De acuerdo a analistas, en Nicaragua, si uno diera credibilidad a las cifras oficiales, pareciera que las personas desempleadas son una especie en peligro de extinción, y que lo que hay en abundancia son puestos de trabajo. El régimen de Daniel Ortega afirma que solo 3 de cada 100 nicaragüenses se encuentran en el desempleo.
“La tasa de desempleo abierto resultó de 3.3 por ciento, registrándose una disminución interanual de 0.2 puntos porcentuales (3.5% en junio 2022), y en 0.4 puntos porcentuales con respecto al mes anterior”, detalla la encuesta de empleo de junio del Instituto Nacional de Información de Desarrollo (INIDE).
Es decir, aparentemente la gran mayoría cuenta con un empleo que les proporciona el salario que necesitan para vivir, pero es aquí donde empezamos a ver que las cifras no cuadran.
Al comparar estos datos con los de países desarrollados como Finlandia, Nicaragua pareciera estar en las condiciones más óptimas, pues en el país nórdico 7 de cada 100 finlandeses están desempleados, según datos del Banco Mundial.
Para el economista Juan Sebastián Chamorro, las cifras de desempleo que utiliza el régimen Ortega-Murillo son “engañosas porque esconde el problema gravísimo que tiene la población nicaragüense en conseguir un empleo de calidad”, alega que los cálculos estadísticos que utilizan las instituciones estatales como el INIDE solo aplica para los países desarrollados porque en ellos “no existe la posibilidad de ir a vender jocotes en la esquina, o tenés un empleo formal o no lo tenés y tenés que buscarlo”.
Nicaragua tenía una población estimada de 6,73 millones de personas al cierre de 2022 y según datos del economista Néstor Avendaño, el 53,8 % de este total son parte de la población económicamente activa (PEA).
Subempleo es demasiado alto
Partiendo de estos datos recopilados en una artículo de la agencia de noticias EFE, quiere decir, que hasta el cierre de 2022 había en Nicaragua 3 millones 620 mil 740 personas aptas para trabajar, de esa gran cantidad tan solo 787,569 estaban cotizando al Seguro Social, el resto se encontraba en el empleo informal, lo que los economistas llaman “subempleo”.
“El desempleo se define como una persona que no ha iniciado o no ha buscado un empleo en determinado tiempo, eso significa que está absolutamente haciendo nada. Pero si de repente agarrás un bolsa de jocotes y la empezás a vender en la esquina de tu barrio, ahí ya no estás desempleado porque está haciendo alguna actividad, en ese sentido esa persona está subempleada porque está trabajando el mínimo de horas diarias de la semana laboral”, explica Chamorro.
Según los mismos datos proporcionados por el INIDE, en junio de este 2023 el subempleo a nivel nacional se ubicó en “39.2 por ciento (38.1% en junio 2022)”, es decir, aumentó en 1.1 puntos porcentuales respecto al mismo período del año anterior, es ahí donde radica el principal problema. Juan Sebastián Chamorro explica que esta tasa “es una de las más altas de América Latina y es por eso que el gobierno no quiere mostrar, quiere ocultarla”.
“No es la tasa de desempleo la que realmente es relevante si no la tasa de subempleo, es decir, que la mayoría de los nicaragüenses tiene que hacer algo todos los días para ganarse la vida y; sin embargo, no les da lo suficiente, esas personas están bajo la condición de subempleo, reciben un salario que no necesariamente es de la economía formal”, añade el economista.
Por cualquiera que sea el lado que se busque, es el empleo y por ende el salario como resultado, el eje por el que gira el bienestar y la calidad de vida de las personas, sin ellos no hay fondos para alimentarse y mucho menos para poder construir o adquirir una vivienda por muy humilde que sea.
El problema de las viviendas
Recientemente la directora del INIDE, Irene Álvarez detalló ante los medios oficialistas, datos sobre el precenso nacional que se llevó a cabo en meses pasados, uno de los datos que más resaltó es que tan solo el 6.4 % de la población habita en viviendas con condiciones de pobreza extrema en Nicaragua, es decir solo 6 de cada 100 personas. En comparación a los datos de 2016 (6.9 %), siete años después, apenas se redujo en 0.5 puntos porcentuales.
Estas viviendas, según el estudio, están construidas generalmente de los siguientes materiales: madera 32.7%, zinc 28.2%, ripios o desechos 9.9%, adobe o taquezal 9.2%, bloque de cemento o concreto 2.8%, bambú, caña o palma 2%, otros 15.1%.
