Una de las Misioneras de la Caridad de la orden de Madre Teresa de Calcuta, manifestó este jueves al semanario católico español Alfa y Omega, que un día antes de ser expulsadas de Nicaragua, entregaron a sus familias a las niñas que habían sido abusadas y a quienes cuidaban para protegerlas de sus agresores.
“El día antes de salir vino un grupo de Sant’Egidio y llevó a los ancianos a las casas de otras órdenes. La guardería la tuvimos que cerrar. Y las niñas que habían sido abusadas, todas de entre 8 y 13 años, tuvimos que entregarlas a sus familias. Imagínate lo que fue para ellas volver a su casa. Se iban todas llorando, y nosotras también”, dijo la hermana Paola.
El régimen de Daniel Ortega expulsó el pasado 6 de julio a un grupo de 18 misioneras de esa orden, sin motivo alguno. Las hermanas se dedicaban a darle atención a los más necesitados, tenían un asilo de ancianos para asistir a aquellos que no contaban con pensión y administraban una guardería para cuidar a los hijos de las señoras que salen a vender a las calles.
“Teníamos también un comedor para 133 personas y dábamos comida a las familias necesitadas. Y, en Granada, una casa para niñas que habían sido abusadas”, explicó la hermana Paola. Ella es originaria de Talavera de la Reina (España), y decidió hacerse Misionera de la Caridad cuando murió la madre Teresa.
Las trabas que puso el régimen
La hermana Paola, quien llevaba algo más de siete años de servicio en Nicaragua, detalló que a pesar de esta labor caritativa, el régimen les comenzó a poder trabas de todo tipo para cancelarles la personalidad jurídica y luego ser expulsadas del país.
“Habían sacado una ley por la que el 75% de las hermanas tenían que ser nicaragüenses. No cumplíamos esa cuota, les pedimos ayuda y nos llamaron el 13 de junio a Gobernación”, dijo.
Misioneras de la Caridad expulsadas de Nicaragua dirigirán fundación en Costa Rica
El régimen no ayudó a las monjas. “Empezaron a lanzar una serie de acusaciones que prefiero no comentar porque fueron muy injustas y nos despidieron de muy malas formas”, relató la religiosa. A partir de ese momento “pararon nuestra labor, estuvieron investigando todos nuestros papeles, que los teníamos en regla, y poco después nos expulsaron”, agregó.
Las religiosas llegaron a Costa Rica el mismo día que fueron expulsadas por Ortega, y ya han sido distribuidas por Centroamérica. Paola y otras tres hermanas van a abrir una casa en Cañas, provincia de Guanacaste, Costa Rica, que está en la frontera con Nicaragua.
“Las superioras vieron que era un buen sitio. Vamos a seguir sirviendo a Nicaragua desde fuera”, dijo y añadió que no dudan que hay una clara persecución contra la Iglesia católica en Nicaragua. “Para nosotras ha sido una agonía”, indicó.
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