En una pequeña antesala que dirige hacia la oficina del doctor Pedro Joaquín Chamorro y del poeta Pablo Antonio Cuadra hay una mujer joven, delgada, ojos grandes y vestida de forma extravagante. Es 1966. Su nombre es Rosario Murillo Zambrana, una joven que era conocida como poeta en ese tiempo. Toda persona que quiera hablar con estos dos genios del periodismo y de la literatura, tienen que pedir cita con ella.
Murillo era la secretaria de Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, Mártir de la Libertades Públicas de Nicaragua, y del poeta Pablo Antonio Cuadra. Además fue asistente del periódico La Prensa, una trinchera desde donde se publicaba todo lo relacionado a las violaciones de derechos humanos del somocismo.
Llegó al diario La Prensa cuando tenía 18 años, su paso por este rotativo duró una década, entre 1968 y 1977, según información del mismo periódico. Las personas que la conocieron para ese entonces la recuerdan como una mujer muy simpática, trabajadora, inteligente, poeta destacada y una amabilidad que le caracterizaba: una descripción rotundamente diferente a lo representa en la actualidad para muchos nicaragüenses.
Una de las destrezas que tenía como secretaria y asistente era escribir rápidamente en la máquina: «podía escribir y conversar a la vez», rememoran quienes la conocieron ocupando ese cargo. Murillo era la persona ideal para ese puesto en el periódico porque tenía varias habilidades que muy pocas personas tenían en ese entonces: estudió en Inglaterra y Suiza dominando bien el inglés y el francés.
La oficina de ella era una antesala que estaba en medio de las de Pedro Joaquín Chamorro y de Pablo Antonio Cuadra. «A ambos los manejaba muy bien», cuentan.
«La dirección de La Prensa, en tiempos de mi padre, siempre estuvo compuesta de dos personas: mi padre y Pablo Antonio Cuadra», comparte con Nicaragua Investiga Pedro Joaquín Chamorro Barrios, quien lleva el mismo nombre del Mártir de las Libertades Públicas.
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Una mecanógrafa de primera: «escribía muy rápidamente»
Chamorro afirma que Murillo era como un filtro en este cargo porque era poetisa y el reconocido poeta, Pablo Antonio Cuadra, valoraba mucho su capacidad. Rememora que Murillo tomaba notas en taquigrafía, una máquina que se vale de signos más sencillos que los de la escritura corriente para escribir tan de prisa como se habla. Además escribía en «máquinas que tenían una bolita que daban vuelta muy rápidamente», afirma.
«Como mecanógrafa era de primera», califica Chamorro. «Yo solo conocí en La Prensa a alguien que escribía tan rápido como ella a Horacio Ruíz Solís: tenía una velocidad violenta en la máquina de escribir», asegura.
Chamorro Barrios manifiesta que su padre era muy admirado por muchos: «Rosario tiene que haber admirado en aquel entonces los editoriales de mi padre», puntualiza. «Aunque yo trabajaba en La Prensa como fotógrafo, llevaba las fotos y escribía poesía que en algunas oportunidades, como no sabía escribir en máquina, Rosario me las pasaba a máquinas: tenía esa comunicación conmigo», rememora el hijo del Mártir.
Destaca que el cargo que Murillo ocupó en La Prensa fue como una escuela para ella por lo que era uno de los periódicos más importantes para ese entonces. «Todo lo que tenía que ver contra Somoza pasaba por ese canal que se llamaba La Prensa», afirmó Chamorro. Es decir, la secretaria absorbió cómo Pedro Joaquín Chamorro combatía a la dictadura somocista con su vasta lucidez a través de la pluma.
«Yo llegaba con mi padre al periódico: veía que mi papá tenía una relación excelente con doña Rosario, una relación de trabajo muy buena», explica Chamorro. Recuerda que Murillo para ese entonces vestía como hippie, algo informal para muchos, pero para el hijo del Mártir no le era de mucha importancia puesto que era la época de la moda y el auge de los Beatles.
Murillo: la joven inteligente, simpática y con grandes aspiraciones en la vida
Ángela Saballos es otra periodista que conoció a Murillo muy de cerca. Afirma lo relatado por Pedro Joaquín Chamorro: «ella siempre estaba en la máquina, era súper veloz», dice. La describe como una joven que era adicta al trabajo, pero agregado a eso siempre podía conversar. «Ella trabajaba y atendía todo: tenía tiempo para conversar y para reírse», recuerda.
Saballos manifiesta que Murillo fue una esponja adquiriendo la información de todo lo que podía conocer en ese momento. La recuerda como una joven «muy simpática, una muchacha muy inteligente, llena de ilusiones y esperanzas en el futuro».
