Veinticinco minutos después del terremoto que sacudió el centro de Japón el día de Año Nuevo, un tsunami de varios metros de altura azotó el pueblo de Shiromaru, causando devastación en esta comunidad costera donde residen mayoritariamente ancianos.
Una persona murió, pero los cerca de cien residentes de la aldea, como Yukio Teraoka y su esposa, conocían perfectamente el protocolo de evacuación, así que salieron corriendo de sus casas y pudieron huir a tiempo a terrenos más elevados.
«Ya no podemos vivir en nuestra casa», relató a la AFP Teraoka, de 82 años, que junto a su esposa intenta sacar con una pala la arena empapada que entró a su hogar con el maremoto.
«Allí hay 30 kilos de arroz», dijo su esposa, que se puso guantes de goma rojos, un gorro de lana y una mascarilla protectora, señalando un contenedor del tamaño de un frigorífico en el suelo.
«Pero ahora que está empapado por el agua de mar, no sirve para nada», explicó.
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En otras localidades de la península de Noto, el terremoto de magnitud 7,5 también sembró la devastación y una maraña de escombros de madera, metal y plástico cubren las calles.
Amontonados en el suelo, se ven muebles, colchones y zapatos, además de un peluche empapado de Snoopy, aunque en Shiromaru, como en muchas localidades rurales de Japón, no hay niños en edad escolar.
Según un balance del sábado, el terremoto dejó 126 muertos y cerca de 200 desaparecidos. Más de 30.000 personas están refugiados en albergues.
«No hemos recibido ninguna ayuda» –
En Shiromaru sólo unas pocas personas trabajaron el viernes para limpiar los escombros, con poca ayuda de las autoridades que están sobrepasadas.
«No crep que hayamos recibido equipos ni alimentos en cantidades sustanciales», dijo a la AFP Takushi Sakashita, un hombre de 59 años que vive en una zona cercana.
Sakashita explicó que no quiso recoger raciones de alimento en un refugio cercano para que pudieran distribuirlas entre quienes más las necesitan.
«Yo mismo trato de no desplazarme para ahorrar gasolina, porque las gasolineras no funcionan y hay una escasez grave de combustible», añadió.
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Shiromaru todavía es accesible por carretera, pero muchas comunidades permanecen aisladas después de que cientos de desplazamientos de tierra dejaran las rutas intransitables.
Decenas de miles de residentes también están privados de electricidad y agua corriente.
«El tsunami vino desde la ensenada a través del río y luego cruzó la calle», relató Toshio Sakashita de 69 años, quien calcula que su casa quedó sumergida por unos 2,5 metros de agua.
Las olas arrasaron los pisos bajos de muchas casas de madera, barriendo con todo a su paso.
«No hemos recibido ninguna ayuda de las autoridades. Mire, la calle principal sigue bloqueada debido a los escombros, que no se han movido», añadió Sakashita.
«Tendremos que permanecer en un refugio con todos durante unos tres meses», afirmó Teraoka. «Luego, durante dos o tres años, viviremos en residencias temporales, porque toda la prefectura de Ishikawa se vio afectado por el desastre».
«Tarde o temprano moriremos. Ya tenemos más de 80 años», dijo.