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Energía nuclear en Nicaragua, otro “sueño en papeles” que promueve el régimen de Ortega

Hasta ahora las aspiraciones nucleares de Ortega solo parecen “sueños en papel”, como la promesa del faraónico Canal Interoceánico, o bien se trataría de una provocación a Estados Unidos.

Putin y Daniel Ortega en julio de 2014 durante una visita del primero a Managua. AFP/NI

El martes 07 de diciembre de 2021, fue publicado en La Gaceta, Diario Oficial, un Acuerdo Presidencial que otorgó plenos poderes a Alba Azucena Torres Mejía, embajadora de Nicaragua ante la Federación de Rusia, para que, actuando en nombre del régimen de Daniel Ortega, firmara el Memorándum de Entendimiento entre la Corporación Estatal de Energía Atómica ‘ROSATOM’ y el Ministerio de Relaciones Exteriores de la República de Nicaragua, sobre la Cooperación en la “Esfera del Uso de la Energía Nuclear con fines Pacíficos».

Horas después, los medios oficialistas divulgaron imágenes de una delegación nicaragüense -encabezada por Torres y Laureano Ortega Murillo- firmando el acuerdo en territorio ruso, sin brindar más detalles que definieran los alcances y limitantes de dicha colaboración, la primera en su tipo en la historia reciente de Nicaragua.

265 días posteriores a firmar el memorándum con ROSATOM, por medio del Acuerdo Presidencial 16-2022, el régimen de Daniel Ortega ordenó la creación de la Comisión Nicaragüense para el Desarrollo de la Energía Atómica con Fines Pacíficos, teniendo como oficinas principales las instalaciones del Consejo Nicaragüense de Ciencia y Tecnología (CONICYT), una entidad adscrita a la Vicepresidencia de la República, a cargo de la vicedictadora Rosario Murillo. Esta Comisión será presidida por el titular del CONICYT, el antiguo jefe del Ejército de Nicaragua, general en retiro Moisés Omar Halleslevens, uno de los funcionarios más leales al régimen nicaragüense.

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Más papeles firmados y nada se sabe en Nicaragua

Asimismo, el viernes 21 de octubre de 2022, a través de otro Acuerdo Presidencial (el 151-2022), Ortega volvió a otorgar «plenos poderes» a Torres en Rusia, para suscribir, esta vez, el «Acuerdo entre el Gobierno de la Federación de Rusia y el Gobierno de Nicaragua sobre la Cooperación en el Campo de las Aplicaciones No Energéticas de la Energía Atómica con Fines Pacíficos».

«El documento sienta las bases para la cooperación en una amplia gama de áreas, en particular, para la concientización de la población sobre las tecnologías nucleares, el desarrollo de la infraestructura nuclear de la República de Nicaragua y el uso no energético de la energía atómica en industria, agricultura y medicina», explicó ROSATOM entonces.

A pesar de que en cada acuerdo e incluso en la Comisión, se identifica de forma explícita que el desarrollo de la energía nuclear y tecnologías relacionadas en el territorio nicaragüense de la mano con Rusia será «con fines pacíficos», el régimen ha omitido los pormenores de dicha colaboración.

Además, se desconoce su verdadero potencial en Nicaragua y las posibles repercusiones, cuando el país centroamericano no cuenta con los recursos humanos y financieros necesarios para un proyecto de esta magnitud, o con la formación científica requerida para al menos iniciar algún tipo de aplicación de la energía o tecnologías atómicas en el comercio, la agricultura, la medicina o la energía hidráulica, geotérmica y eólica.

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¿Golpe de imagen nada más?

Para algunos conocedores del tema, este movimiento político con rostro de proyecto-nación, significa más una provocación para los Estados Unidos, en un intento más del régimen orteguista por ser parte de la conversación y tensión global. «Pensar que haya una alianza para un tema de energía nuclear de cualquier tipo de naturaleza obviamente incomoda a EE.UU. y nuevamente lleva una tensión muy fuerte a esa área de influencia tradicional americana», explicó a la Voz de América el periodista y analista internacional Néstor Rosanía.

En otro acto oficial, informado desde los medios oficialistas, la administración sandinista anunció el 21 de noviembre de 2022 durante la XII Conferencia Internacional ATOMEXPO, realizada en la ciudad de Sochi, Rusia, la «hoja de ruta» para desarrollar el magno proyecto, que se sumaría a la lista de promesas de Ortega en cuatro períodos consecutivos.

«Esto es parte de los acuerdos firmados con la Federación de Rusia en el marco de la cooperación científica técnica y productiva. Asimismo, estamos avanzando en el fortalecimiento de nuestras relaciones de amistad, cooperación, solidaridad y paz, en beneficio mutuo, contribuyendo con el mejoramiento de la calidad de vida de los ciudadanos nicaragüenses», explicó Torres sobre el plan, que no está a disposición hasta el momento, a pesar de que el régimen anunció su «publicación para la ciudadanía».

Aunque todos los países de Centroamérica forman parte de la Organismo Internacional de Energía Atómica, (OIEA), solo Costa Rica (desde 1957) cuenta con participación activa en el uso pacífico de la energía nuclear. «Nicaragua no puede sumarse a las misiones que lideran algunas potencias, o el país vecino», han señalado académicos en medios independientes, especialmente cuando es producto de la relación con el Kremlin, y cuando el Ejército ruso y las tropas nicaragüenses realizan «intercambios» en el corazón del territorio centroamericano.

