En la última tarde que compartió trinchera con sus hermanos de protesta, Keller se despidió de un modo tal, que a sus amigos les pareció una trágica premonición: “bueno hermanos ya me voy, mi mamá anda preocupada, regreso mañana, si no vuelvo es porque me pasaron la cuenta”.
El relato anterior lo dio en Costa Rica, en agosto del 2019, uno de los chavalos que lo acompañó en las barricadas de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (Unan-Managua), durante un testimonio a un exabogado asesor de la Asociación Nacional para la Defensa de los Derechos Humanos (ANPDH).
Keller Esteven Pérez Duarte tenía 22 años y cursaba segundo año en la Universidad Nacional Agraria la carrera de ingeniería en agronegocios.
Según información periodística, había pertenecido a la Juventud Sandinista, pero decidió unirse a las manifestaciones con los estudiantes en UNAN-Managua porque estaba de acuerdo con sus reclamos. Se encontraba allí atrincherado, desde el 7 de mayo y tenía semanas de no regresar a casa.
Apareció muerto en la Cuesta El Plomo
El 23 de mayo por la tarde, Keller salió de la UNAN en su moto y ya no regresó. Su despedida de premonición se había cumplido: “si no vuelvo es porque me pasaron la cuenta”.
Familiares del muchacho iniciaron su búsqueda. Llegaron a preguntar por él a la Universidad Politécnica, a la Universidad Centroamericana, a la UNAN-Managua y a la Universidad Nacional Agraria. Nada.
La búsqueda terminó el 26 de mayo: un reporte de la policía a los medios de la familia Ortega-Murillo informó que a las 08:30 horas aproximadamente, un cuerpo apareció torturado en la Cuesta El Plomo. La familia fue a reconocerlo luego de un comunicado de prensa formulado por el Instituto de Medicina Legal y lo enterraron en silencio en Carazo.
De acuerdo con el dictamen médico, la muerte de Keller ocurrió el mismo día 26 de mayo, causada por estrangulamiento y su cuerpo presentaba signos de defensa, quemaduras y lesiones de arrastre en la espalda.
Nicaragua convulsionaba en medio de las protestas nacionales y la represión brutal de la Policía al servicio de la dictadura Ortega-Murillo.
Somoza dejó muertos en es mismo lugar
La aparición del cuerpo de un joven asesinado en la mítica Cuesta El Plomo, lugar de siniestros asesinatos de jóvenes en los años 70, bajo la dictadura de la familia Somoza, revivían en el año 2018, bajo la dictadura de la familia Ortega-Murillo.
El régimen, en su desvergonzada política de mentiras, atribuyó el crimen a los opositores en las calles. Una investigación del Grupo Interdisciplinarios de Expertos Independientes (GIEI), investigó el caso y solicitó expresamente “al Estado que proporcionare información de contacto o gestionare las medidas pertinentes para poder concretar una reunión con la familia de Keller Esteven y de otras víctimas, pero nunca obtuvo respuesta”.
Las investigaciones apuntaban que el crimen había sido cometido por policías y paramilitares al servicio del régimen. La dictadura, una vez que aplacó las protestas a sangre y fuego, acusó del crimen a varios líderes opositores y montó un show con supuestos testigos del crimen.
Uno de ellos fue Cristian Josué Mendoza, alias Viper, extrabajador del Estado, y líder de un grupo de protestantes en la Universidad Politécnica de Nicaragua (UPOLI), que sostuvieron las protestas entre abril y julio de 2018.
En un video que Viper narró a la policía, bajo cautiverio, confesó la muerte de Keller Esteven Pérez Duarte, por supuestas órdenes de líderes políticos. El ex trabajador público, señaló a Félix Maradiaga, director del Instituto de Estudios y Estrategias de Políticas Públicas, y Luciano Rafael García Mejía, con Julio César Paz Varela, mejor conocido el mundo del narcotráfico como el Rey de la
Droga Sintética
Su supuesto “ayudante personal”, Kennett Romero, según el juicio montado por la dictadura, fue liberado luego de permanecer secuestrado durante varios días. “Los asesinos fueron otros”
La noche del ocho de junio de 2018, circuló en las redes un video donde el joven relata las torturas que sufrió por parte de sus captores para que aceptaran la autoría del crimen del estudiante.
De acuerdo al testimonio del muchacho, sus captores andaban en camionetas Hilux y con pasamontañas para ocultar su rostro. Él fue golpeado y trasladado a la Dirección de Auxilio Judicial, pero luego fue trasladado en un microbús a un sitio indeterminado donde tenían al Viper. “Una vez estando en ese lugar, empezó un calvario para nosotros”, admitió el joven.
Kennett aseguró que fue torturado psicológica y físicamente “para que confesara algo que no había cometido” y firmara una declaración que incriminaba a “varias personas”, entre ellas a Félix Maradiaga y monseñor Silvio Báez.
Kennett recordó que fue obligado a grabar su confesión mientras policías le apuntaban con fusiles AK y después le dieron un celular a través del que, presuntamente, le llamarían para darle la orden de “ejecutar” a monseñor Silvio Báez.
Según Kennett, sus secuestradores eran tres: uno de ellos era el comisionado mayor Luis Alberto Pérez Olivas, jefe de la Dirección de Auxilio Judicial, su mayor torturador.
Días antes, Pérez Olivas había salido en los medios oficialistas acusando a los estudiantes protestantes y opositores políticos de la muerte del joven. La familia del joven aceptó la versión por afinidad ideológica con la dictadura, pero un familiar, un ex policía y un exreo señalaron a Pérez Olivas como el autor del crimen.
Los tres, en testimonios diversos a organizaciones de derechos humanos en Costa Rica, señalaron al jefe de la DAJ de haber trasladado al joven estudiante a una vivienda cerca de Ciudad Sandino, para torturarlo y obligarlo a identificar a los estudiantes atrincherados en la Unan-Managua.
Murió mientras policías paramilitares lo torturaban
Según el informe de un familiar del estudiante, el cuerpo del joven estaba reventado por dentro, con señales de tortura, quemaduras y golpes por todos lados.
Su denuncia señalaba que dos policías que desertaron, informaron a la familia del joven que el muchacho había muerto mientras era torturado con asfixia y que antes de irlo a botar a la Cuesta El Plomo, uno de los torturadores le dio con un tubo en la parte de atrás de la cabeza y luego subieron el cuerpo en una camioneta y lo fueron a lanzar a una alcantarilla donde quisieron pegarle fuego.
Un ex policía, desertor, confesó en Costa Rica que quien dirigió el secuestro, tortura y asesinato de Keller fue Pérez Olivas, que fue quien, a la vez, “dirigió” las investigaciones en las que acusaban a varias personas del crimen.
Aparte de Viper, la fiscalía sandinista acusó a Maradiaga, a Luciano García y posteriormente, en septiembre de 2018, secuestró a Ricardo Baltodano y lo acusó de ser el “cabecilla” de las protestas de la UPOLI” y le achacaron el asesinato de Keller. Todo un relato plagado de inventos que nadie creyó en su momento y nadie cree hasta ahora.
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