Daniel Ortega usa el método de los secuestradores para imponer su voluntad en las negociaciones con la Alianza Cívica expresó Braulio Abarca, Coordinador de monitoreo y seguimiento del Colectivo de Derechos Humanos en el exilio Nicaragua Nunca +
Abarca se refiere a la forma en que Ortega ha manejado el tema de los presos políticos, ya que cada vez que se estancan las negociaciones y advierte sanciones internacionales excarcela a un grupo de manifestantes a fin de retomar el control y hacer creer al mundo que tiene buena voluntad.
«El Gobierno de Nicaragua está estableciendo una suerte de intercambio de rehenes (…) actualmente Daniel Ortega está contra las cuerdas, está prácticamente desmoronado, desbaratado y lo único que le queda es negociar, negociar con la vida de cientos de nicaragüenses, cientos de familias que se encuentran actualmente secuestrados», manifestó.
Abarca señala que para Ortega es ventajoso tener cientos de presas y presos políticos, casi 800 según los informes de ese colectivo. «El hecho de tenerlas como ficha de canje simboliza que Ortega no las tiene como sujetos de derecho, sino que para él simbolizan solamente un chance para poder salir con su familia, para conseguir impunidad y seguir ejerciendo una dictadura en Nicaragua».
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Ante el fin de las negociaciones este tres de abril sin resultados en los temas de democracia y derechos humanos y el anuncio de la OEA de una sesión extraordinaria para abordar la crisis que vive el país, Ortega ordenó de manera sorpresiva excarcelar a 5o presos políticos más.
La exguerrillera sandinista Dora María Téllez tiene la misma apreciación sobre la actitud de Ortega «El modelo que ha tenido en Nicaragua en efecto es el de un secuestrador con todo el país, con todos los nicaragüenses, ha tratado de imponer que todos vivamos casa por cárcel, que no podamos salir a manifestarnos libremente, que no podamos tener libertad de expresión y este modelo de actuación lo ha llevado al extremo en el caso de los presos políticos, los cuales utiliza como rehenes, son rehenes que él usa para cambiarlos por lo que le parece importante», manifestó.
Téllez consideró que la sorpresiva excarcelación de los presos hoy fue toda una estrategia de Ortega enmarcada en ese modelo del secuestrador .»Hoy le parecía que tenía que sacar a algunos presos para ablandar un poco las posiciones en el Consejo Permanente de la OEA entonces excarceló a 50, no los liberó, los excarceló, porqué no los quiere liberar porque exactamente los quiere mantener en condición de rehenes (…) estamos frente a un grupo mafioso, corrupto, criminal, que en el caso de los presos políticos actúa como secuestrador para tratar cambiarlos por lo que considere oportuno», apuntó.
Lo mismo ocurrió cuando comenzaron las negociaciones entre Ortega y la Alianza Cívica el 27 de febrero pasado cuando el Gobierno intentaba lavar su imagen ante la comunidad internacional.
Ese mismo día, pocas horas antes del inicio del diálogo, el Gobierno informó que 100 presos políticos fueron excarcelados por voluntad de Ortega.
Según el propio Gobierno, estaban presos «por haber cometido delitos contra la seguridad común y delitos contra la tranquilidad pública».
Los «peces gordos»
Bajo ese modelo del secuestrador, Ortega está dejando a presas y presos políticos que por su influencia mediática o su condición de líderes pueden serle más útiles en el momento en que quiera negociar aspectos clave.
Es el caso de los periodistas Lucía Pineda y Miguel Mora o los líderes estudiantiles Edwin Carcache y Amaya Coppens, así como los líderes campesinos Pedro Mena y Medardo Mairena. Son las fichas de cambio que Ortega se está guardando hasta el final.
Hasta ahora Ortega no ha cumplido con las exigencias concretas que la Alianza Cívica le ha hecho en la mesa de negociación.
A Ortega se le pide que deje entrar nuevamente al país a garantes internacionales como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y a la Organización de Naciones Unidas (ONU).
Con este método, el de secuestrador, ha logrado su cometido. Tanto la Alianza Cívica como la propia Cruz Roja Internacional, encargada de la supervisión del proceso de liberación de presos políticos, se han mostrado condescendientes.
Uno de los pocos compromisos firmados por Ortega en las negociaciones fue precisamente la liberación, sin condiciones, de todos los manifestantes encarcelados en 90 días.
La Alianza aceptó el acuerdo a pesar de que el propio Comité Pro liberación de presos políticos reprochó que 90 días es mucho tiempo.
Fotografía principal: una patrulla de la Dirección General del Sistema Penitenciario Nacional sale de la cárcel Modelo en Tipitapa. Nicaragua Investiga/NI
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