Rosario Murillo, número dos de la dictadura sandinista, llamó este viernes a «amar», aunque ella misma es la principal promotora del discurso de odio oficialista hacia la oposición y la Iglesia católica de Nicaragua.
Murillo, que se niega a liberar a más de 200 presos políticos y está acusada de haber ordenado en el 2018 los brutales ataques a los manifestantes antigubernamentales, de vez en cuando recurre a edulcoradas expresiones tratando de «animar» a la militancia del FSLN y tratar de imponer la idea de que en Nicaragua hay paz, tranquilidad, trabajo, amor y bien.
«Como sabemos, la maldad no lleva ni llega a ninguna parte, y sólo atrasa, y sólo, además, enferma corazones. El odio enferma…! La persona que odia, desgraciadamente, atrae sobre sí miserias, desgracias, enfermedades… enfermedades que paralizan ! Porque el odio es parálisis», dijo Murillo este viernes.
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Sin embargo, en otras ocasiones, cuando se refiere a la oposición, su discurso cambia completamente y lo que profiere son insultos. «Puchitos», «miserias humanas», «chigastes», «peleles», «miserables», son apenas unas cuantas palabras del enorme repertorio de insultos usados por Murillo en sus alocuciones públicas para atacar a quienes piden un cambio democrático en Nicaragua, la libertad de los presos políticos y el restablecimiento de los derechos constitucionales.
Tanto ella como el dictador Daniel Ortega han calificado a los sacerdotes nicaragüenses como «hijos del demonio». El 28 de septiembre del 2022 Ortega dijo que la la Iglesia católica romana es la «dictadura perfecta» y cuestionó la legitimidad de los papas. «¿Desde cuándo están para hablar de democracia? ¿Quién elige a los curas? ¿Quién elige a los obispos? ¿Quién elige al Papa, a los cardenales?», manifestó el líder sandinista en un furibundo discurso.
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