El costo de la canasta básica sobrepasa el nivel de ingresos de algunas familias nicaragüenses, quienes no logran suplir todos los productos que esta contiene, afectándose así la calidad de la alimentación de cada uno de los miembros dentro del hogar.
El promedio del salario mínimo en Nicaragua es de C$6,624.35, mientras que la canasta supera ya los C$15 mil; es decir, que este logra cubrir apenas el 43% de todos los productos necesarios para una dieta equilibrada.
La doctora Jeimy Jarquín, médico internista y experta en nutrición clínica, reconoce que “evidentemente, de acuerdo a una persona que tiene un salario mínimo, es casi imposible abarcar todos los alimentos que se necesitan” para un adecuado consumo de alimentos. Sin embargo, destaca que al diseñar un plan alimenticio para algún paciente es fundamental que este se ajuste a sus ingresos.
“Cuando diseñamos un plan de alimentación, lo primero que hacemos es investigar al paciente y dentro de ello también está la condición económica, porque para elaborar un plan de alimentación se hace de acuerdo a las necesidades del paciente y de acuerdo a la economía del paciente; no podemos nosotros enviar a un paciente a que coma salmón o alimentos caros que sabemos que no va a poder adquirir” detalla la especialista.
¿Comer sano y barato?
La Dra. Jarquín insiste en que “realmente no es necesario que comamos tan caro para que comamos bien, porque con cosas básicas podemos comer saludable”. Explica que lo principal es comer proteínas, carbohidratos y grasas, las cuales “en el caso de las proteínas podemos obtenerlo a través del pollo, carnes, y huevos que es una proteína de alto valor y que no tiene un costo tan elevado; los carbohidratos en el arroz, el gallo pinto, la papa, el maduro, la avena; y dentro de las grasas tenemos aguacate, queso, frutos secos. Entonces, sí se puede adaptar, solamente es saber cómo hacer tus comidas”.
Para la especialista, “lo principal para que una alimentación sea correcta es que sea sostenible, que el paciente pueda vivir de acuerdo a sus ingresos económicos”, y que esta no sea vista como una dieta “mientras mejoro de mi salud o mi condición física”, sino como algo “a ejercer toda la vida”.
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“Tenemos que aprender a comer, a veces nosotros gastamos más dinero comiendo cosas que no nos van a nutrir; por ejemplo, si compro un bombón, mejor compro un banano que tiene el mismo precio. Lo importante es que nosotros como nicaragüenses aprendamos a comer y saber que nosotros podemos comer saludable y no es necesario que vamos a gastar un montón” agrega.
Déficit alimentario
Sin embargo, a pesar de que es posible llevar una dieta balanceada a un bajo costo y con un plan apegado a la realidad económica de cada hogar, en Nicaragua son pocas las personas que tienen la posibilidad de pagar una consulta nutricional para asegurar el consumo de todos los alimentos necesarios.
Aunque en los mercados locales es posible encontrar una gran variedad de productos, vegetales y verduras, a buen precio y que aportan gran cantidad de vitaminas y minerales, y todos aquellos micronutrientes que el cuerpo necesita, existen núcleos familiares que no logran tener acceso a los productos suficientes.
Los bajos ingresos de un hogar pueden llevar a un déficit nutricional, un riesgo que aumenta ante la prevalencia de la crisis económica, el desempleo y la incertidumbre política.
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