Autoridades locales de varias importantes ciudades de Estados Unidos admiten que han colapsado con la inesperada llegada de migrantes. Las autoridades informan que no dan abasto y exponen sus razones.
“No hay más espacio”, advirtió el alcalde de Nueva York, Eric Adams, que esta semana visitó El Paso, Texas, con la esperanza de recibir fondos federales ante la crisis migratoria que enfrenta la gran manzana, y que podría costarle 2.000 millones de dólares en un momento de déficit presupuestario.
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En los últimos meses, la ciudad de Nueva York -entre otras- ha registrado un aumento inesperado de migrantes que solicitan asilo en Estados Unidos y que fueron enviados desde otros estados como Texas y Arizona, cuyos gobiernos, ambos en manos del Partido Republicano, argumentan que otros estados más allá de los fronterizos deben enfrentar la presión migratoria.
“Nuestras ciudades están siendo socavadas y no nos merecemos esto. Los migrantes no se merecen esto y las personas que viven en las ciudades no se merecen esto. Esperamos más de nuestros líderes nacionales para abordar este problema de manera real”, agregó el alcalde al visitar la frontera este pasado fin de semana.
El fenómeno ha presionado al sistema de refugios de Nueva York e hizo que las autoridades buscaran otros lugares donde alojar a la gente y propusieran instalaciones temporales con carpas. La situación llevó al alcalde Adams a declarar el estado de emergencia en octubre.
“Hay sitios web que anuncian que en la ciudad de Nueva York, básicamente, las calles están pavimentadas con oro, que hay empleo automático y que, automáticamente, van a vivir en un hotel. Tenemos que darle a la gente información precisa», observó Adams. «En Nueva York van a vivir en entornos congestionados, no hay más espacio en la ciudad”.
Incertidumbre en la frontera
En la frontera sur, migrantes venezolanos en Matamoros, México, en busca de obtener un permiso de ingreso legal a Estados Unidos, afirman sentirse preocupados ya que las citas programadas para ellos tomarán lugar en puertos fronterizos alejados de donde se encuentran.
«La cita me tocó el día 18, la tengo en Hidalgo, en Reynosa», dijo a la Voz de América José Antonio Márquez, migrante venezolano.
Con el anuncio del Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos (DHS, por sus siglas en inglés) de la nueva función de programar citas a través de la aplicación móvil CBP One, para lo que vaticinan un procesamiento fronterizo “humano, ordenado y seguro”, también ha llegado la preocupación y el temor entre los migrantes que han logrado agendar una cita.
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«¿Cómo será el proceso a partir de ahora? ¿Qué pasará el 18? ¿Qué te piden? ¿Qué te exigen y si realmente uno tiene la posibilidad de entrar y qué no?», expresó Márquez.
La migrante venezolana Dixmar Marilin Perozo, que tiene su cita programada para el 29 de enero en el puente de Laredo, Texas, confirma que la distancia es un problema habitual. «Así como yo, hay muchas personas que les tocó la cita hacia otros puentes que quedan muy lejos de acá. Están en San Ysidro, Nuevo Laredo, Piedras Negras, y Juárez».
Según el Departamento de Seguridad Nacional, las citas a través de la aplicación móvil CBP One están destinadas para migrantes que puedan demostrar que atraviesan situaciones humanitarias excepcionales. Las autoridades aclaran que no se trata de una solicitud de asilo y que la cita no garantiza el ingreso al país.
Con este proceso, la administración del presidente Joe Biden busca ampliar las vías de inmigración legal, reducir los cruces irregulares y aumentar la seguridad en la frontera.
“Hay leyes para llegar aquí legalmente”, dijo Biden recientemente, durante su primera visita a la frontera sur, a modo de alerta.
Sin embargo, los miles de migrantes venezolanos que han llegado hasta Matamoros ahora tienen el desafío de trasladarse a diferentes puertos de entrada a lo largo de la frontera, lo cual, dicen, implica verse nuevamente expuestos a los peligros -principalmente robos y secuestros- en México, e inclusive a sufrir abusos de algunos agentes de inmigración en ese país.
«Sí, sí, los amenazan, les dicen que tienen que pagar dinero para dejarlos seguir y entonces si no tienen, se los llevan; entonces pierden el chance de entrar», manifestó Luis José Carrasquel, migrante venezolano, consultado por la VOA.
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Márquez por su parte aseguró haber sido víctima de semejantes abusos. «Incluso las autoridades acá en México me agarraron ese permiso hace rato y me lo rompieron», dijo a manera de testimonio.
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