En la entrada de una humilde vivienda está colgado un rótulo que indica la venta de refrescos naturales: es el único ingreso que tiene la familia. Este es el hogar donde vivía Selena Celeste Zapata, quien luchó por más de cuatro años contra la diabetes. Tenía tan solo 23 años cuando se enteró que tenía la enfermedad. El 30 de octubre de este año falleció a los 27, dejando a su hijo, Jasson García Zapata, bajo el abrigo de su abuela. «Yo la quería más que a nadie», lamentó el niño, quien accedió a hablar bajo autorización de su familia.
La familia de Selena aún llora por la partida de la joven, y están preocupados por asegurar el bienestar del niño que ahora queda bajo su resguardo.
Debido a las pocas posibilidades económicas han recurrido a pedir ayuda públicamente. «Realmente lo que necesito es que si pueden ayudarme con una camita, con un abanico, con provisiones. Santa Claus Nica si me puede ayudar, le pido de corazón», manifestó el niño de 11 años. La casa del niño está ubicada en el barrio El Riguero, contiguo a la Rosticería Bay Pass.
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«Voy a pasar triste esta Navidad»
«Voy a pasar triste (Navidad) porque ella no va a estar conmigo, yo la quería a ella más que a nadie», afirmó el niño. Cuando se enteró que su mamá falleció se sintió abatido. No obstante, la conversación que aún recuerda haber sostenido con su mamá era «que nosotros queríamos ayudar a nuestra abuelita bastante, y no hallábamos cómo hacer para ayudarla».
Jasson era el único hijo de Selena, y en los últimos años dejó los juguetes y los pasatiempos para velar por su madre mientras pasó por los momentos más difíciles de su vida. Era como un médico que la atendía en la medida de sus posibilidades: «cuando sea grande quiero ser doctor», afirma García.
Mientras el niño sostenía esta conversación, su abuela Raquel Zapata García, de 44 años, lloraba profundamente al escuchar lo que decía con mucha firmeza su nieto.
¿Cómo se agravó la salud de Selena Zapata?
Raquel Zapata, madre de la joven fallecida y abuela del niño, relata que su hija tenía 23 años cuando se le detectó la diabetes. Debido a esta enfermedad la pérdida de peso en la joven se fue acelerando, llegando a pesar 82 libras. Pero todo empeoró tras una caída que sufrió Selena el 3 de octubre. Luego de eso pasó postrada en una cama hasta el último día que luchó por su vida.
«La desgracia (fue) cuando se cayó y se quebró el fémur, la llevamos al hospital y a los quince días de estar allí a ella la operaron. Le dieron de alta y después cuando llegamos a la cita, la herida se le había infectado, la metieron al quirófano y le hicieron un lavado, pero después se puso mal y la presión no le subía», cuenta Doña Raquel.
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Tras el hecho, los médicos le indicaron a Raquel Zapata que ella tenía que decidir para proceder a hacerle un catéter a su hija. Un dispositivo que se usa para extraer sangre y administrar tratamientos, como líquidos intravenosos, medicamentos o transfusiones de sangre. Se introduce un tubo delgado y flexible en una vena, por lo general debajo de la clavícula.
Zapata no estaba de acuerdo, pero desesperada y esperando que esa intervención salvara la vida de su hija, aceptó el procedimiento. Pero el resultado no fue el que esperaban, «no dilató mucho, a ella le dio un infarto», afirma su madre.
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Se sustentan con la venta de refrescos naturales
Doña Raquel se convirtió desde la enfermedad de su hija en el único pilar que sostiene a la familia. El único ingreso que tienen, según comenta, es la venta de refrescos naturales, y la mejor venta en el día es cuando logra obtener unos 200 córdobas.
Pero hay días malos, cuando apenas alcanza a vender tres refrescos. Con «30 córdobas no se puede hacer nada», lamenta.
Comenta que le gustaría tener un trabajo fijo, pero sufrió una trombosis y eso le impide cumplir con esa meta. «No puedo estar mucho tempo de pie», asegura. La familia habilitó el número telefónico 8277 – 4026.
Por los escasos ingresos económicos, Raquel Zapata pide ayuda «porque estamos pasando una situación bien dura». A pesar de la partida de su hija dice que trata de ser fuerte para evitar que su nieto la vea quebrantada por la ausencia de Selena. «Si me mira llorando, él también (llora)», dijo con tristeza Doña Raquel.
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