Daniel Ortega lleva más de cuatro décadas siendo la principal figura de la política nicaragüense. A nivel nacional e internacional tiene más detractores que admiradores. Quienes le admiran no le destacan propiamente algún tipo de carisma o elocuencia, más bien hablan de su lucha contra la dictadura somocista y su postura antiestadunidense. Pero sus críticos recuerdan sus innumerables crímenes y abuso de poder. Otros van más allá y lo catalogan directamente como un hombre de pocas luces, intelectualmente hablando, que no debería estar al frente de Nicaragua.
Una de las opiniones en esa última dirección es la del escritor y presentador de televisión Jaime Bayly, quien a mediados de septiembre dijo que no comprendía cómo un hombre como Ortega había logrado someter y sojuzgar a un país entero. «Increíble que un hombre tan estúpido, tan idiota como Daniel Ortega siga en el poder», afirmó Bayly.
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“Este es un estúpido y domina bajo el imperio del terror a un país entero, a los empresarios, a los militares, a la policía, a la oposición», criticó.
«Es increíble cómo un país se hinca de rodillas ante un descerebrado, mononeuronal como Daniel Ortega”, resaltó Bayly.
Ortega es la cara visible de un esquema
Sin embargo, hay quienes creen que valorar a Ortega de esta forma es demasiado simplista, ya que el caudillo sandinista, el FSLN y la historia de Nicaragua son más complejos y deben valorarse en sus verdaderas dimensiones.
De acuerdo a un analista político que pidió anonimato, el dictador de Nicaragua no es una “persona estúpida, tonta, mediocre” y que muestra de ello, es la razón por la que fue elegido para ser el rostro de la Junta de Reconstrucción Nacional que gobernó el país después de la caída de Somoza a finales de la década de los setenta y principios de los ochenta.
“Cuando aparece Daniel Ortega en la palestra política pública, a él lo nombran por ser la persona menos peligrosa en el pleito de tiburones que había por encabezar la representación dentro de una junta de gobierno… Eso no es necesariamente producto de la mediocridad, tal vez de la astucia o de las características de la persona en sí”, señala el analista.
El experto sostiene asumir que Daniel Ortega es “estúpido” sería depreciarlo o demeritarlo y que se está obviando que él es apenas la cara visible de todo un esquema y sistema sociocultural y político.
“Durante todo el tiempo, las personas que lo promueven han estado alrededor de él y ese es parte del problema nicaragüense. Cuando se habla de la dictadura a nivel personal descuidás a todas las personas tras bambalinas que tienen el poder real”, explica.
Entre las estructuras de poder tras bambalinas, el analista político menciona al Ejército, la Policía y a muchos empresarios sandinistas y privados, e incluso hasta opositores que “utilizan” de alguna manera a Daniel Ortega “para dar la cara” mientras cada uno de los anteriores protegen sus intereses.
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“En el ejercicio del poder, durante todos estos años se han construido nuevas oligarquías que también juegan el rol de sostenerlo, como empresarios sandinistas y privados de vieja y nuevo cuño no quieren que las cosas cambien, se están enriqueciendo alrededor del Estado independientemente de que el país vaya para abajo”, afirma el experto y cuestiona el hecho que políticos y empresarios han preferido quedarse como “la segunda fuerza” para no quemarse las manos.
Murillo “la estratega”
Pero ese grupo oligarca no es el único que sostiene a Daniel Ortega en el poder. Detrás del actual dictador hay una mente que se encarga de preparar todo, y no desde ahora, lleva décadas trabajando en un proyecto dinástico, ella es Rosario Murillo, su pareja, vocera gubernamental y vicepresidenta.
“Daniel Ortega y Rosario Murillo no se pueden separar, sin Rosario Murillo, Daniel Ortega no sería la mitad de lo que es hoy como dictador. Esa vinculación es clave”, señala el sociólogo y analista costarricense Carlos Murillo, quien describe a la segunda del régimen como una mujer “inteligente, sagaz y estratega”.
Es que Rosario Murillo desde que llegó a convertirse en la pareja de Daniel Ortega se empecinó en la lucha por tomar un lugar protagónico y poco a poco lo fue consiguiendo. A pesar que el proyecto político liderado por un inexperto Ortega parecía desvanecerse en 1994, cuando fue abandonado por Sergio Ramírez y otras destacadas figuras del partido, el caudillo logró reestructurar al Frente Sandinista y seguir gobernando desde abajo.
Más tarde, en 1998, Rosario Murillo tomó su lugar a la par de Ortega y lo defendió públicamente de las acusaciones de violación sexual realizadas por su hija Zoilamérica Narváez. Ese fue uno de los puntos medulares en los que se le vio muy comprometida con un proyecto político que más de dos décadas después se convertiría en lo que analistas han catalogado de sultanato.
¿Un «Cum laude» en política?
Pese a que a Daniel Ortega se le ve como un hombre poco inteligente los resultados de sus negociaciones con el expresidente Arnoldo Alemán le fueron favorables. Mientras se libraba de la demanda por abuso sexual, se empezó a fraguar, a finales de los años noventa, el conocido pacto Alemán-Ortega, clave para que volviera al poder en el 2007, ya que Alemán le bajó al 35 porciento los votos necesarios para ganar las elecciones presidenciales. Ambos caudillos también se repartieron los poderes del Estado, que finalmente el sandinismo terminó copando tras el debilitamiento político de Alemán y el Partido Liberal Constitucionalista (PLC).
