A un año de haber empezado la invasión de Rusia a Ucrania y a pesar del rechazo de gran parte de la comunidad internacional a las acciones del Kremlin, Nicaragua continúa manteniendo su apoyo a la decisión de Vladimir Putin de ordenar una «operación especial» contra su vecino.
Recientemente Nicaragua votó en contra de una resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas que exigía la retirada inmediata de las tropas rusas de Ucrania, algo que no hicieron siquiera China o Cuba, que se abstuvieron; al igual que lo hicieron El Salvador y Bolivia.
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“Nicaragua es el único país de América Latina que ha votado en contra de esta resolución que condena la invasión rusa a Ucrania”, criticó el subdirector en funciones de Human Rights Watch, Juan Pappier.
Pappier también se refirió a la abstención de Bolivia, Cuba y El Salvador. “Todos gobiernos que se llenan la boca hablando de soberanía y no intervención. Curiosa interpretación”, indicó en Twitter.
Tiziano Breda, investigador del Instituto de Asuntos Internacionales (IAI), con sede en Roma, aseguró a la Voz de América que para Nicaragua, más allá de las relaciones históricas entre sandinistas y rusos o afinidades ideológicas, «el apoyo de Managua a Rusia se ha vuelto para Ortega una cuestión existencial».
«Perder el apoyo político y respaldo político de una super potencia de este tipo, le pondría en una situación de vulnerabilidad aún mayor y por lo tanto esto lo ha empujado a sumar situaciones únicas en América Latina, que ni siquiera Cuba se atreve», consideró Breda.
En el caso de El Salvador, Breda aseguró que «es un capricho de las relaciones exteriores» del presidente Nayib Bukele que «asume una postura de neutralidad ante un asunto que es tomada con mucha importancia» por EEUU su aliados.
Relaciones entre Managua y Rusia se remontan tiempo atrás
Por su parte Evan Ellis, profesor e investigador estadounidense, subraya que «la bondad entre Nicaragua y Rusia», trasciende las cuestiones de democracia o «lo que Rusia ha hecho en Ucrania» y se remonta a sus orígenes en el apoyo que -en aquel entonces la Unión Soviética- brindó al movimiento sandinista en Nicaragua liderado por Daniel Ortega entre 1978 y 1979 para llegar al poder.
Ellis recuerda que en ese periodo el apoyo de la Unión Soviética fue clave para que los sandinistas se mantuvieran en el poder.
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«Esto fue algo que Ortega nunca olvidó y cuando Daniel Ortega… logró regresar a la presidencia en 2007, una de sus primeras iniciativas fue también mostrar su apoyo hacia Rusia, en un momento en que Rusia había dejado sustancialmente sus actividades en la región».
Ortega también ha reconocido a los movimientos separatistas en Osetia del sur y Abjasia como Estados legales.
Finalmente, Ellis indica que Rusia mantiene esta amistad con Nicaragua porque este país centroamericano le sirve como anfitrión de las amenazas que el Kremlin quiere proyectar por la cercanía a los Estados Unidos.
«Nicaragua fue no sólo uno de los países que ha rechazado los votos clave en el último año contra Rusia, sino que también ha fortalecido su relación militar con Rusia en este contexto», zanja Ellis.
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