Pocas personas pueden decir que saben tanto de béisbol como Pedro Torres Delgado. No en vano vivió de aquel deporte por décadas y no sólo jugándolo, sino también comprendiéndolo en cada detalle, transmitiéndolo a las nuevas generaciones, siguiéndolo en su pasión diaria y dándole otra vida con las palabras que su ingenio lanzaba veloces a través de las ondas de radio en Nicaragua.
De un modo u otro, «El Pelón» –un apodo que obtuvo por obvias razones– estuvo en contacto con el gran diamante verde casi toda su vida. Pedro, el jugador, ascendió como una estrella fugaz hasta llegar a los Piratas de Pittsburgh. Como entrenador hizo destacar a Nicaragua en el extranjero, desde Caracas hasta Buenos Aires. Y como comentarista daba sabor a cada juego con su memorable tono de voz, sus icónicas expresiones.
Estas son las nuevas adiciones al Salón de la fama del deporte nicaragüense
Aún en su natal Nandaime le saludan con un amistoso «rueda que rueda» y él responde el saludo, con una sonrisa extiende la mano, alegre replicando, «rueda que rueda».
Una pasión temprana
Pedro Román Torres Delgado nació en Nandaime, municipio sureño del departamento de Granada, el 24 de agosto de 1945. Su padre fue Pedro Torres Chavarría y su madre, Petrona Delgado Vega. En su infancia, Torres apoyaba a su familia vendiendo las tortillas que hacía su madre.
Al acabar la educación primaria, Pedro ganó una beca para asistir al Instituto Vocacional de Managua, pero fue empujado a la vida laboral por dificultades económicas. Trabajó cortando caña, como ayudante de mecánico, pero ya contando los 17 años Pedro supo que su camino en la vida era el béisbol.
Así fue haciéndose un nombre en equipos locales, en Carazo, León, Granada y Chinandega, y pronto sería firmado por los Piratas de Pittsburgh, pero no permanecería con ellos mucho tiempo. A los veinte años regresó a Nicaragua, agotado por los regímenes de entrenamiento exhaustivos de las grandes ligas.
Pedro volvió a Nicaragua y siguió jugando. Fue parte de la selección de Nicaragua y durante un campeonato en Honduras acabó jugando para un equipo hondureño.
Estuvo cuatro años en ese país, también estuvo en El Salvador y en ocasión de los Juegos Panamericanos, viajó como mánager de la selección de Nicaragua logrando medallas de plata en Venezuela (1983) y Argentina (1995); en total viajó a 22 países en su vida, incluido el Vaticano.
Del cuadro a la radio
Como pelotero, Pedro destacó por su habilidad en el robo de bases. Estando en Honduras descubrió también su talento para narrar los juegos, surgido de su amplio conocimiento técnico del béisbol. Radio América transmitió su voz por primera vez en 1978 y en El Salvador también lo oyeron a través de YSKL.
Desde la radio, Pedro iba «narrando un partido y jugando el otro por la falta de elementos que supieran beisbol». Vuelto a Nicaragua, en 1978, Pedro llegó a Radio Corporación a través de su cofundador, José Castillo Osejo, quien apreció sus capacidades discursivas y analíticas.
En 1984 llegó a Radio Sandino y fue puliéndose como cronista junto a otros grandes del medio, entre ellos Edgard Tijerino, quien lo llevó a la extinta emisora La Voz de Nicaragua, donde el reconocido periodista y productor Augusto Conrado Pineda le enseñó a desarrollar un estilo propio, cultivando así su voz.
Entre el 2000 y el 2003, «El Pelón» fue reconocido como el cronista del año por la Asociación Nacional de Cronistas Deportivos de Nicaragua.
