guía en interiores es de 30 decibeles.
«En las ceremonias, festivales y eventos recreativos el sonido debe ser por debajo de los 110 decibeles», puntualiza otra parte del artículo.
Afectaciones si no se regula el sonido
Marvin Lazo, quien tiene aproximadamente 18 años de ser técnico en sonido, señala que la audición humana tiene un límite absoluto del rango entre 20 a 20,000 Hertz (Hz). Sin embargo, esto va en dependencia de la edad de una persona, dice.
Pero señala que el oído es más sensible a un rango de frecuencia entre los 1,000 a 5,000 Hz, que es lo que causa una fatiga en el oído porque es sometido a una mayor cantidad de vibraciones por segundos. «El tímpano comienza a vibrar más rápido y provoca el dolor de cabeza y estrés», destaca.
Explica que en estos rangos de frecuencias están encerrados la mayoría de los sonidos que percibe una persona. «Están las voces humanas, el canto de un pájaro y el ladrido de un perro. Como esos son los sonidos que naturalmente en el ambiente encontramos, el oído es más sensible a ese rango de frecuencia», dice.
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Pero manifiesta que cuando un equipo de sonido amplifica esa frecuencia son las más críticas si no se controlan bien. Destaca que una persona que está expuesta por más de dos horas en dos o tres ocasiones de la semana en una iglesia, «esa persona con el tiempo irá perdiendo sensibilidad auditiva«.
«Si vas a un concierto donde el volumen estuvo súper altísimo o las frecuencias están descalibrada, sales de ese lugar con una sensación de sordera: ese es tu oído diciéndote que donde estabas se tuvo que adaptar a la presión sonora», explica Lazo.
Agrega que el cuerpo de una persona tiene un límite de presión sonora, pero «pasando de los 120 decibeles ya hay problemas de salud en el oído». Por lo que recomienda que se puede adaptar el sonido administrando otras reglas como el área del lugar midiéndose por largo y ancho.
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