En innumerables ocasiones hemos escuchado la frase “si no trabajo, no como”, y a lo mejor usted es una de las personas que lo ha dicho, pero ¿no cree que esta es una afirmación muy simple y que hay otros factores a tomar en cuenta?
Hasta mayo de este 2023 la tasa neta de ocupación en Nicaragua fue “96.3 por ciento”, el porcentaje se mantiene invariable en términos interanuales y respecto al mes anterior; lo mismo ocurrió con la tasa de desempleo abierto que “resultó de 3.7 por ciento”, según el último reporte presentado por el Instituto Nacional de Información de Desarrollo (INIDE).
Es decir, según las cifras estatales, en Nicaragua prácticamente no existen personas desempleadas. Tan solo entre 3 y 4 de cada 100 están sin un empleo; sin embargo, al ver el entorno la realidad parece ser otra.
Aquellos que piensan en “si no trabajo, no como”, es probable que estén en lo correcto, según explica el economista Juan Sebastián Chamorro. Para él, el concepto “está bien aplicado porque el trabajo es la fuente fundamental del ingreso” de una persona, pero hay otras variables que influyen en el empleo que tienen que ver directamente con la clase política y que si no son administradas adecuadamente convierten a la frase en una simple utopía.
Para la también economista Ligia Gómez, la expresión abona a «fortalecer la apatía política y justificar por qué (las personas) no participan activamente” en las decisiones importantes del país.
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Política engulle a los ciudadanos
Se trata de una apatía política que según el economista Marco Aurelio Peña, acabó profundizando la crisis que arrastra el país desde 2018 y que a la larga nos ha afectado a todos y muchas veces directa o indirectamente a aquellos que se escudan en decir “si no trabajo, no como”, pues el cierre de empresas privadas y organizaciones no gubernamentales, así como la persecución política, los engulló.
“Las personas que opinan de esa manera no tienen una visión de conjunto, de comunidad, de Estado-nación, de país, al no comprender eso, si no que solamente se ciñen a su propia realidad inmediata. En el fondo hay un error. Si una persona no se mete en política, la política acaba metiéndose con ellos”, resalta Peña.
Un salario que no alcanza ni para comer
Miles de nicaragüenses ganan menos de 10 mi córdobas por mes. A la gran mayoría, incluida una buena parte de la mínima clase media del país, no les alcanza el salario para comprar los 53 productos de la canasta básica que hasta junio alcanzó los C$19,503.61.
Entonces, ¿por qué por más que usted trabaja no logra cubrir todos los gastos del hogar? ¿por qué cada día siente que el dinero rinde menos? ¿por qué ha dejado de hacer su sopa familiar del fin de semana o comerse el nacatamal del domingo?, muchos dirán que ya es un lujo, y las razones de todo ello sí tiene un trasfondo político.
“El trabajo de los nicaragüenses es el medio fundamental para satisfacer las necesidades de la sociedad, de las personas y es fuente de riqueza y prosperidad de la nación. El Estado procurará la ocupación plena y productiva de todos los nicaragüenses, en condiciones que garanticen los derechos fundamentales de la persona”, reza el artículo 80 de la Constitución Política de Nicaragua.
Sin embargo, es más que notorio que los nicaragüenses no cubren ni las mínimas necesidades con los salarios recibidos por su trabajo. El clamor por un sueldo que cubra al menos los gastos necesarios de los 23 productos de la canasta básica, que hasta junio casi superan los 14 mil córdobas, es el de todos los días, cuando saca de su bolsa los C$10 para las tortillas por los cuales hace unos años recibiría cinco y ahora tan solo tres.
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En palabras más sencillas, un nicaragüense con un salario de 7 mil córdobas mensuales necesita dos de estos para comprarse apenas los 23 productos alimenticios que garantizarían su nutrición y la de los demás 4 miembros de su familia, según lo estipulado por la misma canasta básica de Nicaragua. La razón de esa disparidad tiene que ver con muchos otros factores de tinte político.