Pero no todos tienen esa visión de la actual vicemandataria. El periodista Ernesto Aburto conoció a Murillo cuando él llegó a buscar trabajo a La Prensa, ella misma recibió su curriculum para ser visto por Pedro Joaquín Chamorro. La recuerda como una mujer muy autoritaria por las quejas de muchos empleados y periodistas a quienes les bloqueaba las entrevistas personales con el director de ese periódico.
«Ahí pasaba a hablar con los jefes quien ella pensaba que podía ser recibido por los jefes y los hacía pasar; quien no, ella misma los devolvía», recuerda Aburto. Además, puntualiza que por este filtro que manejaba Murillo se ganó personas que le adversaron tanto políticos como poetas.
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Filadelfo Alemán, un periodista que trabajó en La Prensa en ese tiempo, coincide con la descripción de Ernesto Aburto y Ángela Saballos cuando Murillo era la secretaria de Pedro Joaquín Chamorro. El periodista la describe como una mujer intelectual y que ha leído mucho.
«Ahí aprendió prácticamente periodismo. Aprendió todo lo que sabía Pedro Joaquín Chamorro porque era la que más contacto tenía con él. Absorbió todo los conocimientos y la forma en que trabajaba La Prensa», subraya Alemán.
«Era una muchacha tranquila, muy activa y de vez en cuando llegaba a la redacción; casi no platicaba con nosotros pero tenía sus amistades. En ese tiempo trabajó en La Prensa William Ramírez, Bayardo Arce», afirma Alemán.
Una fuente cercana confirma que Murillo siempre ha sido una persona que trabaja sin descansar. Una de las oportunidades que tuvo en este diario fue publicar extensos textos cuando era una joven, afirma. «Una muchacha tan joven que la dejaran publicar en La Prensa Literaria, eso es muy importante», cuenta, y resalta que tras escribir y hacer uso de la palabra Murillo logró sobresalir en el Diario.
Cuando Murillo trabajaba en La Prensa ya tenía vínculos con el movimiento sandinista; además, pertenecía al Grupo Gradas, un colectivo cultural conformado de poetas y pintores que recorrían las ciudades de Nicaragua para instalarse en los atrios de los templos a recitar poemas contestatarios en contra de la dictadura de Somoza, y pintando «murales efímeros».
Parte del liderazgo de este grupo fue encabezado por Rosario Murillo a mediados del 1974, quienes formaron parte de este grupo eran: el compositor y cantautor nicaragüense Carlos Mejía Godoy, los poetas David Macfield, Wiston Curtis y Guillermo Menocal, más los pintores Genaro Lugo, Alfonso Jiménez y Efrén Medina.
Entre 1976-1977 Murillo fue arrestada por alteración al orden público, pero fue liberada al poco tiempo. Una vez en libertad, se exilió en Costa Rica dejando repentinamente su puesto como secretaria en La Prensa.
La mujer en que se transformó
Rosario Murillo ahora es la vicepresidenta y coordinadora del Consejo de Comunicación y Ciudadanía de Nicaragua. Un papel que ha llevado incansablemente durante los trece años en el poder. Murillo no es una política tradicional. Maneja los tiempos a su favor y ha demostrado que es una mujer que no es negociadora. Impone su poder y lo sabe manejar de forma vertical. «En la presidencia, la Rosario es 50% y Daniel, 50%», aseguró el propio Daniel Ortega en una conferencia pública, así dándole poder a su consorte.
Las personas que conocieron a Murillo muy de cerca manifiestan que la metamorfosis de esa joven con carisma y amabilidad no se asemeja a la ahora vicepresidenta, pues hay un personaje ahora donde todas «esas habilidades están al servicio de unos valores y unas ideas distorsionadas», indica una fuente que prefiere ser no citada por temor a represalias.
La misma fuente señala que el personaje de Murillo se fue transformando por tres factores: la religión, lo astral y la revolución que ella ha construido a su parecer.
«Estos rasgos de personalidad fue porque durante la revolución ella sufrió mucha exclusión, que no se le permitía y ella quería tener», dice la fuente, como uno de los motivos por los cuales se fue deformando el personaje de Murillo. Además, tras hechos ocurridos que presenció fue acumulando mucha negatividad, resentimiento y necesidades de querer recuperar lo perdido.
La oportunidad que tuvo Murillo para «rescatar» todo de lo que había sido excluida y los acontecimientos negativos, influyeron notablemente en los rasgos de su personalidad que hoy la definen en el poder. Entre ellos está no tener amistades y alejarse de todo: «el poder trastoca toda su figura como personalidad», señala la fuente.
