Sentado en una silla de madera, con un pincel y varios colores de pintura, se encontraba Marlon Flores en su taller de artesanías dando los últimos retoques a una máscara de uno de los bailes más populares y tradicionales de la ciudad de Diriamba, Carazo como es el Toro Huaco.
Marlon, es reconocido en dicha ciudad con el sobrenombre de “El mascarita”, seudónimo que se ha ganado junto a su familia, por ser los creadores y artesanos de las máscaras de los distintos bailes folclóricos que acompañan a la venerada imagen de San Sebastián, patrono de los fieles católicos diriambinos.
A pesar que el tradicionalista y artesano es licenciado en Turismo y Hotelería, a falta de oportunidades laborales tomó la decisión de poner en práctica lo aprendido desde los siete años. Su abuelo materno le enseñó el arte de confeccionar, tallar y pintar máscaras.
“Yo miraba como mi abuelo y mamá hacían máscaras. Viendo empecé a aprender y luego mi abuelo me fue enseñando. Inicié haciendo el ‘guachapeado’, así se le dice comúnmente a darle forma a la madera, luego aprendí a pintar y decorar. Este arte es nato ya de nosotros, lo traemos en la sangre, nuestro taller fue fundado por mi abuelito don José Flores, quien falleció hace seis años y ésto fue el legado que él nos dejó, nuestro sustento y trabajo diario”, dijo Flores mientras pintaba al Toro Huaco.
El taller donde labora Marlon, tiene más de cien años de existencia y lleva por nombre José Flores, en honor a su abuelo, quien dedicó toda una vida en la promoción y proyección de la cultura diriambina. “El taller viene de generación en generación y junto con mi familia hemos seguido con el proceso de elaboración de tallado y fabricación de réplicas”, dice el artesano.
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Proceso y confección de máscaras, un arte hecho a mano
La búsqueda del talalate, madera con la que se fabrican las máscaras, es el primer paso para empezar la confección. Esta es una madera especial que se encuentra en la zona costera de Carazo y que prácticamente está curada por la sal y minerales del mar, lo que permite que una máscara dure más de 50 años.
“No se dibuja, solo se marcan los puntos y luego vamos tallando la máscara, la mayor parte del tiempo las hacemos personalizadas para promesantes de San Sebastián, tomamos la medida de la cara del cliente y así lo vamos tallando poco a poco con nuestras manos, pero si es para adornos pues tenemos una medida estándar”, detalló Flores.
Con pinceles y pintura de varios colores, Marlon empieza a darle forma a las máscaras, la del Toro Huaco es la que más elabora, es una pieza que asemeja el rostro de un español, color de piel blanca, cabello amarillo, ojos azules y labios rosados, asimismo fabrica los muñecos a los cuales se les hace su vestimenta completa.
“En este taller solo trabajamos mi hermano, mi mamá, mi hija y yo, las mujeres se dedican a confeccionar las vestimentas de los muñecos, se les hace el sombrero y se les ponen sus plumas de pavo real, sus pantalones y todo, eso ya queda listo para venderlo en los mercados de artesanías”, añadió Flores.
Además de ofertar en su taller, las máscaras son comercializadas en el mercado de artesanías de la ciudad de Masaya y Roberto Huembes, puertas que Marlon ha abierto poniendo en práctica sus estudios de turismo. Además, en ocasiones cumple con pedidos hechos por el Instituto Nicaragüense de Turismo (INTUR).
“Los precios varían, este año todo el material subió y ésto nos ha llevado a incrementar el valor del producto: una máscara personalizada cuesta 1700 córdobas y una sencilla 1200, un Toro Huaco pequeño 300 córdobas, uno mediano 350 y el grande 400 córdobas”, añadió Flores.
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Devoto y promesante de San Sebastián
El joven diriambino no solamente confecciona las máscaras del Toro Huaco, también toca el pito y el tambor para un grupo de 150 bailantes, todos promesantes de “Wachan”, quienes son los que anuncian la llegada de la imagen a un punto determinado.
Marlon Flores comenta que el tambor está hecho de cuero y madera y la flauta de carrizo, una madera parecida al bambú. Estas dos piezas son fundamentales para dar el son del baile. “Yo aprendí de mi abuelo, él era quien tocaba esos instrumentos, lo hizo hasta cumplir los 85 años pues pagaba una promesa al santo. Yo también soy promesante, no fue fácil aprender a tocar, porque si tocaba el pito no tocaba el tambor, pero mi abuelo me ponía a practicar, además que la música del Toro Huaco es una pieza única “.
Flores divide su tiempo para hacer máscaras y para practicar con los miembros del baile desde el mes de abril hasta el mes de enero, mes en el que se celebran las fiestas patronales en honor al santo patrono de los católicos, “para este tiempo yo dejo el taller, no agarramos pedidos porque me dedico al baile y a pagar mi promesa, no descansamos desde el 17 de enero hasta el 30, yo ando con el santo por todos lados junto al baile tocando el pito y el tambor”.
El taller de José Flores ha recibido varios reconocimientos de parte de INTUR y la alcaldía municipal de Diriamba, por su trayectoria en confección y fabricación de máscaras. También por ser impulsores de las tradiciones del pueblo siendo reconocidos a nivel nacional e internacional.
El baile del Toro Huaco es una pieza folclórica propia de las fiestas patronales de Diriamba, y su origen está vinculado a una leyenda llamada “El Cacaste” y según las creencias de los católicos el baile al son del pito y el tambor anuncia la llegada de la imagen. El baile va ordenado en una fila india y su máscara es muy distinta a la del Macho Ratón, ésta asemeja el rostro de un caballo y es considerada la primera obra teatral de la literatura nicaragüense.
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