En medio de la segunda ola de contagios de COVID-19, el Observatorio Ciudadano ha extendido un llamado a la población para llevar a cabo una cuarentena voluntaria debido a la falta de medidas gubernamentales. Sin embargo, la implementación de una cuarentena no es una alternativa disponible para todos.
Algunas empresas han tomado la decisión de continuar operando a distancia, pero no todas las áreas laborales tienen la oportunidad de ejecutar el trabajo remoto, algunas por su naturaleza deben permanecer ejecutando sus labores desde campo, lo que pone en riesgo su salud.
Las principales profesiones en riesgo son ante todo aquellas asociadas a los servicios de salud, ya que son quienes se encuentran “en primera línea” ante la pandemia, el personal sanitario debe atender directamente a pacientes con coronavirus o bien deben acudir a clínicas u hospitales a realizar sus labores, lugares en los cuales puede haber significativos casos positivos.
«Trabajan en un entorno de alta carga viral y además ellos se exponen a muchos pacientes, pudiendo adquirir la enfermedad o ellos transmitírsela a otras personas, por eso es que el trabajador de salud debe ser vacunado como primera prioridad, situación que no se ha realizado hasta el día de hoy en nuestro país» compartió el epidemiólogo Leonel Argüello.
Desesperación por falta de empresas que distribuyen oxígeno en Nicaragua
Otros trabajadores que se encuentran en riesgo son los conductores. En el bus, el chofer no puede controlar que los pasajeros usen mascarillas pues no existe ninguna regulación oficial de parte de las cooperativas que les obligue a portar una al abordar la unidad de transporte, además tampoco se regula la cantidad de pasajeros a bordo, por lo que los autobuses se convierten en uno de los principales focos de contagios. «Están expuestos a unas cantidades enormes de gente que entra y sale del bus y están en un mismo ambiente, tienen una alta exposición» confirma el doctor Argüello.
De igual forma, los taxis se han convertido en una alternativa —para quienes tienen las posibilidades de costear estas tarifas— para evitar las aglomeraciones del transporte colectivo; sin embargo, por el alto número de contactos al día, los taxistas corren un elevado riesgo de ser contagiados por algún pasajero.
Otros trabajadores expuestos son los conductores de los servicios a domicilio, los cuales se han popularizado por la misma pandemia ya que protege a los ciudadanos de aglomeraciones en distintos establecimientos pero que pone en riesgo a quienes acuden a hacer los pedidos y entregas.
Los bancos también son un punto de riesgo debido al constante flujo de clientes que acude a estos, sobre todo a inicios de cada semana, o bien tras cada fecha de pago. Aunque con la pandemia, muchas entidades bancarias decidieron ofrecer transferencias ACH gratuitas para evitar que los tarjetahabientes fuesen personalmente a realizar sus depósitos, este cobro ha sido retomado por la mayoría de bancos nacionales, por lo que la muchas personas prefieren acudir a una sucursal y no asumir el costo de la comisión, exponiéndose a los trabajadores y clientes.
Los docentes también se encuentran en una de las áreas laborales de alto riesgo. «Los docentes tienen entre 30 a 60 niños, cualquiera de ellos, aunque no tenga síntomas puede contagiar al maestro y también al revés» destaca el doctor Argüello.
Implementación de protocolos
El experto señala que en el caso de que algunas empresas no puedan enviar a sus trabajadores a trabajo remoto entonces lo que debe implementarse son protocolos o guías que todo el mundo deba cumplir de forma estricta, «por ejemplo, todo el que llega a la empresa hay que tomarle la temperatura, tiene que lavarse las manos con agua y jabón pro más de 40 segundos o con alcohol gel frente a una persona que esté monitoreando eso, tiene que llevar su mascarilla bien puesta, y siempre mantenerse a al menos a 2 metros de distancia entre una persona y otra».
Sin embargo, no todas las empresas cumplen con estas medidas, en algunos locales del país se ha constatado que no se implementan mecanismos de protección y ni siquiera se obliga a los clientes a portar mascarillas, exponiendo así al personal de atención.
En Nicaragua, donde no existen regulaciones gubernamentales para el cierre de negocios no esenciales, la mayoría de establecimientos han continuado operando de forma habitual. Además, tras una recesión económica de tres años, muchos comerciantes y dueños de pequeñas empresas reconocen que cerrar no es una opción para su subsistencia. Por lo que, los colaboradores de estos locales continúan expuestos a ser contagiados.
El epidemiólogo insiste en que las empresas necesitan de un protocolo que asegure una buena ventilación, el distanciamiento físico, que regule el hecho de que cualquier persona que esté enferma no acuda al centro de trabajo y se realice un monitoreo estricto para que todos cumplan con las recomendaciones que, aunque no son 100% seguras son «barreras que ayudan».
You must be logged in to post a comment Login