Pelotero, lector y escritor
Con los años, Torres no sólo se empapó de todo conocimiento relacionado al béisbol, que devino en una obra dedicada al estudio riguroso de ese deporte, sino que también nutrió su mente con la lectura de libros, revistas, periódicos, todo lo que llegara a sus manos, lo que es notorio en su conversación, colmada de referencias culturales. Inclusive, de vez en cuando hace gala de una educación básica pero disciplinada del idioma inglés.
La experiencia como mánager de la selección nacional, de los equipos San Fernando, Bóer, de Granada y Rivas, así como su paso por distintas tareas de entrenador, scout, asesor, entre otros, le otorgó una autoridad pocas veces vista en temas deportivos. Plasmar en texto y divulgar su conocimiento fue lo natural, una especie de servicio a toda la comunidad deportiva nicaragüense.
Su primer libro, De zapatones a spikes (1995), lo describió en una entrevista del año 2001 como «un libro para aprender estrategias, salir de problemas y mejorar las calidades de los pítcheres y bateadores», añadiendo que «Edgard Rodríguez y Edgard Tijerino dicen que siempre lo consultan en casos de duda y eso me satisface».
Otras obras de béisbol vinieron con los años. La bola rueda que rueda (2009) y El diccionario de béisbol (2011) siguieron expandiendo la divulgación del deporte en Nicaragua. También disfruta de escribir poesía cuando no piensa en el béisbol y su más reciente interés ha sido recopilar la historia de su municipio.
El retiro
En Nandaime todos saben donde queda la casa de Pedro Torres. El Pelón acostumbra sentarse en la acera, con papeles en su regazo o en una pequeña mesa, a trabajar en los proyectos que le apasionan.
Su carrera y su carácter pudieron sostener a una familia numerosa. Seis hijos cuenta su matrimonio, ya mayores todos, con casi una docena de nietos y un par de bisnietos. Luisa Emilia Chamorro, su esposa, sigue a su lado desde que se casaron en 1968, ya 54 años el 16 de septiembre.
«Tener a Pedro Torres como Padre es una fortuna» dice Imelda, su hija menor. «A mi mente vienen recuerdos de una crianza cálida, con muchas ausencias» a causa del trabajo, «pero con tiempo de calidad cuando estaba en casa».
Imelda relata que su padre «tenía la capacidad de hacer que obedeciéramos a sus órdenes con sólo la potencia de su voz, usando el diálogo, supremamente responsable en sus trabajo para que nunca nos faltara nada».
«Es un hombre de conversación extensa, siempre con una historia amena para contar. Como abuelo es más dulce, su voz potente resuena en la casa y le da vida, sin duda es una bendición tenerlo». Cuenta que Pedro «aún está enamorado de su esposa, ‘te amo como la primera vez, me volvería a casar mil veces con vos’ le dice; digno ejemplo de ser humano y padre» concluye.
Su retiro fue modesto y su reconocimiento rara vez tenía alcance nacional, lo que no mermó su patriotismo. En Nandaime no pasa desapercibido y menos en los círculos beisbolistas, pero no fue sino hasta 2020 que la Asamblea Nacional le otorgó una «Pensión de Gracia» en reconocimiento de su servicio al deporte nacional.
«El Señor Pedro Román Torres Delgado se ha destacado como atleta y entrenador deportivo, brindando valiosos aportes al deporte nicaragüense, contribuyendo a elevar la calidad del béisbol nacional y coadyuvando al enriquecimiento del acervo deportivo» reza el decreto, una iniciativa de los diputados sandinistas Wálmaro Gutiérrez y José Antonio Zepeda.
La pensión cayó en buen momento, pues en los últimos años Torres luchó con problemas de salud, pero a todos ellos pudo sobreponerse con el apoyo de sus familiares. Dos años después, el Salón de la Fama del Deporte Nicaragüense anunció que admitirá a Torres el próximo 21 de mayo junto a otros deportistas.
La ceremonia que lo admitirá supone un reconocimiento formal de lo que ya era un hecho desde años; una carrera como la de «El Pelón» no merece menos.
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