Sara Téllez adquirió un préstamo hace cinco años con una financiera local de León por un monto total de 2 mil dólares, sin embargo, con el paso de los meses tuvo problemas para asumir su deuda y así acumuló varias cuotas sin abonar; por lo que la entidad procedió a realizar una reestructuración, lo que llevó su deuda de 2 mil dólares a 10 mil.
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Aunque Téllez pudo reducir sus cuotas mensuales y con ello asumir la deuda, esta terminó siendo considerablemente superior al monto inicial. La entidad le cobró un interés mensual del 20% y ante las presiones de pago que les fueron ejercidas, no cuestionó la diferencia alcanzada al final. Sin embargo, su caso es una de las manifestaciones más comunes de las personas que caen en manos de prestamistas usureros.
La usura se refiere al cobro excesivo de intereses sobre un préstamo. En Nicaragua la Ley de Protección de los Derechos de las Personas Consumidoras y Usuarias establece que la tasa de interés máxima aplicable a préstamos entre particulares «será la tasa de interés hasta de dos veces la tasa promedio ponderada que cobren los bancos comerciales autorizados en el país, publicada por el Banco Central de Nicaragua (BCN)» y que «no podrán hacerse cargos adicionales que de manera directa o indirecta alteren la tasa de interés previamente pactada».
La tasa de interés promedio del BCN a abril de 2021 es del 10.45% anual, es decir que el máximo que un nicaragüense debería pagar a un prestamista es de 20.9% anual o 1.74% mensual. Por lo que en el caso de Téllez, al habérsele cobrado 20% mensual, se violó dicha normativa.
Razones
Los problemas con prestamistas usureros son bastante recurrentes en Nicaragua. Rubén Arriola, de Gestor al Consumidor, comparte que en esto influye el hecho de que las personas no investigan primero sobre cómo hacer estos préstamos y tampoco buscan información o asesorías. «Uno de los principales problemas que tenemos los nicaragüenses es que nos vamos de boca y prestamos el dinero en caso de necesidad o que urge de inmediato y a la hora de suscribir el préstamo no nos fijamos inclusive en los contratos».
Arriola señala que aunque haya una Ley que regule estos préstamos no se aplica «porque la gente nunca pone la denuncia y si la llegan a poner es arriesgando a perder sus propiedades o sus bienes». Y considera que estos casos deberían ser regulados con mayor rigurosidad por la Superintendencia de Bancos y Otras Entidades Financieras (Siboif).
El abogado y economista, Luis Núñez, coincide en que se trata de una práctica común que «desgraciadamente» no está regulada. El experto atribuye estos casos al hecho que «puede haber una emergencia, la gente en su desesperación hace un préstamo porque le urge entonces viene y caen en manos de esta gente porque no pueden acceder a créditos del banco». «Todo va a caer en que este tipo de gente no tiene acceso al sistema financiero formal» agrega.
Recomendaciones
Para evitar caer en un caso de usura, Arriola recomienda a la ciudadanía a leer los contratos y asegurarse de que no lleven «clausulas abusivas que los perjudiquen en el futuro», fijarse que esta no abuse con las tarjetas de crédito, revisar en cuánto aumentarán los intereses moratorios, y alerta a no hipotecar una vivienda por un atraso en las cuotas.
Núñez también agrega que «siempre hay que tomar en cuenta la capacidad de pago, aquí nosotros siempre abusamos del crédito, a veces en los mismos bancos los intereses son bien altos entonces hay que saber sacar bien los números y contrastar eso con mi capacidad de pago, es muy importante que nosotros establezcamos un presupuesto antes de caer en manos de este tipo de gente, hay que ver las tasas de interés, las condiciones de pago, a veces en la deseperación la gente cae, pero es importante controlar la necesidad del crédito y ver las condiciones y establecerlos por escrito, es bueno hacer un pequeño contrato y revisarlo bien, esas cosas hay que tomarlas en cuenta».
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