Cuando tenía ocho años, Ernesto Bermúdez estaba claro de la extrema pobreza que rodeaba su hogar. Su madre Maritza Bermúdez preparaba a las tres de la tarde el almuerzo, para alimentar a sus 11 hermanos, porque el dinero que obtenía de la venta de leña y plátano, que ofertaba en el mercado de Granada, no alcanzaba para cocinar tres tiempos de comida.
“En esa época caminaba en el mercado vendiendo sal y tomate para ayudar en los gastos de la casa, mientras mis hermanos mayores apoyaban a mi mamá a ir al campo a rajar la leña y trasladar los plátanos. Eran momentos muy críticos, no desayunábamos, ni cenábamos, era un solo tiempo de comida que se preparaba a las tres de la tarde”, recuerda Bermúdez.
La pobreza de su sencillo hogar ubicado en el barrio Adelita número 2, impidió que tuviera una formación profesional, apenas alcanzó el primer grado, pero gracias a ese breve tiempo de estudio logró aprender a leer y escribir, pero aclara que en materia de números y cuentas nadie lo engaña.
Las «precarias condiciones laborales» de los trabajadores de servicios delivery
En el vertedero La Joya encontró su visión empresarial
Cuando cumplió 12 años decidió ir a trabajar al vertedero La Joya de la ciudad de Granada, para hurgar la basura en busca de material reciclable, como cobre, bronce, plástico y aluminio, siempre para obtener ingresos económicos, con el fin de poder aliviar la pesada carga de su madre, quien tenía que luchar, para vestirlos y alimentarlos.
“Mi niñez fue de sufrimiento, me crié en el vertedero, pero a la vez puedo decir que en ese lugar me formé, porque fue allí donde me surgió la idea de trabajar por cuenta propia como reciclador, al ser la única oportunidad que tenía a mano para poder sacar adelante a mi familia”, enfatiza este mediano empresario.
Con las pocas ganancias que obtuvo compró una bicicleta e inició a recorrer las calles de Granada, para comprar “chatarra” y luego llevar a vender el material reciclable a los centros de acopio de la ciudad. Recuerda que una vez uno de los dueños de estos establecimientos le ofreció trabajo en el lavado de plástico.
“Me fui a trabajar a ese acopio, pero no me gustaba el trato que el dueño le daba a los trabajadores y me prometí que yo iba a tener algún día mi propio negocio e iba a generar puestos de trabajo”, en ese tiempo tenía la edad de 14 años.
La historia de Ramón Potosme, un chorotega que revive sus costumbres ancestrales
Una mano amiga le ayudó a formar su empresa
En uno de esos días que se encontraba lavando bolsas plásticas llegó al centro de acopio un empresario extranjero que se dedica a la compra de material reciclable y que conocía del esfuerzo y los deseos de superación de Ernesto, quien a pesar de ser un adolescente tenía la responsabilidad de una persona adulta.
“Esta persona se acercó y me dijo ‘Ernesto vos podes ser alguien en la vida tenes las fuerzas necesarias, sabes todo lo referente al trabajo del reciclaje’ y seguido me abrió las puertas dándome un financiamiento, para comprar una camioneta, gracias a Dios me fue muy bien y logré con el tiempo tener mi propio negocio”, rememora este hábil negociante.
Con las ganancias que obtuvo, hace seis años compró más de dos manzanas de tierras a orillas de la carretera, cerca de la entrada al sistema penitenciario de Granada. Con orgullo cuenta que logró comprar un camión y brinda empleo a más de 30 personas que se dedican a la recepción, traslado y lavado de más de 50 mil libras de plástico que acopia cada semana.
Como todo empresario en miras de crecimiento está construyendo unas oficinas, para albergar a su administrador y recepcionista, para brindar la atención requerida a sus visitantes y presentarse como toda una mediana empresa. A mediados de este mes espera comprar un segundo camión, para expandir sus compras a varias ciudades del país.
“Para llegar a ser alguien en la vida tienes que venir de abajo, porque así uno valora lo que cuesta la vida. Hoy en día, los jóvenes no saben lo importante que es luchar, porque sus padres le ponen todo al alcance de las manos, mis hermanos y yo nos levantamos desde abajo”, sostiene a sus 31 años Bermúdez.
Mujeres encuentran oportunidad de empleo
Este mediando empresario asegura que su enfoque es seguir creciendo cada día, para generar nuevas fuentes de empleo en su comunidad y apoyar a los jóvenes que tengan los deseos de superación para salir de la pobreza.
Idalia Martínez es una de las más de diez mujeres que se dedica a lavar el plástico de la Recicladora Bermúdez, gracias a este trabajo logra llevar un ingreso que permite sustentar su hogar.
“Tenía dificultad para encontrar un trabajo, pero gracias a esta oportunidad hoy cuento con una fuente de ingreso para mi familia, espero que este negocio siga creciendo, para que más mujeres tengan una oportunidad de trabajo”, comenta.
En diciembre del 2021 inició a laborar María Rodríguez en el proceso de selección del plástico, este trabajo le permite estar en la cercanía de su hogar ubicado en la comunidad El Hormigón y agradece la visión del mediano empresario, porque cada 15 días cuenta con un salario para ayudar a sufragar los gastos del hogar.
Un negocio que protege el medio ambiente
Mario Rodríguez, administrador de la Recicladora Bermúdez es la persona encargada de encaminar este negocio a la visión empresarial, luego de abrir sus puertas hace seis años en el acopio de plástico, que luego es vendido en Managua y transformado en bolsas de diferentes estilos y tamaños.
En un inicio iniciaron comprando a la semana alrededor de tres mil libras de plástico, pero hoy las compras superan las doscientas mil libras al mes, que obtienen de acopios pequeños de la ciudad de Granada y diferentes departamentos del país.
“Cada semana compramos en Granada aproximadamente cien quintales de plásticos que recaudan las personas que se dedican al reciclaje en las calles y en el vertedero de la ciudad y que luego llevan a vender a los depósitos que nosotros le recibimos, con este trabajo evitamos que siga contaminando el manto acuífero del gran lago de Nicaragua”, resaltó Rodríguez.
You must be logged in to post a comment Login