Tetiana es voluntaria en un centro para atender soldados ucranianos heridos en Siversk, en el este del país, a una decena de kilómetros del frente. Llega a su turno con las mejillas cubiertas de brillantina ya que también trabaja como ortofonista de niños.
Veinte minutos antes de iniciar sus labores dio un curso online de ortofonía.
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«Por eso todavía tengo brillantina en el rostro», explicó a la AFP la joven, que cuenta que en la «vida real» ejerce como profesora y terapeuta del habla.
Pero en la otra faceta de su vida, marcada por la guerra de Rusia contra Ucrania, viste una chaqueta roja uniforme de la Cruz Roja y pertenece a una brigada que va en ambulancia a buscar a los soldados heridos y los estabiliza antes de transportarlos hacia centros de tratamiento.
Si los soldados tienen heridas leves, son tratados en el lugar. Pero si están graves deben ser trasladados a ciudades más grandes, como Kramatorsk, en el este, o Dnipro, en el sur.
En el frente, cada unidad dispone de su propio centro de primeros auxilios donde hay médicos, anestesistas, cirujanos y enfermeras voluntarias que son civiles.
Desde la invasión son muchas las mujeres que se unieron a estas organizaciones.
«Tengo conocimientos básicos que son útiles para estabilizar a los pacientes y transportarlos», explicó Tetiana.
«Quizás no soy lo suficientemente valiente como para alistarme en el ejército, pero hago lo máximo que puedo para acercarnos un poco más a la victoria», agregó.
Su mensaje en el Día Internacional de la Mujer: «Lucha y vencerás».
«Nuestras mujeres son fuertes»
En la cocina de un centro de estabilización de otra unidad al norte de Siversk, a ocho kilómetros de la línea del frente, Yulia, de 39 años, y su hermana Lylia, de 30 años, completan los expedientes con los tratamientos.
Yulia es pediatra y es la directora del centro, su hermana menor es cirujana. Ambas se presentaron como voluntarias en marzo de 2022, unos días después del inicio de la invasión rusa.
«Nosotras nos ocupamos de los cuidados diarios, principalmente de pacientes que estaban cerca de la recuperación», explicó Yulia, que está vestida con un uniforme de camuflaje.
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«Nos desplazamos mucho en función del frente, cambiamos de lugar con nuestra unidad y ahora estamos en una zona bastante peligrosa, como se puede ver y escuchar. Hace dos meses que estamos en esta región», agregó la directora del centro.
En el pueblo, donde hay pocos civiles, se escuchan los tiros de la artillería ucraniana y más lejos, en la línea del frente, los ruidos sordos y potentes de las fuerzas de Moscú, que intentan tomar la localidad de Fedorivka, al norte de Soledar.
A la entrada de la localidad, hay un cañón antiaéreo, listo para ser accionado si los drones rusos entran en el área.
«Los momentos más duros son cuando vemos a soldados muertos (…) Nuestro trabajo no es solamente ayudar a los heridos, pero también examinar y llevar a los cadáveres a la morgue», explicó.
La pareja de Lylia es un soldado y el marido de Yulia también, pero desde el 2 de junio fue reportado como desaparecido en el frente.
«Esperamos que esté prisionero», dijo su mujer, conteniendo sus emociones.
«Sabemos que nuestras mujeres ucranianas son fuertes y bellas. Es gracias a su fuerza y belleza, y por supuesto, a nuestros hombres que continuamos viviendo», agregó.
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