Rosa Marina Zelaya, entonces presidenta del Consejo Supremo Electoral, trataba de mantener el orden y contener los ánimos en el hemiciclo de sesiones de la Asamblea Nacional.
Los diputados recién asumían su cargo luego de las elecciones generales que se habían realizado el 20 de octubre de 1996.
Ese 9 de enero de 1997 discutían cómo debía elegirse la Junta Directiva de ese poder del Estado. El Frente Sandinista pedía que el voto fuera secreto, mientras los liberales exigían que fuera público.
Según el Frente Sandinista, el voto secreto evitaría que los diputados que no querían elegir una Junta Directiva a la medida de Arnoldo Alemán, sufrieran las consecuencias de no haber cedido a los sobornos del recién electo presidente del país.
“Porque se ha recurrido a reunir a los diputados en Montelimar, a ofertarle cargos, ofertarles dinero, o si no a amenazarlos con represalias si no votan a favor de una Directiva que le de mayoría a la Alianza Liberal, y que por lo tanto subordine a la Asamblea al Ejecutivo”, dijo Daniel Ortega, que entonces se debía conformar con una diputación tras haber quedado en segundo lugar en los pasados comicios.
Parece curioso, considerando que, según opositores, Daniel Ortega hoy tiene el control de ese Poder del Estado bajo los mismos artilugios de los que acusaba a su entonces mayor rival político. Sin embargo, en ese entonces, el caudillo sandinista consideraba que la base de la democracia era “la independencia de poderes”.
Cinco maneras en las que Ortega superó a Somoza
“Creo que todavía estamos a tiempo de resguardar la autonomía, la independencia de este Poder del Estado”, expresó Ortega preocupado, según consta en el diario de debates de la Asamblea Nacional que recoge de manera íntegra las intervenciones de los diputados durante esa sesión.
Ortega pedía que la Junta Directiva de la Asamblea Nacional fuera conformada de manera equitativa por los diferentes partidos políticos representados en el parlamento y acusó a Alemán de tratar de someter a los diputados a sus intereses.
“El planteamiento del Doctor Arnoldo Alemán es de conformar una Junta Directiva donde tengan ellos una mayoría, con cuatro representantes por lo menos, que entonces subordine a esta Asamblea Nacional al Poder Ejecutivo”, denunció.
#EnVideo | En 1997 Daniel Ortega protestó y amenazó con violencia si Arnoldo Alemán elegía una Junta Directiva en la Asamblea Nacional plegada a sus intereses. Dijo que eso era «atentar contra el Estado de derecho y la democracia», hoy superó a su aliado pactista- Video: AP pic.twitter.com/GWAI6PLaQF
— Nicaragua Investiga (@nicaraguainvest) January 11, 2022
Para el Ortega de esos años, el hecho que Alemán lograra su cometido de controlar la Asamblea Nacional representaba un atentado contra la democracia y decía sentir el deber de “rescatar el Estado de Derecho para Nicaragua”, impidiendo que la Junta Directiva que se eligiera fuera de tendencia arnoldista.
Las palabras de Ortega fueron secundadas por Bayardo Arce quien aseguró que como diputados de oposición debían hacer esfuerzos por “tratar de validar el Estado de Derecho y por tanto el principio constitucional de la independencia de los Poderes del Estado” y que por tal razón, debían elegir una Junta Directiva equilibrada “que no entregue este Poder del Estado a las decisiones y designios del Poder Ejecutivo”.
Las casas confiscadas por Ortega en 1979
Como era su costumbre, Daniel Ortega amenazó con revivir la violencia si sus peticiones no eran escuchadas.
“Es lo único que podría salvar a nuestro país de una crisis de mayores proporciones, que solo traería inestabilidad y mayores problemas a todo el pueblo nicaragüense. Nuestro compromiso hermanos nicaragüenses, y estimados diputados, es con el pueblo, es con la Constitución, es con el Estado de Derecho, y vamos a defenderlo en esta Asamblea, y vamos a defenderlo también con el pueblo en las circunstancias que sea necesario”, advirtió.
Llamó a los diputados a ser dignos y no dejarse someter
Después de la amenaza, Ortega hizo un llamado a los diputados de la Asamblea Nacional a que asumieran “realmente una posición valiente, digna y firme, que venga a consolidar la autonomía, la independencia de este Poder del Estado, y que de esa forma empecemos a rescatar el Estado de Derecho y la Constitución de la República”.
