En menos de año y medio de pandemia, el pastor evangélico Rudy Palacios, originario de Jinotepe, Carazo, ha visto desfilar el féretro de varios familiares que murieron a causa del COVID-19 en nuestro país. En total fueron seis de ocho hermanos de la familia Vargas Ramos.
Dos eran mujeres y cuatro varones, de los cuales cinco residían en Nicaragua, y una en Guatemala. Todos mayores de 60 años de edad, pero ninguno inmunizado a pesar que en Nicaragua desde el pasado mes de marzo el Ministerio de Salud inició la jornada de vacunación voluntaria contra el COVID-19.
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Mientras el mundo fabricaba la primera vacuna que sería comercializada al mundo contra el coronavirus, la familia Vargas Ramos oficializó la primera fallecida; Suzana Vargas, madre de Palacios. La señora empezó a presentar síntomas como fiebre desde el miércoles 13 de mayo de 2020. En ese momento nadie sospechó que se trataba del coronavirus, en cambio lo relacionaron a “un padecimiento renal” que había presentado tiempo atrás.
Una semana después fue llevada donde un “internista” quien finalmente determinó que estaba presentando síntomas asociados al COVID-19. Según Palacios, ya era “demasiado tarde” para empezar el tratamiento pues los síntomas tomaron mayor intensidad provocando su muerte en horas de la tarde del pasado 02 de junio de 2020. Sus honras fúnebres se llevaron a cabo a medianoche en el cementerio municipal de Jinotepe.
Palacios sospecha que su mamá se contagió de COVID-19 durante las visitas médicas que hacía rutinariamente al centro de salud.
Posteriormente, el hermano menor de Suzana vargas, Daniel Vargas de 64 años de edad, empezó a presentar los mismos síntomas por lo cual su salud se vio desplomada. La familia pensó que se trataba de dengue, y cuando fue trasladado al hospital “ya era demasiado tarde”. Estuvo internado dos días y al tercero (02 de junio de 2020) se rindió a la muerte.
El reverendo sostuvo que su tío pudo haberse contagiarse tras el fallecimiento de un vecino a causa de la pandemia, ya que según su testimonio, donde habitaba su pariente era uno de los sitios con mayor reportes de muertos por coronavirus de todo el municipio de Jinotepe durante junio de 2020.
Posteriormente, Simón Vargas de 63 años de edad, empezó a presentar síntomas graves relacionados al COVID-19 tras la muerte de su hermano Daniel. Sin embargo, Palacios presume que su tío se contagió en algunas de las ocasiones que salía de su casa para llevar y traer a uno de sus nietos a la escuela.
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“Fue muy rápido”, dijo Palacios, pues Simón Vargas fue sepultado el mismo día que falleció, el 11 de junio de 2020. Los tres hermanos murieron en menos de 20 días, y en medio del primer rebrote de contagios de COVID-19 reportados por el Ministerio de Salud y cuando evidentemente aumentaron los entierros “exprés” y nocturnos que eran grabados por familiares de las víctimas.
Un sobrino joven pudo haber contagiado al primer hermano fallecido en 2021
Casi un año después de haber fallecido Simón Vargas, precisamente el 20 de junio de 2021, murió el cuarto de los hermanos, Leopoldo Vargas de 82 años de edad, y quien era considerado el mayor de la familia. Palacios cree que su tío “Polo” pudo haberse contagiado del virus luego de estar en contacto con un nieto que tenía síntomas como catarro.
“El problema es que Juan no andaba catarro, lo que andaba era COVID, y como Juan era joven y fuerte no le pasó nada, pero mi tío Polo – como ya era un hombre mayor (edad) – fue el más afectado”, relató el líder religioso.
Leopoldo Vargas presentó los primero síntomas como catarro y fiebre a inicio de junio, y posteriormente vino el cansancio. Menos de 15 días después, se conoció su deceso a causa de problemas respiratorios.
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Luego, la quinta víctima del virus en esta familia fue Socorro Vargas, quien vivía en Villa Nueva, en Guatemala, y quien se rindió a la muerte el pasado sábado 11 de septiembre. Según el pastor, “Coquito” presentó síntomas luego que uno de sus hijos enfermara y mantuviera cercana comunicación con la señora.
“Falleció en la noche. A ella (Socorro) la llevaron al hospital pero ya iba muy cansada. Ahí pasó tres días internada hasta que lamentablemente murió”, confirmó Palacios. Sus restos fueron cremados ya que probablemente serán trasladados y sepultados en Nicaragua junto a sus hermanos en el cementerio municipal de donde era originaria.
Asimismo, mientras “Coquito” se despedía de este mundo, en Nicaragua su otro hermano – José Vargas de 80 años de edad y conocido como “Chepito” – empezaba a presentar dolor de cuerpo y problemas estomacales, que posteriormente intensificaron, e incluso su presentó bajones en su saturación de oxígeno.
Cinco días después, el 16 de septiembre, José Vargas falleció a las 7 de la mañana y fue sepultado en horas del mediodía. Ramón y Francisco, son los únicos dos hermanos Vargas Ramos que han quedado luego que el virus cobrara rápidamente seis vidas en la familia. “Se va Coquito, se va Chepito”, dijo Palacios.
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“Es tan doloroso cuando mueren tantos familiares, en el caso de nuestra familia, queda un vacío un dolor horrible. Por eso la gente debería hacer consciencia y tomar medidas mientras el gobierno actúa pasivamente”, agregó.
Según el pastor, “estamos peor que el año pasado” ya que supuestamente en Jinotepe a diario mueren entre 4 a 5 personas por COVID-19, mientras a nivel departamental son hasta 15 los fallecidos diariamente. Sin embargo, las autoridades sanitarias del país reportan un fallecido cada ocho días por coronavirus en Nicaragua.
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