La escritora nicaragüense Gioconda Belli señaló al partido Ciudadanos por la Libertad como un «factor de división», en un artículo publicado en el medio comunicación digital Confidencial. Para Belli es inconcebible cómo un partido que «poseía una casilla, que por nueva y menos contaminada pudo ser el vehículo para una alianza electoral unitaria» haya optado por constituir un nuevo bloque opositor que solamente logra dividir a los detractores de Daniel Ortega.
«Es paradójico que, en vez de ofrecerse como puerta y puerto de las energías dispersas de la oposición, hayan optado por subordinar su potencial unificador y facilitador a concepciones ideológicas excluyentes», menciona Belli en su escrito, después de que Kitty Monterrey dijera que en su «Alianza Opositora» solo alcanzaban quienes pensaran igual que ellos y compartieran los mismos principios y valores.
La escritora considera que CxL tiene la «disyuntiva» de convertirse en una fuerza de equilibrio y «asumir el reto de compartir su casilla, sus listas y sus recursos, o contribuir a que se repita el fracaso de 2006», cuando los liberales participaron divididos en las elecciones y Daniel Ortega consiguió llegar al poder.
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De igual manera, Belli recuerda que la Unión Nacional Opositora que derrotó a Daniel Ortega en 1990 fue capaz de reunir a 14 partidos con ideologías distintas ante poniendo el bien del país. En la UNO estaban agrupaciones de izquierda radical como el Partido Comunista de Nicaragua y el Partido Conservador de extrema derecha.
La escritora también considera que frente a los trucos y artimañas que emplea Ortega y su maquinaria estatal «sólo valdrá la pena ir a elecciones si se garantiza una votación masiva innegable en una sola casilla, certificada por la observación internacional».
CxL pudo dar más fuerza a la Coalición Nacional
De acuerdo al análisis de la escritora, la Coalición Nacional estaba debilitada por la «presencia polémica» del Partido Liberal Constitucionalista, controlado por Arnoldo Alemán. Pero la negativa de CxL para unirse a este bloque generaba más fragilidad para la Coalición Nacional.
«Si CxL hubiese tenido una visión de unidad, y el interés de Nicaragua como prioridad, tendría que haberse unido a la Coalición Nacional. Allí dentro hubiese tenido, sin duda, una posición fuerte para negociar. Habría podido ganarse el respaldo de la Alianza Cívica y hasta de la UNAB y con ellos, ya sin el PLC, constituir un liderazgo unitario y solidificar la unidad, alrededor de la ventaja de una casilla nueva, con menos cola que los demás partidos», apunta Gioconda Belli.
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Sin embargo, Kitty Monterrey dijo recientemente que la Unidad Nacional Azul y Blanco y la Coalición Nacional no existen como bloque opositor y por tanto no los reconoce como tal, pero Belli menciona en su escrito que la crisis política dio nacimiento a un diversidad de organizaciones que hacen oposición a Daniel Ortega y que decidieron agruparse en la UNAB. «El Movimiento Campesino, los partidos de la Coalición Nacional también son de número indeterminado, como lo son el PLC y el mismo CxL».
Monterrey aseveró que la Alianza Cívica es la verdadera representante sectorial de país pero la escritora Belli también cuestiona que «tampoco la Alianza Cívica representa ya a los sectores que fueron llamados por la Iglesia al Diálogo de mayo de 2018. Hay varias personas a título personal» e incluso otras que han salido de esa organización y se han integrado a otras que hoy están en la Coalición Nacional, como el político José Pallais.
«Hoy por hoy no se puede medir la fuerza de la oposición por el tamaño de cada grupo político, ni puede ser éste el criterio para conformar una alianza electoral. Lo que sí sabemos es que el descontento nacional está muy extendido, y que la voluntad de compromiso del pueblo no dependerá del número de miembros de X o Y fuerza», considera Belli.
El acuerdo con Daniel Ortega
Para Belli, «la disyuntiva de CxL» va más allá de no tener visión política de unidad de la oposición, pues rememora «la leyenda que el partido Ciudadanos por la Libertad logró su personería jurídica mediante una negociación de Eduardo Montealegre con Daniel Ortega» después de que el Consejo Supremo Electoral le arrebatara la personería jurídica al Partido Liberal Independiente en 2016.
Para aquel entonces, el PLI mantenía una alianza política y electoral con los disidentes sandinistas del Movimiento Renovador Sandinista, que se acaba de cambiar el nombre a Unión Democrática Renovadora UNAMOS.
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Eduardo Montealegre por su parte tenía acusaciones hechas por la Contraloría General de la República que pasaron a la Fiscalía y se encontraban engavetadas en un juzgado local de lo Penal de Managua, como coautor entre 39 acusados por los delitos de Fraude y Tráfico de Influencias por el caso de «Los CENIS», obrado cuando «el ratón» fue Ministro de Hacienda y Crédito Público.
La negociación que menciona Belli en su escrito «consistió en que Ortega le perdonó a Montealegre el escándalo de los CENIS y le prometió personería jurídica para un nuevo partido si la nueva formación política rompía su alianza con el MRS y le impedía a éste, por ende, contar con un vehículo para ir a una contienda electoral». Ese «nuevo partido» sería CxL, aunque Kitty Monterrey ha negado que haya algún vínculo entre Montealegre y su partido debido a que él se encuentra retirado de la política.
Sin embargo, antes de que le dieran la personería jurídica a CxL, en enero de 2017, Kitty Monterrey dijo al diario La Prensa que algunas decisiones eran consultadas con él. «Nosotros comentamos y obviamente, con Eduardo hay comunicación fluida no solo por los años de amistad, sino también porque él tiene toda la experiencia en la parte política para poder asesorarnos» mencionó la presidenta de CxL en esa ocasión.
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