Para el Ortega opositor de aquella época, no tenía sentido que la Asamblea Nacional operara bajo control del Presidente de la República- a como lo hace ahora bajo su mandato dictatorial-
“Y si de eso se tratara, ¿entonces para qué queremos Asamblea, si es para ser un instrumento del Ejecutivo? pues mejor desaparezcamos la Asamblea», sugirió.
Finalmente el Consejo Supremo Electoral decidió por unanimidad no dar lugar a la petición del Frente Sandinista y ordenó que la elección de la Junta Directiva de la Asamblea Nacional fuera a través del voto público.
Entonces Ortega indignado hizo levantar a sus 36 diputados y abandonar el hemiciclo. Algo que él no tolera ahora de sus adversarios políticos a quienes ha amenazado con retirar su pago o desaforarlos si ejecutan el abandono como método de protesta.
El día que Ortega lloró al entregar la presidencia de Nicaragua
Los periodos legislativos con Ortega dentro de ese Poder del Estado fueron más que convulsos. Pleitos, huelgas, protestas y hasta puñetazos fueron noticia casi a diario.
Además, Ortega afianzó su papel de opositor violento llevando esos métodos a las calles y sometiendo a Arnoldo Alemán a como lo había hecho con el gobierno anterior; a punta de violencia y hostilidad.
Ortega y las palabras que hoy regresan a él
El discurso de Daniel Ortega es una bofetada a su actual gestión. Sus palabras regresan a sí mismo en lo que parece ser una autocrítica venida del pasado. Con prebendas y favoritismos el caudillo sandinista de la tercera edad ha acaparado el control de ese parlamento al que una vez llamó a tener dignidad y no dejarse someter por los intereses y presiones del Presidente del país.
Como Presidente de la Junta Directiva del Parlamento se reeligió para este próximo período legislativo el sancionado Gustavo Porras, uno de sus más serviles funcionarios y empecinados aduladores de la pareja dictatorial.
Pero el control de Ortega va más allá de controlar a la Junta Directiva a como acusó a Alemán. Él controla desde hace más de una década todo el parlamento. Tiene 75 diputados a su favor, aunque el resto, que se definen como opositores, operan bajo sus influencias también.
Es así que Ortega puede decidir qué ley se crea y cuál deja de existir a su conveniencia, a como ocurrió recientemente cuando aprobó un combo de leyes restrictivias, que criminalizan a la oposición y con las cuales llevó a prisión a más de 30 líderes opositores, entre los que se encuentran siete ex aspirantes presidenciales.
Diputados sandinistas, marionetas del partido
Para afianzar su control sobre sus diputados, Ortega no ha escatimado en rebajar a los suyos. El 25 de junio de 2013, destituyó a la leal Xochilth Ocampo, luego que esta se abstuviera de votar a favor del Canal Interoceánico, que entregaba sin reparos buena parte del territorio nacional al controversial empresario chino Wang Jing.
No importó la fidelidad, ni las adulaciones de Ocampo, Ortega emitió un mensaje claro: en el Frente Sandinista no se puede pensar, solo se debe obedecer.
Aunque Ortega acusaba a Alemán de emprender “las prácticas del somocismo y la fórmula aquella de ofrecerle a la gente, plata, palo o plomo”, son esos los mismos métodos que lo llevaron a controlar por completo el Poder Legislativo.
Daniel Ortega, el reo más privilegiado que ha habido en Nicaragua
Uno de los que fue parte de la política “plata, palo o plomo” impulsada por Ortega fue Wilfredo Navarro. El otrora diputado liberal fue acariciado por las estrategias de convencimiento del sandinismo y es ahora un férreo defensor del caudillo sandinista, y no solo eso, el partido rojinegro lo ha convertido en uno de sus representantes “más dignos”, llevándolo incluso a ser negociador del diálogo nacional durante las protestas de abril de 2018.
“Ahí la cizaña, la envidia, la ambición no permitía una verdadera unidad”, dijo Wilfredo Navarro al sandinista canal 4 de televisión sobre las razones por las que según él la oposición nuca logró consolidarse, obviando que él fue parte de esos opositores que cedieron a sus ambiciones personales y allanaron el camino de Ortega para un eterno mandato.
Ahora, Navarro recibe su paga; volvió a ocupar un lugar en la Junta Directiva de la sandinista Asamblea Nacional, siendo el segundo secretario. Está claro sin embargo que dentro de las filas de este partido nada está ganado; una palabra mal dicha, una acción mal pensada, lo pueden hacer caer al lugar donde ningún sandinista quiere estar jamás: su lista de enemigos públicos, sino basta con ver el más reciente final de Leonardo Torres.
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