«Lo que ella cuida es la hegemonía de la ideas. Es decir, que nadie se le meta en el patio a contradecirla, a confundir a los seguidores. En la medida que ella considera que sus palabras son la doctrina y la oración de todos los días es lo que quiere que nadie escuche nada más», dice nuestra fuente.
«De una joven amable a una vicepresidenta despótica»
Sin embargo los periodistas que la conocieron en su juventud, destacan que Murillo ahora, como estrategia de comunicación, persigue los once principios de Joseph Goebbels, quien fue el ministro para la Ilustración Pública y Propaganda del partido Nazi.
Goebbels estableció como política de comunicación, mover masas bajo una sola ideología, los cuales se han usado en la actualidad y siguen siendo relevantes en este ámbito para los partidos de izquierda.
«Cierto que tu política de comunicación desde que llegaste al gobierno se ha regido por la máxima aquella de que ‘una mentira repetida suficientes veces, se convierte en verdad'», señala una carta abierta de la poeta Gioconda Belli hacia Murillo, y que le achaca uno de los principios de Goebbels.
«No es la primera carta que te escribo, Rosario. De tu manía por tergiversar las cosas y de tu habilidad para torcer la realidad, he sido testigo más de una vez. Admito que no pensé que el poder destruyera tan absolutamente tu poesía», dice otra parte del mensaje de la afamada poeta nicaragüense.
Rosario Murillo representa «odio, destrucción y muerte»
Para Ángela Saballos es sorprendente el cambio que ha tenido Murillo. «De una joven amable a una vicepresidenta despótica», señala, y dice que ella no esperaba que escalara en su carácter hacia esa manera de ser: «difiere totalmente con la joven que yo conocí», acotó.
«Ha sido una estudiosa de Goebbels, sobre todo, de la comunicación de los medios izquierdistas: ahí parte su manera de ser», señala Alemán.
Sobre la obsesión de Murillo en mantener centralizada la comunicación únicamente para que sea escuchada a través de los medios de su propiedad, es, según Ángela Saballos, «los once principios de Goebbels que estás diciendo lo que vos querés decir: ‘repite una mentira y repítela tanto que se termina en una verdad o distraer a la gente de lo que verdaderamente es importante’», algo que la poeta Gioconda Belli también le criticó a la vicepresidenta.
La única vocera que puede hablar en nombre del gobierno
Saballos remarca que Murillo se volvió una persona detrás de una muralla de flores separándose del resto de la humanidad. Pues nadie más volvió a tener ese acceso de comunicación y se volvió la única vocera que puede hablar en nombre del gobierno sandinista. «Todos los demás se volvieron mudos, inclusive, hizo una especie de política informativa que más bien era como una política de la desinformación, del silencio, del ocultamiento», subraya Saballos.
Saballos recuerda que en el primer mandato de Daniel Ortega se le podía acercar y hacerles preguntas sin ningún obstáculo. «Pero esta vez que subieron a la presidencia en el 2006-2007, hubo una barrera total, una imposibilidad de acercarse, de saludar y de platicar», afirma.
Pero Filadelfo Alemán recuerda que la última vez que miró a Murillo fue en el primer mandato de su esposo en 1985. El periodista llegó a la secretaria del Frente y la siguió diciéndole: –»¡Rosario, acordate de los viejos tiempos, dame una entrevista!». Pero la esposa de Ortega, la joven amable y sociable, ignoró rotundamente al periodista.
Alemán enfatiza que tras haber consumido todo un conocimiento amplio durante el cargo como secretaria es cómo surge su «capacidad de manejar la comunicación del gobierno». Destaca que Murillo sabía cómo era nocivo para un dictador el medio de comunicación: «por eso trata de controlarlos», señala.
«Ella era una mujer que defendía la libertad de prensa, pero ahora lo que está haciendo es coartar la libertad de prensa. Ese centro de comunicación que tiene es increíble. Maneja los canales de televisión que son la mayoría del gobierno», manifiesta Alemán, y agrega que todo el que «salga en contra de Daniel Ortega y su dictadura, lo van a combatir de cualquier forma», enfatiza el periodista.
Ernesto Aburto considera que Rosario Murillo va a pasar a la historia de este país, «ya sea para bien o para mal, una historia para sus amigos, enemigos, para sus admiradores, simpatizantes y no simpatizantes. Es una persona que con su esposo ya marca un hito en la historia nacional», finalizó el periodista.
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