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La historia de los jesuitas en Nicaragua

La presencia de los jesuitas en Nicaragua podría estar cerca de su final, luego de que el régimen le canceló la personería jurídica a la Compañía de Jesús.

La presencia de los jesuitas en Nicaragua podría estar cerca de su final, luego de que el régimen Ortega Murillo le canceló la personería jurídica a la Compañía de Jesús este 23 de agosto de 2023.

La dictadura le pondría fin a 107 años de labor continúa de los jesuitas en Nicaragua, especialmente en el ámbito de la educación. Pero, también Ortega eliminaría a una de las órdenes católicas que más lo apoyó durante el primer régimen sandinista de los años ochenta.

Los jesuitas fueron en esa época grandes valedores de la revolución sandinista, al punto de que el padre jesuita Fernando Cardenal fue el encargado de coordinar uno de los mayores logros de los que el sandinismo se enorgullece, la Cruzada Nacional de Alfabetización (CNA) de 1980.

En la historia de los jesuitas en Nicaragua, resalta que fueron expulsados en 1881 por apoyar a los indígenas de Matagalpa a reclamar sus derechos. Hoy, los jesuitas están siendo eliminados de Nicaragua por haber acompañado al pueblo en las protestas cívicas de 2018.

Jesuitas condenan cancelación de su Personería Jurídica en Nicaragua

Los primeros jesuitas en Nicaragua

A Nicaragua los primeros jesuitas llegaron en 1615. Un pequeño grupo, encabezados por el padre Pedro de Contreras, salieron de Guatemala y llegaron a El Realejo, León y Granada, donde la gente se entusiasmó porque deseaban tener escuelas jesuitas, explica el historiador Enrique Alvarado Martínez en un libro sobre la historia de la UCA.

La orden de los jesuitas o Compañía de Jesús, fue fundada en Roma por Ignacio de Loyola en septiembre de 1540. Se inició como una orden misionera y se extendió con rapidez a remotos lugares, pero, a mediados del siglo XVI, ya tenían fama como grandes educadores.

Por ello, la gente le insistió al padre Contreras que fundara un colegio en Granada, pero el sacerdote no tenía esas instrucciones y regresó a Guatemala al final de su misión. Luego, la insistencia de los pobladores tuvo frutos y finalmente una misión jesuita se instaló en Granada, integrada por los padres Contreras y Blas Hernández.

Primer Colegio Centroamérica en Granada. Foto | Cortesía

En 1616, los jesuitas abrieron colegios en Granada y en El Realejo. Sin embargo, la misión jesuita terminó en 1620, cuando el padre provincial, Arnaya, ordenó el regreso de los sacerdotes a Guatemala.

Después de esa breve estadía, pasaron más de 200 años para que nuevamente los jesuitas estuvieran presentes en el país, cuando, en enero de 1853, llegaron unos jesuitas que habían sido expulsados de Ecuador, pero solo estuvieron de paso. Remontaron el Río San Juan en un vapor de la compañía del Tránsito y el 5 de febrero llegaron a Granada, donde estuvieron curándose de heridas para luego irse a Guatemala el 30 de abril.

Esos mismos jesuitas fueron también expulsados de Guatemala en 1871 por el dictador Justo Rufino Barrios y 68 de ellos llegaron al puerto de Corinto, donde pidieron asilo. Luego, llegaron a León.

El presidente de Nicaragua era Vicente Cuadra, conservador y muy católico, quien protegió a los jesuitas, pero después se vio tentado a sacarlos del país, ya que estaba recibiendo presiones de los demás presidentes centroamericanos, liberales todos, empezando por Barrios.

Los jesuitas crearon varias escuelas en diferentes partes del país, aunque su misión principal era evangelizar, y hasta crearon un noviciado de padres jesuitas en Matagalpa.

La época en que los sandinistas “adoraban” la UCA

Cuadra no expulsó a los jesuitas, pero sí lo hizo su sucesor, el presidente Joaquín Zavala, quien los catalogó como una amenaza contra las ideas progresistas y, además, intelectuales liberales alimentaban un sentimiento antijesuita.

La salida de los jesuitas se tornó violenta porque el gobierno de Zavala los acusó de instigar a los indígenas de Matagalpa a sublevarse, pues estos últimos realizaron protestas porque estaban siendo explotados y maltratados cuando fueron utilizados en la instalación de las líneas telegráficas hacia ese departamento.