“Cuando se habla de viviendas de extrema pobreza estás hablando de casas que son de cartón o de piso de tierra, que las hay mucho más en zonas rurales y las estadísticas no lo reflejan, pero en realidad el verdadero problema es que no hay proyectos habitacionales a las personas de menores recursos”, cuestionó el economista Juan Sebastián Chamorro.
Durante la presentación de los datos, Irene Álvarez también señaló que existe un promedio de 4.3 personas por cada morada. El estudio estimó que en el país existen 1 millón 600 mil viviendas, “lo cual indica una mayor cantidad de casas en comparación al último censo realizado en el año 2005”.
Déficit habitacional es elevado
Sin embargo, el déficit habitacional en Nicaragua sigue siendo elevadísimo y con los paupérrimos salarios de los nicaragüenses es casi imposible poder adquirir incluso las viviendas de interés social.
En Nicaragua se necesitan unas 957,000 viviendas entre nuevas y reparadas, según estimaciones de Hábitat para la Humanidad. Más del 50% de las casas que hay actualmente en el país necesitan de servicios básicos o mejoras de su infraestructura.
“Entre los esfuerzos del sector privado y la inversión pública, se cubre solo un 25 % de la necesidad del país cada año, por lo que el déficit continúa creciendo”, indica Hábitat para la Humanidad.
Precios inalcanzables para gran parte de la población
Por su parte, Chamorro, quien durante años fue el presidente de la cancelada Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Económico y Social (FUNIDES), señala que el déficit habitacional de Nicaragua es de vieja data y que hasta ahora los gobiernos no han podido suplir la demanda de estas.
“No se han construido viviendas, más bien se han destruido producto de catástrofes naturales, el terremoto, la guerra, y el crecimiento poblacional ha hecho que sea un activo difícil de adquirir, no hay financiamiento a largo plazo, solamente para ciertos niveles económicos y la mayoría de la población que sufre desempleo y la incapacidad de poder conseguir crédito tienen que vivir hacinados, tres hasta cuatro familias bajo un mismo techo y ese es el verdadero problema habitacional, la carencia de viviendas”, explica el expresidente de FUNIDES.
Una vivienda de interés social en Nicaragua ronda precios de entre $20,000 y 30,000 dólares, para poder aplicar a un crédito hipotecario los nicaragüenses deben devengar un salario de 10 mil córdobas mensuales, además de otros requisitos. Aquellos que no alcanzan ese techo salarial pueden mancomunar sus ingresos con familiares y adquirir entre todos ellos una casa.
Quienes no pueden, se ven obligados a vivir en condiciones precarias y en hacinamiento.
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Hambre y pobreza, los males de siempre en Nicaragua
Nicaragua es la segunda nación más pobre del continente americano.
Daniel Ortega ha sido crítico de los “gobiernos neoliberales”, a los cuales señala de elevar los índices de pobreza y no hacer nada para reducirla. Sin embargo, cada uno esos gobiernos apenas cumplió un periodo de cinco años, mientras que él está próximo a cumplir 20 atornillado en la silla presidencial.
“Vamos adelante, queridos hermanos nicaragüenses, construyendo paz para combatir la pobreza”, dijo el dictador al final del discurso de toma de posesión en enero de 2022, sin precisar un dato referente.
El economista Juan Sebastián Chamorro explica que «la pobreza había aumentado profundamente en los noventa», pero que «en los 2000 y antes de 2007 había disminuido de alguna manera».
«Ahora no tenemos forma de saber porque no hay una métrica, una estadísticas, antes lo hacían algunas fundaciones independientes y hacían encuestas de medición de nivel de vida que se han suspendido, entonces ahorita el gobierno puede decir misa, cualquier cosa, pero sin estadísticas oficiales no se puede decir de que la pobreza haya disminuido”, indica Juan Sebastián Chamorro.
Más de un millón sufre hambre
Precisamente un año después de ese discurso de Ortega, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), detalló que 1.2 millones de nicaragüenses sufren hambre.
“En Mesoamérica, Nicaragua fue el país con mayor prevalencia de subalimentación (18,6%)”, indicó la FAO en el informe “Panorama Regional de la Seguridad Alimentaria y Nutricional en América Latina y el Caribe 2022”, en el que también se indica que más de un tercio de los nicaragüenses (35.7 %) “no puede permitirse una dieta saludable”.
Juan Sebastián Chamorro apunta que el principal problema de la pobreza en Nicaragua radica en la falta de empleos, pues no se está generando los que se necesitan y que contrario a ello la población está teniendo que migrar para apoyar vía remesas a sus familiares que se quedan.
“Ese es un indicador muy claro del bajo nivel económico que está viviendo la economía nicaragüense”, subraya el economista.
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