Sentado en un muro, al otro lado de la frontera en Honduras, sin maletas, solo con la ropa que andaba puesta, el sacerdote panameño Donaciano Alarcón Valdés, se puso a llorar minutos después que policías al servicio del régimen sandinista lo expulsaron de Nicaragua el domingo pasado, después de la misa de Jesús de Ramos, pero en ese lugar recibió el consuelo de unas señoras extrañas que se le acercaron, a quienes les contó lo sucedido.
En entrevista a Radio Hogar de Panamá, el religioso, quien es cura párroco de la iglesia María Auxiliadora del municipio de San José de Cusmapa, Madriz, perteneciente a la Diócesis de Estelí en Nicaragua, explicó lo sucedido.
Aseguró que en Nicaragua los religiosos están en una situación “incómoda” porque no se pueden expresar, ni hablar de política, y que él nunca lo ha hecho.
Sacerdote panameño es expulsado de Nicaragua por mencionar a monseñor Álvarez
“Pero si es el tema de la justicia que el Evangelio dice, yo no me reservo, yo hablo. Yo creo que ya había la persecución: ´este padre habla, este padre dice´. Aclaro, yo nunca hice procesión porque están prohibidas, yo era el primero en decirle a la gente que no hiciéramos procesión”, cuenta Alarcón.
Primera advertencia
Asegura que la policía se presentó a la casa cural de la zona unos días antes, para advertirle sobre las prohibiciones y él les dijo que estaba claro de eso. Recuerda que los policías lo seguían en todas las iglesias que presidía las misas, y se apostaban afuera de los templos de la zona.
“El Domingo de Ramos nunca dije nada, ni predico porque el Evangelio es un poco largo, esto te lo digo por la acusación que me hicieron después. Al final de la misa, sí lo que dije fue que me sentía un poco asediado (por la policía), y no dije más nada”, continuó el sacerdote diocesano.
Comentó que después fue abordado por policías quienes le increparon por haber “sublevado al pueblo” y que iba a ser expulsado o caer preso, y lo acusaron de haber dedicado todas las homilías a monseñor Rolando Álvarez, y que había estado organizando viacrucis y procesiones en las comunidades rurales de Estelí. Pero la situación no pasó a más, solo fue advertencia.
Lo montaron en la patrulla directo a la frontera
Relató que después de la misa crismal del domingo, salió en un vehículo junto con otro sacerdote y dos personas más, pero una patrulla policial les salió al paso, le pidieron sus documentos y que se bajara del carro para que se montara en la patrulla y que el otro sacerdote fuera a buscar su pasaporte.
“Me llevaron a la frontera (con Honduras) y me hicieron cruzar y me dijeron: ´usted está fuera del país, y usted no puede regresar más´. Les pregunté por mi pasaporte y me dijeron que me lo andaban trayendo. Luego no hallé qué hacer, y me senté en un muro, lloré, y se me acercaron unas señoras a consolarme, me consiguieron un teléfono y llamé al padre (en Nicaragua), y luego se viralizó todo”, cuenta.
Dijo que estuvo donde una familia en San Marcos de Colón, y que iba con rumbo a San Pedro Sula porque sus superiores le dijeron que se fuera para allá a pasar la Semana Santa en esa ciudad.
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