La población realizó protestas en apoyo a los sacerdotes y gritaban “vivas” a los jesuitas y “mueras” al gobierno. La situación también dividió a la sociedad nicaragüense en pro jesuitas y antijesuitas, pero finalmente los jesuitas fueron expulsados en 1881.

El retorno

Los jesuitas retornaron a Nicaragua hasta en 1916. Antes, en 1914 y 1915, habían llegado jesuitas desde Panamá a explorar las condiciones para instalar nuevamente una misión en el país. Se encontraron con la buena noticia de que en Granada les pidieron que regresaran definitivamente y fundaran un colegio en esa ciudad.

El regreso fue propicio porque ya no estaba el dictador liberal José Santos Zelaya en el poder, derrocado en 1909, y se habían instalado el país gobiernos conservadores. En ese preciso momento finalizaba su mandato el conservador Adolfo Díaz.

Llegaron entonces jesuitas desde México, pues habían sido expulsados por el gobierno revolucionario de ese país, y fundaron la Escuela Academia del Sagrado Corazón de Jesús, que después se llamó Colegio Centro América.

Las instalaciones estaban ubicadas en Granada, en lo que se conoce como la “esquina” de las Urbina”, en la intersección de la Calle Real y la Calle El Palenque.

Fue tan rápido el crecimiento de estudiantes, que los jesuitas tuvieron que ir ocupando casas aledañas a la escuela. Hasta que, en junio de 1918, se compraron unos terrenos frente al lago de Granada para que se construyera el edificio del Colegio Centroamérica, el cual fue inaugurado en mayo de 1919.

Los jesuitas no se quedaron solo en Granada y en 1927 asumieron en Managua la administración de la iglesia de Candelaria, que estaba ubicada detrás de la actual iglesia de Santo Domingo, pero que fue destruida por el terremoto de marzo de 1931.

Precisamente, los jesuitas fueron útiles tras ese desastre, atendiendo a las víctimas y desde Granada llegaron otros sacerdotes a apoyar.

El Colegio Centro América en Granada. Foto | Cortesía.

Antes de 1979

A través del Colegio Centro América en Granada, los jesuitas tuvieron una gran influencia en el país, aunque no eran un grupo predominante dentro de la esfera de la Iglesia católica nicaragüense, le explica a Nicaragua Investiga un teólogo que prefiere el anonimato.

Mientras estuvo en Granada, el Colegio Centro América estuvo dirigido por maestros españoles, con una mentalidad más clásica, acorde a la clase conservadora granadina. Sin embargo, ahí se graduaron personajes que después fueron importantes en la lucha antisomocista, de apellido, como Cuadra, Cardenal, Chamorro, y Martínez.

El Colegio Centro América fue trasladado después, en 1967, a Managua.

En 1946, los jesuitas fundaron la Escuela Loyola, que después se convirtió en el Instituto, como una extensión de las obras socioeducativas que llevaban a cabo desde la Casa del Catecismo y la Escuela a de Corte y Confección.

En 1960, los jesuitas inauguraron la Universidad Centroamericana (UCA), en Managua, en terrenos que fueron donados por la familia Somoza Debayle.

A través de esas tres instituciones académicas, los jesuitas tuvieron un gran impacto en la sociedad nicaragüense.

La UCA sería convertida por el recién creado Frente Sandinista como un centro de reclutamiento de jóvenes para esa causa guerrillera. Casimiro Sotelo fue el responsable de los sandinistas en la UCA, a inicios de los años sesenta, y su ayudante era el hoy dictador Daniel Ortega. Por eso, el régimen nombró con ese nombre a la confiscada UCA recientemente. En la UCA estudiaron renombrados guerrilleros sandinistas, como el exalcalde Dionisio Marenco.

Los jesuitas se verían afectados a finales de los años setenta, cuando Anastasio Somoza Debayle comenzó a ver mal a la Iglesia católica nicaragüense. Sin embargo, en julio de 1979 se produjo el cambio de gobierno y llegaron los sandinistas al poder.

Los ochenta

Si los jesuitas tuvieron un papel secundario en la iglesia nicaragüense antes de 1979, a pesar de su influencia en la educación, eso cambió durante la revolución sandinista, cuando jugaron un rol predominante en la Iglesia católica de los años ochenta.

Los jesuitas apoyaron a la revolución sandinista, sostiene el teólogo consultado por Nicaragua Investiga, ya que en ese tiempo llegaron teólogos jesuitas que orientaron a la revolución en la parte social y religiosa. En esos años, refiere la fuente, los jesuitas le dieron fortaleza a la revolución en la parte sociológica y enriquecieron el pensamiento crítico.

