La Iglesia católica es el último bastión crítico a lo que opositores han llamado «autoritarismo y dictadura» de Daniel Ortega.
Con la mayoría de los opositores en la cárcel y otros en el exilio, los sacerdotes nicaragüenses representarían para el presidente Daniel Ortega la última voz crítica que queda en el país y por ello el mandatario sandinista intenta acallarlos a toda costa, según analistas consultados por la Voz de América.
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Este viernes tuvo lugar una de las más recientes acciones contra la Iglesia, luego de que las autoridades nicaragüenses sacaran por la fuerza a monseñor Rolando Álvarez del Palacio Episcopal, en donde se encontraba retenido desde hace dos semanas en la ciudad de Matagalpa, a unos 100 kilómetros al noreste de Managua.
Álvarez es uno de los obispos más críticos a Ortega, y según los opositores, por esta razón, la justicia señalada de estar controlada por el mandatario abrió una supuesta investigación contra el religioso con el fin de que se exilie.
No obstante, el religioso permaneció en el Palacio Episcopal durante más de dos semanas realizando actividades religiosas las cuales según un comunicado policial “eran desestabilizadoras y provocadoras”.
La activista de la opositora Unidad Nacional Azul y Blanco, Ana Quiros, señaló a la VOA este viernes que “Ortega no quiere dejar a nadie que tenga la valentía de levantar su voz y en este periodo, quienes han quedado para levantar la voz, son los sacerdotes, el pueblo católico que no se ha dejado amilanar; que, a pesar de todas las amenazas, ahí ha estado al lado de sus pastores”.
En esa misma línea coincidió la socióloga Zoilamérica Ortega Murillo, hija de la vicepresidenta nicaragüense Rosario Murillo, quien se encuentra exiliada en Costa Rica tras haber denunciado al presidente Ortega por un caso de presunto abuso sexual años atrás.
“El régimen considera a la Iglesia como un enemigo político.. (su detención) es un atropello a los sentimientos cristianos, sin embargo monseñor Rolando Álvarez nos ha dado inspiración al tener hasta en sus últimos momentos palabras de paz”, comentó Murillo al medio digital Nicaragua Actual durante una vigilia convocada por la oposición el viernes en el Parque Central de Costa Rica.
Zoilamérica cree que la detención del religioso busca que Ortega y Murillo tengan el control en todos los aspectos pues los únicos espacios de movilización que han quedado en Nicaragua “son las Iglesias”.
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Actualmente en Nicaragua están prohibidas las protestas desde septiembre de 2018 que la Policía alegó que se debía solicitar permisos para evitar «causar zozobras».
En la vigilia también participó el opositor Julio César Espinoza Rodríguez, un expolicía que desertó de la institución y se exilió en Costa Rica.
“Estamos acá en solidaridad con monseñor Álvarez. Sigo en pie de lucha acá, desde que salí de la Policía Nacional. Sigo alzando la voz por el pueblo de Nicaragua, el cual ha sido masacrado por órdenes de Ortega y de la Policía Nacional”, dijo Espinoza, y recordó que la Policía tiene que ser apolítica, a como lo establece la Constitución.
“Ellos han hecho caso omiso y están defendiendo los intereses de un gobierno y no el interés del pueblo”, expresó.
De igual forma se pronunció el experto político Gabriel Putoy, quien exigió la libertad de los sacerdotes que han sido detenidos en Nicaragua durante los últimos meses.
“Aquí estamos presentes como pueblo de Dios diciéndole a nuestros hermanos católicos que los estamos acompañando en su suplicio y pidiéndole también al papa Francisco que se pronuncie con mayor beligerancia y a la mayor brevedad posible”, subrayó Putoy.
Los sacerdotes son señalados por Ortega de intentar asestarle un golpe de Estado en 2018 por albergar a manifestantes antigobierno que huían de la represión estatal que dejó unos 300 muertos.
Desde entonces el mandatario empezó una feroz persecución contra la Iglesia a la cual ha avasallado recientemente, al expulsar a misioneras religiosas, detener sacerdotes, asediar templos y prohibir procesiones.
El gobierno ha alegado que en Nicaragua se respeta la libertad religiosa y que los hechos que se han dado son resultado de “intentar acabar con la paz”, a como lo manifestó la vicepresidenta Rosario Murillo en su alocución a diario en los medios oficiales.
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