Terminada la Semana Santa, la segunda al mando de la dictadura en Nicaragua, Rosario Murillo, volvió con su discurso de doble rasero al proclamar la paz y asegurar que su régimen “le sirve a Jesucristo”, sin referirse a la feroz persecución que el régimen ha desatado contra la Iglesia católica nicaragüense.
“Felices Pascuas de Resurrección. Y cuando decimos felices, queremos decir saludables, sanos, alegres, contentos, armoniosos, en familia, disfrutando en familia. Cuando decimos felicidad, decimos paz, decimos patria en paz”, mencionó Murillo.
En un alarde de paz interior, la dictadora recalcó que las familias nicaragüenses pudieron viajar, pasear y tener una Semana Mayor en tranquilidad y paz, pero no mencionó a las personas arrestadas arbitrariamente por la policía y la crisis económica que atraviesa el país, que impidió un pleno disfrute de las vacaciones.
“Paz, paz, paz, como decía nuestro Rubén, como dice, porque para nosotros aquí está Rubén Darío. Compañeros que hemos trabajado con alegría, conscientes del privilegio que nos dan las familias nicaragüenses de servirles, como servimos a Cristo… Cristo que es el rostro del pueblo y el rostro del pueblo es Cristo Jesús. Servirles a las familias nicaragüenses es un honor y es una gloria”, acentuó.
Especialistas consultados este lunes para el reporte “Dictadura Ortega Murillo es una fuerza maligna”, coinciden en que este régimen nicaragüense se ha ensañado con la Iglesia católica al punto de prohibir más de 3 mil procesiones, expulsado y desterrados a sacerdotes, y que la pareja de gobernantes son perseguidores de la fe popular y representa “la figura del anticristo”.
El observatorio Azul y Blanco revela que hubo al menos 71 incidentes relacionados a violaciones a los derechos humanos entre el 1 y 9 de abril.
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