La segunda al mando de la dictadura sandinista, Rosario Murillo, se refirió a las protestas antigubernamentales del 2018, cuando el régimen ejecutó una de las mayores masacres en tiempos de paz en Nicaragua.
Murillo está señalada de haber dado en abril de ese año, la orden de atacar a las miles de personas que se habían lanzado a las calles demandado libertad, democracia y el fin de la corrupción.
“Esas noches recibíamos tantas llamadas de tantas madres afligidas que nos pedían hacer algo para detener ese baño de sangre, era una masacre y además filmada y reproducida, cómo disfrutaban las imágenes del horror que ellos mismos creaban”, dijo Murillo, al finalizar la intervención de Daniel Ortega en ocasión del quinto aniversario de esos sucesos.
«Eso es una enfermedad del alma, el odio enferma, de verdad, una patología del corazón, es difícil entender a esa gente que torturan, que queman, que amenazan, que destruyen, que aterrorizan y filman todo para disfrutar su reproducción”, agregó, acusando de esos crímenes a la oposición, aunque organismos defensores de derechos humanos acusan al régimen de haber sido el verdadero ejecutor.
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“Todos perdonamos, pero no olvidamos”
Murillo dijo que ella no carga odio, “pero lo difícil es olvidar, soy franca, soy sincera, no se puede olvidar, duele lo que pasó en Nicaragua y duele sobre todo la conducta de los que se proclamaban como emisarios o intermediarios de Cristo…”.
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También se refirió a las festividades católicas de Nicaragua, que este año fueron prohibidas y quienes se atrevieron a hacer procesiones en las calles fueron reprimidos.
“Siempre en nuestras casas estamos llenos de esos símbolos, de esa fe en la que crecimos, nuestras imágenes sagradas, nuestras veladoras, novenas, nuestra música, nuestro canto…”, agregó.
La vocera del régimen reiteró que las protestas del 2018 fueron un intento de golpe de Estado y que los sacerdotes se erigieron en dirigentes y promotores máximos del “golpismo criminal”.
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En su intervención, insistió que el régimen actuó porque las madres lo pedían y les llamaban para decirles que se sentían “indefensas”.
«Tenemos el deber de resguardar la paz, Cristo no dijo ódiense los unos a los otros, Cristo no dijo destrúyanse, Cristo no dijo vivan en conflicto… y se burlan cuando uno habla de paz, porque odian la paz, son como los vampiros…», afirmó.
Pese a lo que dice Rosario Murillo, tanto la Comisión Interamericano de Derechos Humanos (CIDH) como la ONU han constatado que en Nicaragua el Estado ha cometido crímenes de lesa humanidad.
Tras las protestas del 2018, se conformó una asociación llamada Madres de Abril, que reclaman justicia por sus hijos asesinados. Muchas de sus integrantes se encuentran en el exilio, ya que son perseguidas por la dictadura.
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