Alemán, quien gobernó de 1997 al 2002, le reconoce una capacidad política que sus detractores se niegan a aceptar. «Es un error llamar a Ortega bachiller. En política tiene un Cum laude», manifestó en el 2020 en una entrevista con Nicaragua Investiga.
Nunca evolucionó
Analistas como José Dávila Membreño, no obstante, creen que Ortega es un hombre de «mediana inteligencia» que nunca evolucionó como político.
“Él no evolucionó políticamente, él no se preparó para una apertura política, no tiene conceptos democráticos, padece de una radical esquizofrenia… Es un hombre de mediana inteligencia con todo el poder absoluto, el control de las armas y de los cuerpos represivos que lanza contra el que no piense como él”, explica el analista político José Dávila Membreño.
Apartó todo obstáculo de su camino
Ortega compensó sus deficiencias con la sagacidad y estrategia de Rosario Murillo, y fue así como poco a poco fueron apartando de su camino a todo aquel adversario político naciente en las filas del sandinismo. Cortaron de raíz las aspiraciones de Herty Lewites hasta orillarlo a salir del Frente Sandinista y enfilarse en el Movimiento Renovador Sandinista (MRS, hoy UNAMOS), con el que correría como candidato presidencial hasta que fue sorprendido por la muerte.
También apartaron de las filas del FSLN o sometieron todos aquellos con cierta «historia» revolucionaria o liderazgo y que por tanto les hicieran algo de sombra o se interpusiera en sus proyectos.
De regreso en el poder, realizaron limpias en el aparto estatal y recuperaron el control total de la Policía y el Ejército.
Todas estas acciones, junto a la represión brutal desencadenada en 2018, fueron en gran parte responsabilidad de Rosario Murillo, pues según el analista Carlos Murillo, Ortega sin ella “no sería más que un desconocido que ocupó la presidencia al frente de la junta revolucionaria”.
Para el sociólogo, la actual pareja dictatorial de Nicaragua “tenía que superar con creces a los Somoza” y así se convirtió en una dictadura “más rígida, feroz y sangrienta”.
Construyeron un sultanato
“El proyecto de Ortega y Murillo es a lo que en ciencia política se le conoce como Sultán. Es una dinastía, una megacorporación con características dinásticas en el sentido de que si (Daniel) Ortega muere seguirá Rosario Murillo y si esta no lo logra seguirán sus hijos, y ahí está todo organizado como una dinastía mucho más organizada que la de los Somoza”, explica el experto.
Para el analista costarricense, el caso de Nicaragua es “particular” al de las dictaduras que han existido a nivel latinoamericano. Señala que a diferencia de la de Somoza que era política, la de los Ortega-Murillo es “comercial”.
Al igual que lo comentado por Jaime Bayly, Carlos Murillo, tampoco cree que Daniel Ortega “sea una persona inteligente”, ni siquiera en negociación política, esto porque a su criterio, el dictador de Nicaragua “es un amante ávido del poder”.
“Darle poder a alguien que no es inteligente, que no entiende lo que es el poder político y solo considera que una vez que se apropia del poder político, económico y social es el amo de todo, es el sultán y el sultán decide hasta en las vidas de la ciudadanía, por eso es que no importa si estudió, sabe o no, habla o no, la clave es esa persona que está detrás definiendo cuál es el rumbo, que es Rosario Murillo”, sostiene el sociólogo.
En cuanto al futuro de Nicaragua, Carlos Murillo señala que el “régimen sultánico” restringirá cada vez más los espacios de maniobras para otros actores que no coinciden con su proyecto. Algo que ha sido criticado de antaño por opositores y señalado por analistas políticos como José Dávila, quien apunta que la pareja gobernante de Nicaragua “ha sido una desgracia política”.
“Es una dictadura que tiene espantado al mundo y sobre todo al tipo de dictador en que se ha convertido Daniel Ortega, que ha perdido todo sentido de la realidad, apertura y proyección positiva para el país”, destaca Dávila Membreño.
Un hombre que se llevó la cárcel con él
En diciembre de 1974 Daniel Ortega salió de la cárcel luego de que el dictador Anastasio Somoza Debayle accedió a liberar a militantes sandinistas, tras la toma de la casa de Chema Castillo. Ortega había estado encerrado desde 1967. Al salir de prisión, la cárcel se fue con él, ha afirmado el periodista Fabián Medina, autor del libro «El preso 198: Un perfil de Daniel Ortega».
El mismo caudillo llegó a admitir eso a la revista Playboy durante una entrevista realizada en 1987.»Era como si la celda siempre estuviera conmigo», expresó.
Muchas personas desconocen que el dictador en su juventud estuvo tentado por la poesía. Uno de esos «poemas» refleja a alguien marcado por la violencia. Es un escrito confuso, con expresiones soeces.
Patéalo, así, así
en los güevos, en la cara
en las costillas.
Pasá el chuzo, la verga de toro,
hablá, hable hijueputa,
a ver, el agua con sal,
habláaaaaa, que no queremos joder,
Honorabilísimo y Reverendísimo
Arzobispo,
Excelentísimo e Ilustrísimo
embajador,
La paz, el respeto a la persona,
La abundancia, la democracia.
Apriétenle las esposas
metánlo en la chiquita,
te vas a comer tu propia
mierda cabrón…
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