Condicionados por el entorno político
“Aunque queramos aislarnos del entorno todo está entrelazado. Lo que nos pasa, las oportunidades de tener ingresos también están condicionadas por el entorno y la política pública, existen muchas variables que la persona no controla y que afectan su bienestar, un ejemplo es la inflación, la inversión, la carga fiscal, son factores que pueden hacer que el resultado de la decisión individual sea distinto”, explica Ligia Gómez.
Mantener la apatía por la situación política del país ha pasado factura a los nicaragüenses desde hace décadas, en las que se las han ingeniado para sobrevivir con muy poco frente a un aumento creciente de los productos básicos de consumo y una decadente calidad de vida. La situación ha sido más palpable desde 2018, cuando se rompió por completo el paradigma de “si no trabajo, no como”, pues muchos se quedaron sin un puesto de trabajo o se vieron afectados parcialmente de una u otra manera.
“Vimos en 2018 cómo se destruyeron casi 200 mil empleos formales, así que aunque las personas digan ‘si no trabajo, no como’, cuando pasa esto que hay gobiernos antidemocráticos, dictaduras familiares y se crean conflictos de encontronazos de la clase gobernante y la clase gobernada que demanda libertad, justicia, democracia, autonomía, entonces se destruyen puestos de trabajo formales”, expone Marco Aurelio Peña.
El economista añade que además se genera una crisis de desconfianza, inseguridad, incertidumbre, contracción de la inversión extranjera directa y de la economía de servicios porque “hay un clima de inseguridad generalizado”. Todo ello golpea a los grupos más empobrecidos del país que tienen cada vez menos oportunidades laborales y muchos se ven obligados a migrar.
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“La calidad de vida está ligada al acceso a los servicios y recursos para tener salud, vivienda, comida, seguridad, educación, todo lo que te permita funcionar como persona. Los países tienen políticas públicas para garantizar esos mínimos necesarios. Hay diferencias entre los países europeos y USA, por ejemplo. Y en nuestros países es aún peor por la escasez de recursos y de voluntad política”, señala Ligia Gómez.
Salud y seguridad social también se ve afectada
Los nicaragüenses no solo han visto afectado sus derechos civiles y políticos, los sociales y económicos también siguen siendo violentados, así los aspectos de salud y seguridad social se van desmejorando. Marco Aurelio Peña explica que por eso vemos medicamentos de inferior calidad y en menos cantidad cuando asistimos a una unidad de salud estatal o a las prestatarias de servicio del mismo INSS, el prolongado tiempo de las citas médicas y la creciente burocracia no permite que los nicaragüenses vean sus problemas de salud de manera expedita.
“La persona que dice ‘si no trabajo, no como’ puede terminar en el extranjero, él mismo apresado o sin empleo, en un subempleo o su emprendimiento puede ser cerrado, un operador político lo puede extorsionar para que alguna manera le haga propaganda al gobierno o le permita participación a la familia del gobierno”, apunta Peña.
El economista añade que “la libertad de ejercer una profesión es parte del derecho al trabajo” y ejemplifica la pérdida de este, con lo que ha ocurrido con muchos abogados del país a los que el régimen les ha anulado su registro en la Corte Suprema de Justicia, así como periodistas perseguidos o apresados, médicos y docentes despedidos y otras profesiones. «Todas esas son afectaciones directas al derecho al trabajo”, sostiene.
Más cargas para los trabajadores
“Si no nos interesa la política pública solamente la vamos a padecer. En nuestros países los de bajos ingresos tienen una carga impositiva de cada centavo que ganan, pero los que ganan mucho dinero pagan muy poco impuesto sobre lo que ingresan. Eso es debido a que los que tienen el poder económico también han tomado las deducciones sobre la política pública”, explica Ligia Gómez.
Las cargas impositivas las empezaron a sentir cada vez más los trabajadores que ya superan un salario de C$8,000 mensuales desde inicios de 2022. Los primeros en verse afectados fueron los trabajadores del régimen de zonas francas (industria manufacturera y hasta call centers), quienes ganan salario de producción o bonificaciones por su desempeño.
