Saqueos, destrucción, incendios, amenazas de muerte, agresiones físicas a sacerdotes y exilio a otros, son algunas de las prácticas de las que ha sido víctima la Iglesia Católica en Nicaragua desde que estalló el conflicto social en abril del 2018.
De acuerdo al “Informe Internacional de Libertad Religiosa”, publicado por Estados Unidos el Estado de Nicaragua no permite la libertad de culto en el país.
El Cardenal Leopoldo Brenes ha asegurado que el papel de la iglesia ha sido estar “al lado de las víctimas”.
Algunos templos católicos funcionaron como refugios para manifestantes opositores, y las campanas de algunas iglesias eran sonadas en señal de alerta cada vez que una ciudad era atacada, sobre todo en los departamentos y pueblos pequeños como Jinotepe y Masaya.
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De igual manera, algunas parroquias fueron centros de acopio y de atención médica ante la negativa de los hospitales de atender a los manifestantes heridos. Este es el caso de la Catedral de Managua que el día 20 de abril albergó a decenas de jóvenes que huían de la represión estatal y que permanecieron asediados y amenazados en el recinto religioso por más de 20 horas.
En mayo del 2018, los obispos de la Conferencia Episcopal de Nicaragua fueron testigos y mediadores del Diálogo Nacional y una semana después de iniciado el Diálogo, la CEN denunció amenazas de muerte y descrédito en contra de obispos y sacerdotes, sobre todo en contra de Monseñor Silvio José Báez, quien solía tener un discurso bastante fuerte en contra del gobierno de Ortega.
La CEN declaró en su comunicado que los ataques eran “del Gobierno, orquestados por periodistas y medios de comunicación oficialistas y cuentas anónimas en Facebook y Twitter”.
Al igual que los obispos, algunos sacerdotes denunciaron de manera individual haber sido objeto de amenazas y agresiones, como el párroco de la iglesia Santiago Apóstol de Jinotepe, Juan de Dios García, quien denunció en mayo de 2018 que fue víctima de amenazas de muerte por parte de simpatizantes sandinistas después de haber brindado refugio a jóvenes manifestantes.
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Turbas atacaron a obispos en Diriamba
Una de las acciones que más causó repudio entre los nicaragüenses ocurrió el 09 de julio del 2018 en la Basílica Menor San Sebastián de Diriamba cuando el Cardenal Leopoldo Brenes junto a Monseñor Silvio Báez, el Nuncio Apostólico Waldemar Stanislaw Sommertag y otros sacerdotes de la Arquidiócesis de Managua, fueron agredidos por turbas sandinistas.
Los religiosos se hicieron presentes debido a que en el templo se encontraba un grupo de 12 manifestantes que buscó refugio en la Iglesia después que paramilitares sandinistas se encontraban en la ciudad ejecutando la Operación Limpieza, que consistió en levantar los tranques de manera violenta y con armas de fuego.
Las autoridades católicas llegaron hasta el lugar para mediar por la salida de los manifestantes pero los paramilitares junto a turbas del FSLN agredieron a los religiosos.
Desde que se bajaron de los vehículos, los sacerdotes fueron insultados por las turbas sandinistas quienes les gritaban “Asesinos, golpistas, pedófilos” y a su vez, gritaban “queremos la paz”.
Monseñor Báez fue herido en su brazo derecho con una navaja. “Asediado por una turba enardecida que quería ingresar a la Basílica San Sebastián en Diriamba, fui herido, golpeado en el estómago, me arrebataron las insignias episcopales y agredido verbalmente. Estoy bien gracias a Dios. Se liberó la Basílica y a quienes ahí estaban”, escribió el obispo Báez, en su cuenta de Twitter.
Días antes al suceso, el ex guerrillero sandinista Edén Pastora amenazó de muerte públicamente a Báez diciendo desde un canal oficialista que “las balas atraviesan sotanas”.
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Tras el ataque, el Cardenal Brenes declaró ante los medios de comunicación :“Nunca habíamos visto en Nicaragua situaciones así. Nuestra palabra ha sido proclamada, fuimos contentos en medio de las debilidades, de los insultos”.
Ese mismo día en Jinotepe, la Iglesia Santiago Apóstol fue saqueada por turbas sandinistas quienes golpearon al sacerdote Elías Hernández, rompieron imágenes religiosas, tiraron a la calle algunos objetos que se ocupan para celebrar eucaristías y algunos insumos médicos que se ocupaban para atender heridos, los incendiaron. La Casa Cural también fue destruida por las turbas.
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Por su parte, la vicepresidenta Rosario Murillo, declaró en su locución de medio día de ese 09 de julio que la CEN les había notificado de la visita que harían los obispos a Diriamba y que serían acompañados por el Nuncio. Asimismo, Murillo justificó las acciones de sus turbas y dijo: “nosotros entendemos que se expresen estas emociones y ese sufrimiento. Estamos seguros que el señor Nuncio entiende como se expresan y precisamente como cristianos damos testimonio cómo expresamos nuestros sentimientos”.
De acuerdo al experto en Derecho Canónico, Padre Camilo Díaz, esa acción representó parte “de la persecución religiosa cuyo objetivo es callar a la iglesia”, que ha denunciado y condenado públicamente los actos represivos que ha sufrido la población civil durante la crisis política.
Ataque armado en contra de una parroquia
El 13 de julio del2018, la parroquia Divina Misericordia fue atacada por más de 15 horas por oficiales de la Policía Nacional y paramilitares que habían sacado a punta de bala a los jóvenes que se encontraban atrincherados en la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua UNAN Managua, y decidieron refugiarse en la parroquia.
