En una sencilla vivienda del reparto Divino Niño en Chinandega, habitan las hermanas gemelas Martha y Martina Urbina Gonzáles, de 74 años de edad, quienes llegaron a esta ciudad cuando Nicaragua experimentaba una cruenta situación de guerra en los años 80, dejando todo en su natal Chontales.
Nacidas en el municipio de Santo Domingo, al crecer y formar su familia se fueron a vivir a Nueva Guinea, pero el conflicto armado afectó con fuerza esa zona por lo que la inseguridad y el temor reinaba en muchos hogares. Así se vieron obligadas a salir de ese lugar y tomar rumbos hacia occidente.
Estas hermanas han tenido que sortear muchas dificultades y actualmente pasan serios problemas económicos para salir adelante.
Ricardo y Alejandro, de 49 y 51 años respectivamente, son hijos de doña Martha, ambos tienen discapacidad. Ellos junto a otra hermana y sobrinos, empacan especies, canela, algodón y otros productos que Israel, nieto de doña Martha, ofrece en su bicicleta en pulperías de diferentes barrios de la ciudad para poder subsistir.
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Vendió un radio y armó maletas para venir a occidente
Doña Martha, cuenta a este medio, que estaba desesperada por venirse donde uno de sus hijos mayores que ya residía en Chinandega, pero no contaba con el dinero para trasladarse con sus otros hijos.
«Tuve que vender un radio que una vecina quedó encantada de su manera de sonar, Yo digo que fue Dios quien hizo el milagro, no la pensé dos veces, se lo vendí y de inmediato busqué como venirme a Chinandega”, recuerda.
La anciana, que hoy vive con su gemela Martina y otros seis miembros de su familia, ha trabajado vendiendo bananos, pescado y el actual pequeño negocio de venta de especies que continúan sus hijos y nietos.
«A veces comemos, a veces no, si queda un poco de la venta, miro que puedo comprar. Yo les digo a ellos que tenemos que acomodarnos», narra la anciana, que implora ayuda.
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Todo cuenta
En la vivienda de esta familia sólo se respira tristeza. En sus ojos se observa la necesidad de poder al menos contar con una vivienda digna. Una casa improvisada cubierta de zinc y tubos que la sostienen, es una zozobra en tiempos de lluvia y rayos, en ocasiones las descargas eléctricas los han golpeado.
Son muchas las necesidades de esta familia, entre esas una silla de ruedas para Ricardo, no tienen cocina ni donde poder lavar su ropa, tampoco instalación eléctrica.
A escasos metros de esta vivienda, reside Arelys Zeledon, secretaria política del Distrito 1 de Chinandega, pero la municipalidad se ha hecho de la vista gorda y al parecer este caso no ha llegado a oídos de organizaciones de gobierno que pudieran solventar algunas necesidades.
«Aquí ayudamos entre todos a preparar la venta para que mi sobrino las vaya a ofrecer», relata Santos Ricardo, hijo con discapacidad motora, quien comentó que desde los ocho meses vive con esta condición y actualmente le urge una silla de ruedas para poder movilizarse.
Los otros hijos de doña Martha viven también en una pobreza extrema, por lo que no tienen capacidad económica para apoyarla junto a su hermana.
La familia, además de solicitar ayuda, agradece a quienes les pasan dejando un bocado de comida. Todas las mañanas despiertan con la fé en que Dios les cambie esta manera de vivir. Las gemelas residen en el Reparto Divino Niño, del puente quebrado una cuadra abajo, una al norte, dos abajo en Chinandega.
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