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Darwin Rostrán, la historia de la ejecución de un campesino en Nicaragua

Darwin tenía 24 años y estaba limpiando un predio cuando la muerte llegó a bordo de una patrulla. La Policía sació con él su sed de venganza por la muerte de tres agentes.

Patrulla de la policía de Nicaragua. Foto: Presidencia de la República.

La historia de Nicaragua desde 2018 a la fecha, bajo la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo, está llena de abusos, violencia y crímenes de lesa humanidad que permanecen en impunidad.

Uno de ellos es la tortura y ejecución de un joven campesino en una agreste zona rural de Mulukukú, Caribe Norte nicaragüense.  Se llamaba Darwin Ezequiel Rostrán Polanco, tenía 24 años y estaba limpiando a machete un predio cuando la muerte llegó a bordo de una patrulla policial.

Un comunicado policial dio cuenta del crimen con total frialdad.

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Asesinando a “un delincuente”

La nota de la policía informó que Darwin Ezequiel Rostrán Polanco murió a las 11:00 de la mañana del 10 de agosto, en la comunidad “El Tigre”, a veinte kilómetros del casco urbano de Mulukukú.

Según la narrativa policial, una patrulla ejecutaba una orden judicial de captura del campesino, pero este al verse rodeado supuestamente, abrió fuego contra la Policía. “El delincuente, al verse descubierto por patrulla policial, atacó con disparos de armas de fuego a compañeros policías, que repelieron la agresión, resultando fallecido el sujeto Darwin Ezequiel Rostrán Polanco, con antecedentes delictivos de tenencia ilegal de armas de fuego y abigeato”, se lee en el comunicado.

Luego los agentes de Ortega ocuparon un AK 47, junto con cuatro magazines que supuestamente eran propiedad de uno de tres policías fallecidos dos meses atrás, durante un asalto a una estación policial de Mulukukú.

El origen del crimen

El lunes 11 de junio de 2018, mientras policías, paramilitares y fanáticos de la dictadura ejecutaban crímenes a mansalva en toda Nicaragua contra la población que protestaba contra la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo, ocurrió un asalto armado al puesto policial de la comunidad Sislao Paraska, comarca Pueblo Nuevo, Mulukukú.

Al menos 10 hombres armados llegaron de madrugada al puesto, una casa pequeña de tablas sin energía eléctrica y tomaron por asalto el sitio.

De acuerdo a la versión de una presunta sobreviviente a medios oficialistas, los supuestos asaltantes habrían disparado contra la estación mientras gritaban vivas al alcalde de Mulukukú, Apolonio Fargas Gómez.

Los asaltantes mataron a dos policías y se llevaron secuestrado a otro, al suboficial Martín Sánchez cuyo cuerpo fue encontrado días después en una finca vecina. Los policías muertos fueron identificados como Dixon Bismark Soza Henríquez y Carlos Zamora, ambos suboficiales.

Además, resultaron lesionados el capitán Ramón Zavala y el suboficial Leonardo Castillo.

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Venganza policial en Pueblo Nuevo

La policía culpó de inmediato al alcalde liberal junto a 16 personas, entre quienes no aparecía Darwin Ezequiel.

“Las investigaciones realizadas por la Policía Nacional, determinan que estos terroristas son autores intelectuales y materiales del cobarde ataque al Puesto Policial Comunidad Sislao Paraska, Comarca Pueblo Nuevo, hecho ocurrido el pasado 11 de junio del 2018, cometiendo delitos de Terrorismo, Crimen organizado, Asesinato, Toma de Rehén y Tenencia ilegal de armas de fuego”, dice el comunicado.

El 25 de julio Apolonio y otros ex trabajadores de la alcaldía de Mulukukú fueron arrestados y presentados al día siguiente en los medios oficialistas en Managua como responsables del asalto en Pueblo Nuevo.