Al respecto, la administración del presidente Joe Biden decidió renovar el jueves 10 de noviembre el decreto que declara a Nicaragua una «amenaza para la seguridad nacional» de los Estados Unidos de Norteamérica, según sus propios funcionarios porque el régimen Ortega-Murillo y sus movimientos con Rusia «ponen en peligro la paz internacional». Mientras tanto, Vladimir Putin, ha asegurado que Nicaragua es un socio «importante» de la vieja rueda soviética.

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¿Cuáles son los fines concretos de esta tecnología en Nicaragua?

La Comisión creada por Ortega para este fin en Nicaragua -a años luz de distancia-, además del CONICYT, también estará integrada por: el Ministerio de Salud (MINSA); el Ministerio de Relaciones Exteriores (MINREX); el Ministerio de Energía y Minas (MEM); el Ministerio del Ambiente y los Recursos Naturales (MARENA); el Instituto Nicaragüense de Tecnología Agropecuaria (INTA); el Ministerio de Fomento, Industria y Comercio (MIFIC); el Instituto de Protección y Sanidad Agropecuaria (IPSA); y el Ejército de Nicaragua.

Los objetos concretos de la energía atómica en el país conocidos hasta ahora los detallan las funciones de la Comisión, como «compromisos» en una materia que nunca ha existido en Nicaragua, como por ejemplo; “promover el diseño y construcción de instalaciones nucleares de investigación, aceleradores de partículas, generadores de neutrones y otras fuentes de radiación ionizante para uso en agricultura, medicina, industria, ciencia, tecnología, vigilancia ambiental y otros aspectos relacionados con el uso pacífico de la energía nuclear”.

Se habla también de “fomentar la enseñanza, capacitación y recapacitación de especialistas del sector nuclear, incluyendo el personal del órgano de regulación estatal de la seguridad nuclear y radiológica de la República de Nicaragua”, pero no se explica cómo y quién estará cargo del tema de la capacitación.

Está iniciativa, que arrancará con una inversión monetaria desconocida, iniciará su funcionamiento desde cero. Ninguna de las universidades del país ofrece carreras relacionadas de forma directa a la energía nuclear, y se desconoce si alguna de las instituciones o funcionarios involucrados en la Comisión será especializado para estas funciones y objetivos, que despertaron escepticismo entre la ciudadanía y la comunidad científica.

Y aunque el 23 de julio de 2012, Ortega abogó por eliminar las plantas nucleares del planeta, los medios oficialistas muestran mucho optimismo sobre lo anunciado por el régimen, pero brindan poca información relevante al respecto.

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Poca expectativa en la comunidad científica local

Para un docente de la Facultad de Ciencias e Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN-Managua), quien accedió a hablar para este reporte
bajo anonimato por «temor a efectos en su empleo», la noticia «no es relevante».

«Parece más otro Canal Interoceánico. Pero si te fijás bien, en esta ocasión van a iniciar por concientizar a la población sobre este tema. En Nicaragua no hemos desarrollado potenciales proyectos o zonas de energía eólica que podrían estar alimentando al país; la gente ni siquiera sabe cómo funciona esta fuerza o su potencial, que sí es realista en nuestro contexto. Pero pretenden educar sobre algo desde cero», resalta el educador, quien también subraya el potencial de carreras en otras áreas ignoradas por el oficialismo.

«En ingeniería, en Energías Renovables hemos encontrado algunas oportunidades que sí podrían tener impacto. Ahí debe estar el ojo de nuestras posibilidades», recomendó.

A pesar de que Nicaragua ocupa el último lugar de los países centroamericanos en el Climatescope de 2022 -un informe para la inversión en transición energética-, el país cuenta con cuatro de seis ítems referenciales para la política de energía, entre ellos incentivos fiscales y objetivos de energías renovables. Además, según dicha investigación, en 2016, hubo una inversión de 20 millones de dólares en energía limpia, mientras que durante 2019, el capital disminuyó a 2,10 millones de dólares.

La crisis socio-política y humanitaria desencadenada en Nicaragua a raíz de la represión estatal desde 2018 impulsó un efecto de desaceleración en la inversión económica y energética del país, justo cuando la nación iniciaba a invertir en un futuro más verde. Hasta 2014, las cifras oficiales documentaban una inversión de 417 millones de dólares solo en la construcción de parques eólicos en el territorio, y una explotación del 23 % del potencial total.

Según la especialista Patricia Rodríguez en declaraciones a Canal 12, «Nicaragua tiene 190 MW aproximadamente de generación de energía eléctrica en tierra, pero también el potencial de energía eléctrica en tierra es enorme, y lo es más fuera de tierra, en el mar. Se han estimado unos 22 mil MW de potencial eólico en el mar, y en el mar el viento es más estable, entonces sería mucho más eficiente generar. Lo que pasa es que es más caro y necesitamos cerca del mar líneas de transmisión para poder inyectar la energía».

Rodríguez también señaló en su momento, la posibilidad de utilizar el viento para el bombeo de agua y beneficiar así a comunidades en donde el servicio del vital líquido aún es escaso, o incluso para el riego de cultivos o la ganadería. «Eso data de años. No es nuevo», expresó.

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