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Lenin Salablanca: «Hoy reconozco que estaba muy enfermo emocionalmente»

Lenin Salablanca cumplió un año en el exilio. Le ha tocado reflexionar y reconocer que estaba enfermo emocionalmente por los asedios que vivió en Nicaragua, pero está sanando con ayuda psicológica.

“Este soy yo, un exiliado más que ha decidido dejar su tierra por la represión, por los asesinatos, por los secuestros y las violaciones a los derechos humanos”, dijo Lenin Antonio Salablanca Escobar cuando tomó la amarga decisión de salir de Nicaragua por los asedios constantes y las agresiones que recibía por agentes policiales, quienes lo llegaron a golpear en varias ocasiones.

Salablanca, de 39 años, comenta que a pesar de los asedios constantes nunca pensó en salir del país y engrosar la lista de los nicaragüenses que huyen de la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo. Describe su salida como un “acto milagroso”, ya que una señora con la que solo pudo hablar por teléfono en dos ocasiones, le dijo: «Papito, andate de Nicaragua. Te quieren hacer daño. No te quedés aquí».

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Recuerda que en ese momento sintió la necesidad de abandonar su tierra natal: Juigalpa, Chontales. Puso en marcha su plan en al menos siete días y logró huir de los oficiales a los que siempre les refutaba con firmeza el porqué lo vigilaban en su vivienda. Salablanca no volvió a saber de aquella señora que le dio aquella alerta.

“Logré dejar el país un primero de junio de 2021. Hasta ese día estaban rodeándome la casa. Estaba un paramilitar o un policía de civil en frente. Incluso, me anduvieron persiguiendo hasta en el mercado. Iba en el bus y la policía iba tras de mí”, recuerda.

¿Qué ha sido de Lenin Salablanca?

El hombre cumplió un año de estar exiliado en Estados Unidos, aunque ha sido un proceso bastante largo, pero lo considera necesario. Comenta que el exilio le ha ayudado de alguna forma para seguir su vida. “Yo lo he tomado como para reflexionar, para meditar y establecerme un poco mejor emocionalmente, ya que me he dado cuenta que emocionalmente estaba desbaratado”, confiesa por primera vez.

En el exilio se enteró que estaba enfermo psicológicamente, pero era algo de lo que no se enteraba o no quería enfrentarlo. “Estoy llevando unos procesos en migración de Estados Unidos a través de un programa que me han estado ayudando con una psicóloga para ir sacando todas estas cosas que he vivido. Siempre le he pedido a Dios para que me fortalezca. Hoy reconozco que estaba muy enfermo emocionalmente”, subraya.

Lenin Salablanca nació un 12 de septiembre de 1982. Tiene 39 años. Foto | Cortesía

Comenta que está pasando lo que atraviesan la mayoría de los exiliados y perseguidos políticos. Está enfrentando un proceso que se le ha alargado bastante para solicitud de asilo político. “Ni siquiera tengo fecha de corte, pero estoy avanzando en el trámite de permiso de trabajo”, dice.

A pesar de todo el proceso que enfrenta, manifiesta que no ha perdido el positivismo de subir un video en Facebook, una de las redes sociales que ocupan muchos opositores exiliados para denunciar a la dictadura de Ortega-Murillo.

“Siempre me animo hacerlo (expresarse en Facebook) para traer palabras de esperanza, palabras de ánimo para dar a entender que todos vivimos en etapas diferentes en nuestras vidas. Algunas veces es triste y a veces un poco más alegre. Pero si confiamos en Dios, todas las etapas de las cuales presentemos o vivamos actualmente, nos va a ayudar para algo mejor”, destaca.

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Sentimientos encontrados

En el exilio ha tenido sentimientos encontrados. Extraña su tierra y hasta ha llegado a pensar en enfrentar lo que se le podría venir por delante: la cárcel, persecución, agresión o hasta una posible muerte.

“Mejor me hubiera quedado, hubiera enfrentado lo que tenía que enfrentar porque en mí nació un amor verdadero por esa lucha inclaudicable, porque ha pasado un año de estar en el exilio y sigue en mi corazón ese deseo de seguir pronunciándome”, relata.

Comenta que mantiene su oración por los presos políticos y ayudando dentro de sus posibilidades en “aportar con ese granito de arena para algunas personas que necesitaban en su momento”. Confiesa que no se ha apartado de la lucha y no lo piensa hacer: “Estoy tratando de no apagar esa llama que se encendió en abril en mi corazón, como en el corazón de muchos nicaragüenses”.

Vive en una zona alejada

Salablanca vive en una zona alejada en Estados Unidos y eso le dificulta estar en las marchas que organiza la diáspora en la ciudad de Miami, un estado que se ha convertido en un pedazo de Nicaragua en ese país.  

“Solamente una vez he ido a Miami. Yo vivo en un pueblito pequeño, como si fuera en mi tierra en Juigalpa, Chontales. A mí se me hace muy difícil, no puedo movilizarme libremente y no he tenido la oportunidad de estar, aunque lo anhelo en mi corazón”, dice. Él fue a Miami el 19 de abril para participar en un plantón para conmemorar cuatro años de la brutal masacre que ejecutó el régimen con los manifestantes en 2018.

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“La oportunidad donde me reuní, que participé en una pequeña marcha, no salí decepcionado porque lo dije una vez: decepcionarme sería de todo el sacrificio del amor que he tenido por esta lucha”, comparte. En donde se manifestaron no hubo presencia policial y solo pensó que esto sería posible cuando Nicaragua llegue a ser democrática, “siempre que no abandonemos nuestra lucha”.

El expreso político relata que una de sus experiencias más emocionantes fue llegar a la iglesia católica de Santa Agatha, un templo donde se encuentran monseñor Silvio Báez, obispo auxiliar de Managua, y el padre de la iglesia San Miguel Arcángel, Edwin Román.

Lenin Salablanca junto al padre Edwin Román en Miami. Foto | Cortesía

“Fue escalofriante estrechar la mano a este par de sacerdotes y saber que hay gente dispuesta a seguir dando esa palabra de aliento. Pero fue maravilloso llegar a la casa de una señora porque no tenía donde quedarme y no conocía esa señora. Poderte sentir en familia sin conocerla… esa es parte de la unidad, de la empatía por las personas que necesitan”, detalla.

Lenin Salablanca critica fuertemente a los opositores por no lograr una unidad dentro de Nicaragua, tampoco la diáspora lo ha hecho en el exilio. “Si no llegamos a poner nuestro orgullo falso a un lado, vamos a estar condenados a vivir mucho tiempo en dictadura. Hasta que no seamos empáticos con las personas que están sufriendo, Nicaragua va a tener dictadura por mucho tiempo”, señala.

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