Estados Unidos se prepara para elegir a su nuevo presidente el próximo 5 de noviembre en un contexto internacional convulso marcado por las guerras que, a su vez, compite con asuntos domésticos como la cuestión migratoria o bien las relaciones con América Latina y el Caribe.
Frente a este panorama, algunos expertos no descartan que Nicaragua esté en la mira de Joe Biden, quien aspira a su reelección, frente a Donald Trump, el más fuerte aspirante republicano.
Para el excanciller Francisco Aguirre Sacasa, el presidente Biden necesita demostrar que es una persona que puede tomar acciones importantes que beneficien a los EEUU y a su visión del mundo, por tanto, podría apuntar hacia la dictadura de Daniel Ortega.
La inmigración será un tema de debate electoral y Ortega no solo ha convertido a Nicaragua en un puente para migrantes irregulares, también ha utilizado la migración como un «buen negocio» , dijo el exdiplomático.
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Ante las circunstancias, hay un abanico de acciones que el demócrata podría aplicar y que aún no se han aprovechado por razones políticas internas. Entre ellas, evaluar la participación de Nicaragua en el tratado comercial DR- Cafta, y frenar los préstamos del Banco Mundial, del Banco de Desarrollo y del Fondo Monetario Internacional (FMI) al régimen.
Las consecuencias, por supuesto, serían devastadoras para el país porque, a diferencia de Venezuela, «Nicaragua es insignificante» y depende de los EEUU.
Aunque Ortega cree que cuenta con el apoyo de China y Rusia, su régimen peligra internacionalmente, sostuvo. «Los chinos no van a comprar ropa, podrán comprar algunos puros y un poco de ron, pero más alla de eso no importarán nada en grandes cantidades», además, muchos países pueden suplir a Estados Unidos lo que Nicaragua les exporta, dijo al medio Café con Voz.
Las sanciones individuales no serán suficientes
Manuel Orozco, experto en migración, coincide en que es muy probable que Biden asuma una política más proactiva hacia la región y trate de aumentar sus alianzas para no perder su posicionamiento actual ante la creciente presencia de China y Rusia en Latinoamérica y el Caribe.
«Biden tiene claro que tiene que fortalecer su política exterior y migratoria y Nicaragua está en medio de ambos temas», señala.
Sin embargo, para que su estrategia hacia el régimen sea «exitosa» tendrá que combinar sanciones, penalidades comerciales, denuncia más enérgica y multilateral y presiones económicas. «Pero todo depende del riesgo político que la administración asuma en una etapa electoral».
«Nicaragua es un foco de atención de esta administración y de muchos republicanos, por lo que la aprobación de la Ley S1881 del Senado sobre Nicaragua— que amplía la vigencia de la Nica Act hasta 2028— tendrá que ser implementada en cumplimiento con el mandato legislativo», afirma en un reciente artículo el experto en remesas y desarrollo del centro de pensamiento Diálogo Interamericano, con sede en Washington.
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No obstante, sostiene que la verdadera salida del régimen de Ortega está en la capacidad de los liderazgos democráticos en aumentar la movilización internacional, proponer formas de presión y prepararse para la transición post dictadura, más que la «retórica trillada de la unidad».
La activista Haydeé Castillo, integrante de la plataforma Espacio de Diálogo y Confluencia de Actores Nicaragüenses, concuerda en que el rol de la comunidad internacional depende de la estrategia que implemente la oposición nicaragüense porque «ninguna sanción bota gobiernos».
A diferencia de los anteriores, Castillo no prevé un cambio en la política exterior de Estados Unidos hacia Nicaragua y, por el contrario, pronostica que la atención del país norteamericano estará centrada en resolver sus problemas domésticos y en los conflictos Israel-Palestina y Ucrania-Rusia.
Además, explica que la política de Estado de EEUU ha sido bastante dispersa con respecto al país. «No ha habido una coordinación entre el Departamento de Estado, la Embajada de Estados Unidos en Nicaragua, la representación de EEUU en la OEA, en la ONU y el Poder Ejecutivo», detalló.
Para la analista política, la comunidad internacional se ha equivocado al creer que al régimen hay que tratarlo con «paños tibios», sumado a que le «falta una mirada más regional». Por ejemplo, Ecuador es un signo de la gravedad de la situación en Latinoamérica. «Nicaragua es una amenaza en la región, pero no hay esa lectura estratégica», indicó.