La dictadura de Daniel Ortega debe celebrar tímidamente 44 años de una hazaña guerrillera que protagonizaron dos leyendas: Dora María Téllez y Hugo Torres Jiménez. A la primera la tiene en prisión, el segundo murió siendo su prisionero político.
Torres y Téllez le plantaron cara con armas a la dictadura de la familia Somoza, pero también, se opusieron por la vía cívica a la que su otrora compañero de armas, encabeza ahora. Ortega, no lo perdonó, los encarceló en julio del año pasado y desapareció su movimiento político, como parte de sus planes para atornillarse cinco años más en el poder. Y lo hizo sin pudor alguno, al mejor estilo de Somoza.
Este día los seguidores de Ortega deben conformarse con limitar sus fotos conmemorativas del aniversario de la Toma del Palacio Nacional a Edén Pastora, un tipo que le voló balas al orteguismo cuando el mismo Ortega, gobernó con bota militar en los años 80. Pero Ortega logró “enamorarlo” y “le recompró su carné de nuevo”. Volvió a las filas del FSLN, convertido en un terrateniente y casi gobernador plenipotenciario de Río San Juan.
Pastora falleció en junio de 2020 y durante sus últimos años, se mantuvo cerca de Ortega. Él mismo confesó que dirigió a las fuerzas paramilitares con las que Daniel Ortega y Rosario Murillo asesinaron a más de 300 nicaragüenses que se manifestaron en su contra después del estallido social del 2018.
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Pastora sumó otra hazaña
A Pastora lo venció el tiempo, pero antes, cometió otra osadía más. Le recordó al orteguismo que debían pensar en un Frente Sandinista sin Ortega y que el partido debía caminar hacia una profesionalización. Un pecado de tal naturaleza, solo podía salir de Pastora, tosco y controversial hasta el último día que ya no vio la luz del día.
“Pero eso a los seguidores ciegos no les importa, porque deben pelear por la efemérides de hoy a como sea y todo sigue igual o peor dentro del Frente ”, se lamenta un viejo militante.
Un grupo de 25 guerrilleros sandinistas se tomaron el Palacio Nacional en agosto de 1978, donde funcionaba el Congreso que dominaba el régimen de Anastasio Somoza. Entre ellos estaban Luis Pallais Debayle, su primo, y José Somoza Abrego, hijo del general José Somoza, hermano del dictador.
A Dora Maria Téllez solo le bastó su presencia y su M30, para ganarse el respeto dentro del Frente Sandinista, FSLN. “Pero en el otro Frente Sandinista, el que derrotó al dictador Somoza, no el que mantiene en el poder al dictador Ortega”, recordó Héctor Mairena, de la organización Unamos, a la que pertenece Téllez.
Años más tarde, en otra Nicaragua, Téllez fue secuestrada el 13 de junio del 2021 en su finca de Ticuantepe por policías fieles al régimen Ortega-Murillo. La guerrillera, “La número 2”, fue a juicio y la dictadura la condenó a 13 años de prisión desde donde cumple hoy 435 días privada de su libertad, en una celda oscura y fría del llamado ‘Nuevo Chipote’.
Ortega la acusó por supuestamente «conspirar para cometer menoscabo a la integridad nacional, de conformidad con los artículos 410 y 412 del Código Penal, en perjuicio de la sociedad nicaragüense y el Estado de Nicaragua». Un delito que él y sus diputados se inventaron.
La muerte de Torres
Hugo Torrez, falleció a los 73 años, el 13 de febrero pasado en condición de preso político tras un arresto que ya cumplía 244 días y que desmejoró rápidamente su salud. Era el vicepresidente de la organización Unamos, surgida de cambios en el antiguo MRS.
El antiguo guerrillero no pudo vivir para ser libre de nuevo. Su muerte le ha dolido al país entero y fuera del también. No hay quien no le critique a Daniel Ortega, el carcelero, que debió ser agradecido y nunca debió ordenar su arresto y puesto en prisión a Torres, pues una de sus acciones guerrilleras lo sacaron de una larga prisión de siete años.
Una parte del sandinismo histórico, peleado con él, se lo ha enrostrado en público y la otra que está aún dentro de lo que queda del partido Frente Sandinista, lo ha dicho “entre dientes”. “Nunca debió ser así”, dice un militante jubilado, quien pide no ser identificado por temor a la represalia.
Moisés Hassan otro antiguo guerrillero, recordó que la toma del Palacio Nacional pusieron en el radar del mundo la lucha armada contra la estirpe sangrienta que gobernó al país por la fuerza durante casi 40 años. “Cuando hubo la toma del Congreso, el mundo miró para acá, hubo interés en saber contra quién y porqué estos muchachos que éramos nosotros, estábamos alzados en armas”, comentó.
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