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Las ráfagas de disparos aún se aprecian en las paredes del templo y de la Casa Cural de la parroquia ubicada en Villa Fontana, Managua. “Fue una ataque demoledor, con armas de alto calibre. Balas de tipo militar que incluso causaron grandes orificios en las paredes de la casa cural” dijo el párroco Raúl Zamora, quien se dedicó a sacar jóvenes heridos de la UNAN y llevarlos al templo en su camioneta para que no resultaran asesinados.
Al amanecer del 14 de julio, tras mediar con Daniel Ortega, el Cardenal Brenes junto a otros obispos de la CEN consiguieron que los jóvenes salieran de la parroquia en dos buses hacia la Catedral de Managua. Los jóvenes Gerald Vásquez y Francisco Flores fueron asesinados esa noche producto del ataque armado.
Asedio constante a las parroquias
En el 2019, sobre todo a partir de abril, las iglesias católicas se han visto constantemente asediadas y atacadas por simpatizantes sandinistas cada vez que se celebran misas en memoria de los manifestantes fallecidos a causa de la represión estatal.
El último caso ocurrió el domingo 17 de noviembre en Matagalpa, en una misa en memoria del ex reo político Eddy Montes, fallecido en el Sistema Penitenciario Jorge Navarro conocido como “La Modelo”, después de que un guarda le haya disparado en el tórax.
Durante la misa en memoria de Montes, turbas sandinistas lanzaron piedras y asediaron a los feligreses y algunos manifestantes que llegaron a gritar consignas en las afueras de la iglesia San Felipe de Molagüina, por lo que un amplio despliegue policial también llegó al lugar para asediar la iglesia.
🎥⚠🔴 Turbas sandinistas llegan a apedrear misa de aniversario de preso político asesinado por la policía Eddy Montes. Iglesia suena campanas en señal de alerta #nicaraguainvestiga pic.twitter.com/p6jWqAOvBG
— Nicaragua Investiga (@nicaraguainvest) November 17, 2019
Asimismo, el 15 de junio pasado, turbas sandinistas junto a la Policía Nacional asediaron y lanzaron piedras en contra de los feligreses que llegaron a la misa en memoria del monaguillo Sandor Dolmus en la Catedral de León.
En el informe del Departamento de Estado de EEUU sobre el estado de la libertad religiosa a nivel internacional, se destaca que en Nicaragua los líderes religiosos se encuentran bajo “amenazas, intimidaciones y persecución”, y menciona que el gobierno de Ortega acusó a la iglesia católica de ser “terrorista y mente peligrosa”.
El 19 de julio del 2018 en discurso público, Daniel Ortega acusó a los obispos de la CEN de estar “comprometidos con los golpistas. Eran parte del plan con los golpistas” y los llamó “terroristas”.
“Ya sé claramente quiénes estaban detrás de los tranques, es decir, alentando crímenes que por principio, como cristianos, como pastores debían rechazar totalmente, cualquier crimen (…) No tiene nada de cristianos y actúan con una mentalidad terrorista, criminal. Se sumaron alegremente al golpe terrorista y criminal” declaró Ortega en otro discurso en diciembre del año pasado.
Recientemente, Ortega dijo en otro discurso público sobre los obispos que “hay unos cuantos esquizofrénicos y sepulcros blanqueados que son parte de la conspiración (…) Quieren crucificar a Nicaragua».
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Otro aspecto que detalla el informe norteamericano, es la manipulación política de festividades religiosas como la celebración a San Jerónimo de Masaya en 2018, la cual la Iglesia Católica se negó a celebrar por respeto al luto de las familias de las víctimas mortales de la represión.
“El clero canceló las fiestas patronales tradicionales para respetar el luto de las familias que perdieron a sus seres queridos durante las protestas y anunció que en su lugar marcaría la ocasión con una misa. Los funcionarios del gobierno municipal del FSLN, junto con la policía local, ignoraron la decisión del clero y celebraron un desfile con una réplica de la estatua del santo patrón original. Tocaron a gran volumen una mezcla de música religiosa y partidista fuera de la iglesia durante la misa” detalla el informe del Departamento de Estado.
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El obispo Abelardo Mata declaró que “el gobierno a través de la institución policial y otros grupos afines, ha intensificado la persecución a nuestros feligreses, atemorizándolos con filmaciones, fotografías, agresiones verbales y físicas y con asedio a los templos en plena acción litúrgica”.
En su momento, el padre Edwin Román, párroco de la iglesia San Miguel Arcángel de Masaya dijo que “llegar a un templo a rodearlo y después apresar a los que salen es insólito. Los fieles y los sacerdotes llegamos a las parroquias a celebrar misa, a un culto de Dios y la gente viene para orar por los difuntos, por los que fueron asesinados. No se llevan bombas, no se llevan armas se va a celebrar una misa”.
Hoy, el padre Román permanece retenido en su propia parroquia en Masaya junto a un grupo de madres de presos políticos que se declararon en huelga de hambre para exigir la liberación de sus reos.
La iglesia San Miguel, en donde se encuentra el sacerdote, permanece bajo estado de sitio por la Policía Nacional que acordonó la zona al menos 2 cuadras a la redonda y no permite el acceso vehicular.
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También les han cortado el servicio de energía eléctrica y agua potable. Un grupo de activistas se acercó la noche del viernes 15 de noviembre a tratar de dejarle agua al sacerdote, pero los oficiales impidieron que se acercaran y detuvieron a 13 personas que estarían siendo juzgadas este 18 de noviembre.
Mientras tanto, el sacerdote y las madres en huelga de hambre, permanecen deshidratados, sin energía eléctrica, sin comida, sitiados y asediados por la Policía Nacional y por turbas sandinistas quienes amenazan con “entrar en algún momento” y atentar contra la vida del Padre y las demás personas.
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