Eran sacerdotes muy capacitados, como Xabier Gorostiaga, Arnaldo Centeno o César Jérez, que apoyaron a la revolución sandinista “desde la reflexión teológica, que eran expertos en apoyar al pueblo desde los trabajos sociales”, indica la fuente.

Incluso, uno de esos sacerdotes fue el nicaragüense Fernando Cardenal, a quien los sandinistas le encargaron en 1980 dirigir la Cruzada Nacional de Alfabetización (CNA), uno de los mayores logros que se adjudica la revolución sandinista.

El apoyo fue tal que los jesuitas en Europa incidieron para que oenegés europeos apoyaran económicamente a la cruzada de alfabetización.

No obstante, en su libro sobre la historia de la UCA, el escritor Enrique Alvarado Martínez expone que los jesuitas se vieron presionados por los sandinistas y tuvieron que dejarse influenciar para que el régimen sandinista no dañara los proyectos sociales de los jesuitas.

Ortega ve la labor de los jesuitas como amenaza, afirman analistas

Después del sandinismo

Tras perder el poder en 1990, los sandinistas se dedicaron a boicotear al nuevo gobierno de Violeta Barrios de Chamorro y a las dos siguientes administraciones. Uno de los bastiones de lucha sandinista, dirigidos por Daniel Ortega, fue la asignación constitucional del seis por ciento del presupuesto del Estado a las universidades.

En declaraciones a Infobae, el excatedrático de la UCA, Alfonso Malespín, indicó que los sandinistas, en los primeros años de la década de 1990, utilizaron a esa universidad jesuita como un “cuartel” de la lucha por el seis por ciento.

Según Malespín, connotados operadores del FSLN dirigieron las protestas estudiantiles desde el fondo de la UCA. “Se les veía con walkie-talkie en mano orientando, ordenando qué y cómo hacer”, expresa.

Según la nota de Infobae, el divorcio entre los jesuitas y Daniel Ortega sobrevino tras un comunicado del entonces rector, sacerdote jesuita Xabier Gorostiaga, tomando distancia de las acciones sandinistas.

“Quienes lo conocen dicen que Ortega no olvida una afrenta. Digo esto porque para él es una afrenta que la UCA haya comunicado a la nación en 1994, que dejaría de ser el cuartel central de las protestas del seis por ciento, que la UNEN (organización de estudiantes universitarios) le reclamaba al gobierno de doña Violeta de Chamorro”, añadió Malespín.

El fin de los jesuitas en Nicaragua

Según el teólogo consultado por Nicaragua Investiga, los jesuitas no rompieron con el sandinismo necesariamente en 1994, pero sí con Daniel Ortega. Y, cuando este último regresó al poder en 2007, los jesuitas tampoco estuvieron de acuerdo con las actuaciones desde entonces de la esposa del dictador, Rosario Murillo.

“Los jesuitas no rompieron con el proyecto original del sandinismo, el proceso del pueblo en la revolución, pero sí se rompió con el orteguismo y el murillismo. Como los jesuitas tienen un pensamiento abierto, ellos le tienen miedo a esa parte de los jesuitas y por eso los quieren eliminar”, explica la fuente.

Las protestas cívicas en 2018 terminaron de acentuar las contradicciones entre jesuitas y los Ortega Murillo. Los estudiantes y la población en general salieron a las calles y la dictadura reprimió mortalmente, a los que los padres jesuitas respondieron acompañando y mostrando cercanía con la población.

La UCA fue recientemente confiscada y se le acusó de supuesto terrorismo. Foto | Nicaragua Investiga

Durante las protestas, los manifestantes se resguardaron dentro de las instalaciones de la UCA, principal bastión de los jesuitas, a lo que el régimen hoy acusa que ahí se cometieron acciones “terroristas” y que se organizaron “grupos delincuenciales”.

Tras las protestas, reprimidas por la dictadura con armas de guerra y paramilitares, la UCA comenzó a ser asediada por la policía del régimen y hostigada administrativamente por las autoridades gubernamentales, pasando por no darle la asignación del seis por ciento constitucional.

Finalmente, la UCA fue confiscada el pasado 16 de agosto y hoy 23, la dictadura le quitó la personería jurídica a los jesuitas. De esa forma, los colegios Loyola y Centro América quedan también expuestos a una confiscación.

Así, Daniel Ortega quiere eliminar de Nicaragua a los jesuitas, como en 1881 Joaquín Zavala los expulsó del país.

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