La flexibilización de las sanciones de Estados Unidos a Cuba y Venezuela deja a Nicaragua como la única de las tres dictaduras latinoamericanas con la que la administración de Joe Biden se le ha hecho más difícil entablar algún tipo de acercamiento.
En este sentido, Daniel Ortega queda en una posición más complicada al no aprovechar la iniciativa de la Casa Blanca de buscar una solución a la crisis política y social que vive Nicaragua.
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“Lo de Cuba era previsible. Venezuela por su parte ha liberado a presos políticos y hasta gringos que tenía encarcelados”, explica bajo anonimato un alto exfuncionario del gobierno de Violeta Barrios.
“Ortega se aleja de ser considerado como alguien con quien los Estados Unidos puede negociar por intransigente”, considera.
Ortega debería aprovechar la oportunidad
En los mismos términos se expresó un analista, para quien Ortega no puede dejar pasar esta oportunidad.
“La administración Biden todavía no ha usado todo su arsenal contra Nicaragua. La Ley Renacer está allí, amenazante, pero pareciera que Biden duda en aplicarla con todo su rigor. No se si es una puerta que le está dejando a Ortega para que acceda a liberar a los presos políticos y democratizar Nicaragua, en todo caso Ortega no debería esperar estar al filo de la espada. Estados Unidos y Europa acaban de demostrar con Rusia que cuando se proponen hacer algo con las sanciones pueden ser muy efectivos, y si a Nicaragua llegaran aplicarle sanciones como las que cayeron sobre Rusia por la invasión a Ucrania, Ortega tendría pocas posibilidades de maniobrar”, manifiesta también bajo anonimato.
Las movidas de tablero de Biden
Para el analista José Dávila, los últimos movimientos de Biden buscan efectivamente una salida a las dictaduras.
“Con juegos y rejuegos típicos de la política, y tratando de diferenciarse de la política de Trump, el gobierno de Biden con el anuncio de flexibilidad de sanciones, trata de “mover el tablero” en busca de que las dictaduras, por las crisis en que están, se abran a procesos de democratización de sus países, incluyendo elecciones libres. Además lo hacen para hacer menos atractivo el acercamiento a Rusia y China, y al bloque autoritario mundial, que están haciendo algunos países latinoamericanos”, indica.
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Sin embargo, afirma que es “escéptico” en relación “a que las dictaduras latinoamericanas reaccionen en el sentido que quieren los Estados Unidos, pues difícilmente reaccionen a variar radicalmente sus modelos totalitarios, que es lo que demandan los pueblos”.
“Para hablar de soluciones sólidas a las crisis actuales, son las mismas dictaduras las que deben tomar la iniciativa, liberar a los presos políticos, restaurar las libertades públicas, y anunciar elecciones libres, y a partir de esta base se podría pensar en diálogos o negociaciones entre esos gobiernos y sus propias sociedades, por supuesto con apoyo de la comunidad internacional”, subraya Dávila.
Vale apuntar que semanas atrás se conoció que Laureano Ortega, hijo de Daniel Ortega, buscó un acercamiento con Estados Unidos en busca de un alivio de las sanciones. No obstante, dicho acercamiento no se concretizó.
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