En la arena de la propaganda política, pocas administraciones han llevado la manipulación de datos a extremos tan grotescos como el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo. El más reciente episodio de esta práctica orwelliana se materializó con la publicación de una encuesta que pretende demostrar que el 85.3% de los nicaragüenses aprueban la gestión del autoproclamado «Gobierno de Reconciliación y Unidad Nacional».
El abismo entre la propaganda y la realidad
La cifra de 85.3% de aprobación no solo desafía la lógica política básica, sino que constituye una afrenta directa a la inteligencia de los nicaragüenses y de la comunidad internacional. Para poner en perspectiva esta cifra fantástica, basta recordar que incluso los presidentes más populares en democracias consolidadas raramente superan el 70% de aprobación, y esto solo en circunstancias excepcionales.
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El contraste con la realidad documentada por encuestadoras independientes es devastador. La firma costarricense CID Gallup, con cuatro décadas de experiencia en medición de opinión pública en Nicaragua, ha documentado consistentemente la erosión del apoyo popular al régimen sandinista. Sus datos revelan una Nicaragua profundamente dividida y cada vez más crítica de sus gobernantes.
Los datos que el régimen no quiere que veas
Las encuestas independientes de CID Gallup presentan un panorama radicalmente diferente. En octubre de 2021, la desaprobación a Daniel Ortega alcanzó niveles «vertiginosos» del 69%, con siete de cada diez ciudadanos reprobando su gestión. Para octubre de 2022, apenas el 37% de la ciudadanía aprobaba la gestión gubernamental, mientras que el 63% la desaprobaba.
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Más revelador aún, una encuesta de enero de 2023 mostró que el 62% de los nicaragüenses considera que el país «va por el camino equivocado» bajo la dictadura. Esta tendencia de deterioro en la percepción ciudadana coincide con el recrudecimiento de la represión política y la intensificación del control autoritario.
La metodología de la manipulación
La diferencia no radica únicamente en los números, sino en la metodología y la transparencia. CID Gallup opera con estándares internacionales rigurosos: muestras representativas, márgenes de error claramente especificados (+/- 2.3 puntos con 95% de confianza), y metodología transparente. Sus 100 encuestas realizadas desde 1990 han establecido un historial de credibilidad profesional.
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En contraste, las encuestas promocionadas por el régimen, principalmente a través de la firma M&R Consultores, carecen de la transparencia metodológica básica y presentan resultados que desafían no solo los estándares estadísticos, sino la lógica política elemental. Resulta particularmente sospechoso que una administración que ha cerrado universidades, confiscado medios de comunicación, encarcelado opositores y expulsado del país a críticos, mantenga niveles de aprobación propios de líderes en tiempos de bonanza económica y estabilidad social.
El contexto político que desmiente los números oficiales
Los datos oficiales del régimen chocan violentamente con la realidad observable. Nicaragua experimenta una crisis migratoria sin precedentes, con cientos de miles de ciudadanos huyendo del país. Las universidades han sido cerradas o intervenidas, los medios independientes clausurados, y las organizaciones de la sociedad civil desarticuladas. En este contexto de represión sistemática, pretender niveles de aprobación del 85.3% constituye un ejercicio de realismo mágico político.
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La encuesta de CID Gallup de 2023 documenta que las familias nicaragüenses identifican la crisis económica y política como sus principales problemas. Esto refleja una población consciente de las múltiples dimensiones de la crisis nacional, muy lejos de la imagen de satisfacción ciudadana que pretenden proyectar las encuestas oficialistas.
La función política de los números ficticios
Estas cifras infladas cumplen múltiples funciones en la estrategia de supervivencia del régimen. Internamente, buscan crear una sensación de aislamiento en la oposición y generar la percepción de que la resistencia es inútil. Externamente, pretenden proyectar legitimidad ante gobiernos que mantienen relaciones con Nicaragua y ante organismos internacionales.
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Sin embargo, la credibilidad de estas cifras es nula tanto a nivel nacional como internacional. La comunidad internacional ha documentado extensamente las violaciones a los derechos humanos y la erosión democrática en Nicaragua. Los gobiernos democráticos de la región han implementado sanciones y aislamiento diplomático, reconociendo implícitamente la falta de legitimidad del régimen.
Lecciones para el análisis político
El caso nicaragüense ofrece lecciones importantes sobre el uso de encuestas en contextos autoritarios. Cuando un régimen controla los medios de comunicación, reprime la disidencia y manipula las instituciones, los datos oficiales pierden toda credibilidad. En estos contextos, las encuestas independientes se convierten no solo en herramientas de medición, sino en actos de resistencia democrática.
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