Las rupturas dentro de los grupos de oposición se hacen cada vez más latentes y alcanzan a los grupos juveniles, quienes a pesar de haber sido los primeros en organizarse para liderar las protestas de 2018, actualmente se encuentran más divididos y replegados que en aquel entonces.
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Este lunes la Alianza de Jóvenes y Estudiantes Nicaragüenses (AJEN) anunció su salida de la Unidad Nacional Azul y Blanco (UNAB) por un supuesto ambiente hostil que se experimenta dentro de las organizaciones juveniles que la conforman. Samantha Jirón, miembro de AJEN, señaló a la Coordinadora Universitaria por la Democracia y la Justicia (CUDJ) de controlar al Sector Estudiantil y Juvenil (SEJ), «ellos hacen lo que quieren dentro del sector y no toman en cuenta a otras organizaciones» sostuvo. Mientras tanto, desde la CUDJ se prefirió no sostener comentarios al respecto.
Pavón también señaló que AJEN desde la SEJ se les calificó de infiltrados por sostener lazos con los jóvenes de la Alianza Cívica, lo que deja entrever fuertes diferencias entre los jóvenes de la UNAB y la Alianza.
Juan Bosco Torres, experto en políticas públicas, considera que esta falta de consenso o «falta de visión nacional» impide que haya mayor organización dentro de estos grupos juveniles, además de ser muestra de una visión «caudillista y de egocentrismo» que se está volviendo «una tendencia, a pesar que desde la lógica discursiva se pretenda otra cosa.»
El analista político Bosco Matamoros considera que los jóvenes «cayeron en una trampa cuando se habló de construir una gran Coalición» y considera que cada una de estas organizaciones deben conformarse dentro de sus propias estructuras y trabajar por reformas electorales, conservando su propia identidad y autonomía. Además destaca que decisiones como la aplicación de sanciones a miembros que se reúnan con otros grupos opositores es señal de un «elitismo excluyente».
Diferencias ideológicas
Torres asegura que un factor determinante es la percepción de ideologías «que aunque nosotros no lo observemos como ciudadanía, creo que eso también esta influyendo». Y aunque las diferencias ideológicas son naturales en cualquier proceso democrático, considera que a nivel de comunicación política hay ciertas crisis que deberían ser neutralizadas.
«Prácticamente las acciones que han hecho tanto Coalición Nacional, y de forma independiente las demás organizaciones, Alianza y UNAB, inclusive los jóvenes, ha estado influyendo para que la misma opinión pública se incline por no tener ninguna opción o alternativa en un proceso electoral» sostiene.
Para Torres estas divisiones públicas no son estratégicas pues una verdadera alternativa para tratar de contrarrestar el peso que tiene Daniel Ortega es ir en conjunto como «una gran coalición» o «una gran alianza», pero la perspectiva en estos momentos «ni siquiera se avoca a una línea estratégica».
Matamoros considera que no deben temerse las diferencias, «¡que las practiquen! eso no quiere decir que es una ruptura, deben reestructurarse ellos por su sector, poner bien claro los mecanismos de decisión y objetivos». Agrega que lo conveniente es que los jóvenes consoliden su identidad fuera de las diferencias ideológicas «y no repitan los errores tóxicos de los adultos que están cargados de ambición y de falta de visión».
Falta de formación
Torres considera que un punto clave que puede observarse a nivel de debilidad es la falta de formación, la falta de capacidad y la falta de gestión del conocimiento que tienen estas agrupaciones, pues más allá de una falta de articulación «hay una falta de compresión del verdadero liderazgo que se tiene que instalar».
«Es penoso que en el siglo XXI todavía se maneje la política como a principios del siglo XX, la gente no entiende lo que es organizaciones de la sociedad civil, cómo se articula un proceso de decisión democrático. Es una cultura autoritaria, es una cárcel intelectual» opina Matamoros.
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Para el analista político aún «hay tiempo para que se destruyan y recompongan estas coaliciones» pues considera que justamente lo que la oposición necesita es una coalición o «una coincidencia de intereses fuera del romanticismo que predican muchos». Y sostiene que «hay una voracidad y un narcicismo espantoso, que es como en el mismo gobierno. Es un mal nacional. Tenemos que reinventarnos como sociedad».
Expertos en política han advertido —desde la formación de los primeros grupos de oposición— que la única forma de asegurar un cambio político es a través de la unidad de todos los sectores para trabajar en el tema de las reformas electorales y que una vez que se logre establecer un sistema democrático puedan establecerse las divisiones en base a intereses individuales, pero no fraccionarse sin antes lograr el primer paso en la agenda.
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