Cuando el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, asuma su puesto en enero próximo, al menos 45,995 nicaragüenses estarán en riesgo de ser deportados inmediatamente si el republicano comienza a cumplir su promesa de expulsar a más de 10 millones de personas sin estatus legal en ese país del norte.
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Estos casi 46 mil nicaragüenses son aquellos que tienen una orden final de deportación; es decir, quienes ya perdieron sus casos ante un juez o tribunal de migración, no apelaron o agotaron todas las vías para ganar un caso en Estados Unidos, según un amplio reporte publicado este domingo por el conservador diario Las Américas, que se edita en Miami, Florida.
El diario cita datos del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (ICE, por sus siglas en inglés), que cuantifica en 1 millón 445 mil 549 las personas que ya tenían una orden final de deportación al 24 de noviembre pasado.
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Los expertos coinciden en que, si Trump quiere cumplir una de sus principales promesas de campaña, que es la deportación masiva de migrantes, el eslabón más débil de la cadena son aquellos que ya tienen una orden final de deportación y que ya no tienen posibilidad de ganar un caso ante un juez. Sin embargo, podrían apelar ante el ICE para que suspenda esas órdenes, alegando razones humanitarias, aunque estas son difíciles de ganar.
“Estos extranjeros están a disposición del Gobierno, que puede proceder a ejecutar las órdenes finales de expulsión en cuanto decidan”, señala el reportaje del diario Las Américas.
Pero todo depende del dictador Ortega
Sin embargo, que esos casi 46,000 nicaragüenses regresen deportados a Nicaragua depende también de la voluntad de la dictadura Ortega-Murillo, que si se niega a recibirlos podría poner en aprietos a la administración Trump. Nicaragua está catalogado por el ICE como un país “poco cooperativo”; es decir, podría negarse a recibir a sus ciudadanos.
“Si el país de origen de un inmigrante se niega a cooperar con Estados Unidos y no acepta el proceso de deportación se complica», dijo una abogada experta en temas migratorios citadas por el diario.
Ortega siempre ha mirado a los migrantes como un negocio. Ha fomentado y forzado la migración de aproximadamente 1 millón de nicaragüenses desde que estalló la crisis en 2018 y está cosechando sus frutos: las remesas en 2024 se espera que rompan un récord y sobrepasen los 5 mil millones de dólares, el 28% del Producto Interno Bruto, más que el café, el oro y la carne, los tres productos de exportación estrellas de la economía del país.
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Pero también es cierto que Ortega podría querer coquetear con Trump, aceptar a todos los deportados y a cambio evitar más sanciones o que el republicano no profundice en otro tipo de presiones al país como la revisión del Cafta.
“La dictadura puede parar el tráfico de migrantes por el aeropuerto de Managua, recibir a todos los deportados y enviar un mensaje a Trump de que quiere colaborar”, opina un ex diplomático nicaragüense.
También existe otro antecedente. Ortega ya accedió a recibir a decenas de nicaragüenses que fueron deportados de Estados Unidos en mera pandemia cuando Trump revivió una polémica ley que facultaba a ICE a deportar de manera express a quienes llegaran a sus fronteras.
Entre esos deportados hubo excarcelados políticos y otros nicaragüenses que eran perseguidos por la dictadura y Ortega los recibió.
Pero habrá que esperarse a enero para ver cuáles será la estrategia de Trump.