El nicaragüense Caín Gutiérrez Alfaro, de 34 años, deberá permanecer en una cárcel de Costa Rica durante 44 años. Gutiérrez fue condenado por el asesinato, en 2018, de Wálter Nelson Antay Rodríguez, un peruano que tenía 10 años de residir en la provincia costarricense de Limón.
Las autoridades policiales revelaron que el nicaragüense era colaborador de Antay Rodríguez, quien poseía propiedades y un restaurante en la provincia de Limón.
Según la investigación, el móvil era matarlo para quedarse con las propiedades y también con el comercio de la víctima. El crimen lo perpetró destrozando en 22 pedazos a Antay, a quién luego metió en bolsas negras y posterior a ello las introdujo en un congelador.
Se apoyó de abogados para quedarse con propiedades de la víctima
Wálter Antay vivía con su hijo que tenía 16 años producto de una relación con su exesposa nicaragüense; mujer a quien el asesino ya conocía, pues también había sido su colaborador en un negocio de Nicaragua.
Para apoderarse de los bienes de su víctima, Caín Gutiérrez se apoyó de 2 abogados que le redactaron escrituras fraudulentas. Los abogados ahora deberán pagar una condena de 3 años con beneficio condicional, lo que significa que durante ese periodo no pueden cometer ningún delito.
Para no levantar sospechas, Gutiérrez se dejó el teléfono de la víctima y desde inicios de septiembre 2018 se hizo pasar por él. Le decía al hijo y a la actual pareja de Antay, una mujer originaria de Guanacaste, que no quería estar más con ellos y que se iba a alejar.
El asesino logró mantener el plan por al menos 2 meses hasta que la pareja de la víctima decidió poner la denuncia de la desaparición.
Mismo móvil de crimen usado dos veces
Las investigaciones de la Policía de Costa Rica revelaron que Caín Gutiérrez también había asesinado a la exesposa de Wálter Antay en Nicaragua.
La mujer había sido encontrada en una fosa ubicada en su misma propiedad. Tras el asesinato de ella, Gutiérrez Alfaro también se dejó su celular y lo utilizó para hacerse pasar por ella y comunicarse con los familiares. Posterior al hecho huyó a Costa Rica donde tramó su segundo plan.
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“La señora desaparece y solo se comunicaba por WhatsApp y por redes sociales con familiares y conocidos. Como Gutiérrez Alfaro quedó solo en la casa, la vendió y luego se vino a Costa Rica, donde comenzó a vivir y a trabajar con Antay desde hace unos dos años”, indicó la investigación del caso.
Las autoridades lograron constatar todo eso luego que, en los allanamientos para dar con el asesino, le encontraran los celulares de los dos fallecidos, con los cuales mantenía comunicación constante con personas cercanas a las víctimas, lo que le permitía no levantar sospechas.
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