Posteriormente, según las denuncias de comunitarios de Mulukukú al Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (CENIDH), la policía y el ejército desplegaron una operación conjunta de represión en busca de armas que llevó a muchos campesinos a huir a los montes por temor a ser apresados o asesinados.

Torturado y ejecutado

La familia de Darwin Ezequiel negó siempre la versión policial.  En una visita a la sede del CENIDH en Matagalpa, los familiares del joven campesino contaron su versión del crimen y señalaron a la policía del asesinato de su pariente.

En principio, la policía del régimen capturó vivo a Darwin Ezequiel Rostrán Polanco en la comarca El Tigre, a veinte kilómetros de Mulukukú, donde el campesino se dedicaba a trabajar como jornalero limpiando a machete un terreno.

Luego, según la denuncia de la familia de la víctima, el joven fue torturado y ejecutado.  “Los otros trabajadores de la finca que se escondieron vieron todo; primero el ejército rodeó la zona y luego llegaron los policías apuntando a todo el mundo con las AK”, dijo un pariente de la víctima.

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Según el relato, los policías buscaban las armas de los policías en esa zona donde el campesino estaba trabajando.

Al ver a los policías, el campesino quiso esconderse en un corral, pero fue detectado y capturado.

“Darwin se puso manos arriba, pero andaba el machete en la mano, quizás de nervio no lo botó, entonces le dispararon en las rodillas y ya en el suelo lo empezaron a patear y culatear”, reza parte del testimonio de los parientes.

De acuerdo a las imágenes y testimonios, había señales de tortura en todo el cuerpo y huellas donde estuvo esposado de las dos manos.  Un pariente de la víctima dijo que a Darwin lo torturaron atrozmente, pegándole balazos en varias partes del cuerpo antes de ejecutarlo con un balazo en la cabeza.

“Le pegaron doce balazos. Tiene un balazo en la rodilla, otro en la pierna, otro en la cintura, otro arriba de la cintura, otro en la tetilla que le salió por las costillas, tiene un disparo al lado izquierdo que le salió al otro lado y tiene otro disparo en la cabeza que le desbarató el cráneo, también le sacaron la lengua, parece que con una tenaza”, lamentó el pariente de la víctima, quien pidió protección por las amenazas que recibió junto a su familia, hoy en el exilio.

“Ahí está ese perro”, dijeron los policías

El cuerpo del campesino fue entregado por la policía el sábado 11 de agosto envuelto en una sábana dentro de una hamaca.  Los agentes amenazaron a la familia tomándoles fotos, sus datos personales y huellas digitales.

Les dijeron “ahí está ese perro”, “ese es el delincuente que mató a nuestros compañeros” y que “por eso iban ojo por ojo, diente por diente”.

Horas antes de la entrega del cuerpo, según denuncias locales, simpatizantes del partido de gobierno compartían en redes sociales imágenes horrendas del cuerpo de Rostrán Polanco.

Aparecía aún vivo tirado en un charco ensangrentado, atado con esposa, con un rictus de dolor en su rostro, con las vísceras expuestas y con un fusil AK a su lado, una canana como camisa y magazines de tiros a su lado.

Los familiares del campesino señalaron que no se explican cómo la Policía del régimen involucró a su pariente, porque nunca participó de las protestas en Mulukukú, tampoco participó en el ataque al puesto policial en Pueblo Nuevo el 11 de junio, ni se le vio en el tranque de Mulukukú.

Tampoco mostraron algún orificio de bala contra la patrulla policial; ni a ningún policía herido o testigos de la zona que confirmaran la versión de que la víctima abrió fuego.  Los actos fúnebres del campesino se realizaron el mismo sábado en que entregaron el cuerpo.

En un tenso ambiente de miedo y dolor, con patrullas y policías vigilando la escena, bajo lluvia, la familia del joven y unos pocos vecinos enterraron al joven en un rústico ataúd de tablas de pino sin curar.

Autor
Nicaragua Investiga
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