El impuesto sobre la renta, junto a lo cotizado al INSS significa una merma considerable en los ingresos de los trabajadores de las zonas francas, por eso muchos de ellos hasta dejaron de laborar horas extras en sus empresas y otros renunciaron como medida de protesta, y aunque los empresarios del sector trataron de negociar con el régimen el cambio del techo de IR, no hubo ninguna respuesta, siendo los trabajadores los afectados.
“En Nicaragua se tiene que revisar el techo del IR porque es completamente injusto que el peso del impuesto sobre la renta o el impuesto sobre los ingresos se le esté cargando a la clase trabajadora, que por cierto tiene bajos ingresos, porque estar hablando de menos de 10 mil córdobas son bajos ingresos. En la medida en que se le aumenta el impuesto se va reduciendo el disponible que es para sostener sus niveles de consumo”, sostiene Marco Aurelio.
Función del Estado
Todos estos aspectos apuntan a que no solo basta con tener un empleo para comer, pues realmente los salarios de Nicaragua no permiten ni siquiera comprarse la mitad de los productos alimenticios esenciales y esto es a causa de la pésima administración gubernamental, es decir, es culpa de los asuntos políticos, a los que la mayoría de los nicaragüenses le huyen.
“La función del Estado debe estar encaminada en asegurar que las condiciones de las personas sean las mismas para todos, es decir, el Estado es el gran igualador de condiciones, ¿cómo lo puede lograr? Proveyendo la principal herramienta que tiene la humanidad que es el conocimiento y la educación, esta última tiene que ser responsabilidad del Estado aunque pueda existir la educación privada”, señala Juan Sebastián Chamorro.
Ligia Gómez añade que los gobiernos “deben de hacer cumplir el contrato social”, distribuir y velar porque el uso de los recursos permitan que la sociedad siga desarrollándose de manera sostenida a largo plazo.
“Administrar un país es igual que manejar una familia solo que todo será en grande. Si gastamos más de lo que ganamos nos endeudamos, si solo apoyamos a un hijo y al otro no, uno saldrá adelante y el otro será afectado, y así sucesivamente”, sostiene la economista.
Sector privado, el eslabón principal de la generación de empleos
Tanto Marco Aurelio Peña como Juan Sebastián Chamorro coinciden en que el Estado debe prestar las condiciones para que haya un clima de negocios adecuado y atractivo para el inversionista nacional y extranjero, promover la competencia, el comercio, la apertura a la inversión sin proteger a la gente con privilegios, pero sí al más necesitado.
“Es importante fomentar el espíritu de empresa, la actitud hacia el emprendimiento, con responsabilidad y equidad social y con ello generar más y mejores puestos de trabajos formales”, añade Marco Aurelio Peña.
Por su parte, Chamorro sostiene que “ningún Estado es capaz de proveer los empleos que necesita la gente” y que para ello necesita del apoyo fundamental de la parte privada.
“El Estado no debe generar los empleos, debe generar las condiciones para que las personas busquen su empleo y debe ser el sector privado, el capital, las empresa, los comerciantes, la agricultura, todas estas serie de actividades que por beneficio propio trabajan, pero al hacerlo también lo hacen en beneficio de la sociedad y su conjunto”, expone el economista.
La reducción de la pobreza es el reto de cualquier gobierno en el mundo, en Nicaragua es un tema de vieja data. Daniel Ortega ha sido un gran crítico de los llamados “gobiernos neoliberales”, que según él no hicieron nada para reducirla y mejorar la calidad de vida de los nicaragüenses.
Ortega ha estado al frente de Nicaragua en dos ocasiones, primero en los años ochenta, cuando el país se empobreció como nunca. En el 2007 volvió a la presidencia y pronto cumplirá 20 años consecutidos en el poder y la carestía de la vida es sentida en todos los niveles, pero especialmente en los sectores sociales más empobrecidos que no cuentan con un trabajo digno.
Según la la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), en 2021 había 1,3 millones de nicaragüenses que se encontraban subalimentados.
Con todo esto, ¿usted aún sigue creyendo que solo su trabajo es importante para comer o cree que los gobiernos influyen en su calidad de vida?
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