Julio César Espinoza Gallegos, fue un exantimotín que trabajó seis años para la Policía Nacional, pero desertó cuando se dio cuenta que fueron quebrantados los principios que juramentó, precisamente cuando se ejecutó la represión estatal de 2018. Asegura que la institución policial tiene “manchada las manos de sangre” antes de la rebelión de abril. Además señala que el policía que continúa activo es porque “le gusta matar”.
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El exantimotín, de 32 años, dice que hay muchos oficiales que están en desacuerdo con el actuar de la Policía Nacional, pero están por la necesidad. Sin embargo, señala que un agente por necesidad no va a matar su prójimo. “El que está ahí es porque sinceramente le gusta matar. La Policía no es un trabajo que van a despedir, en la policía usted tiene que recibir órdenes y si te toca matar, vas a matar”, afirma.
“La policía tiene las manos manchadas de sangre desde más antes. No desde ahorita de abril. El caso de Las Jagüitas fue duro y la policía jugó un papel con la Aminta Granera de que los oficiales estaban presos y jamás estuvieron presos porque gozaban de su salario. Además, hace poco ascendieron a Comisionado a Sacaría Salgado, el jefe que ejecutó el plan en Las Jagüitas”, critica Espinoza.
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Sacarías Salgado encabezaba la patrulla que el 11 de julio de 2015 ejecutó una operación en Las Jagüitas, donde rafaguearon el vehículo en el que se movilizaba una familia, matando a tres de ellos e hirieron a dos. Aminta Granera, exdirectora de la Policía Nacional, llegó al lugar de los hechos y le dijo al comisionado general Ramón Avellán que apresara inmediatamente a los oficiales.
Salgado fue sentenciado a once años de prisión que, según dictó el juez, debería cumplir sucesivamente e inhabilitación absoluta y tenencia de armas durante veinte años. En el año 2026 estaría cumpliendo su sentencia.
Cabe señalar que el oficial Sacaría Salgado participó en la sangrienta operación de “rescate” en Masaya del comisionado Avellán, el 19 de junio de 2018, donde perdieron la vida seis personas.
Adoctrinamiento cubano
El exantimotín asegura que durante sus capacitaciones siempre le mencionaban una supuesta “revolución amarilla”. “Ellos sabían que en cualquier momento iba a reventar lo de abril, porque los antimotines estábamos preparados para eso”, dice. La revolución amarilla, también llamada como la “revolución de color”, es un término que usan los líderes socialistas indicando que las rebeliones son “planificadas de hace mucho tiempo” para crear supuestamente “inestabilidad” en el país.
“Mi curso de antimotín yo lo pasé con gente cubana y el entrenamiento es para prepararlos psicológicamente: que avancemos, avancemos y nunca para atrás. Uno está preparado para ese tipo de choques”, comenta sobre la estricta preparación que recibió.
“Ellos habían venido a Nicaragua con un objetivo de amaestrar varones y no mujeres, que si nosotros nos echábamos para atrás, mejor nos fuéramos de las filas de la Policía”, asegura que le decían los cubanos.
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El día que reaccionó
El 18 de abril de 2018, día que los nicaragüenses se manifestaron en contra de las reformas al seguro social, el antimotín llegó como refuerzo a la seis de la tarde donde estaba el grupo de personas que protestaba en Camino de Oriente.
“El 19 de abril a mí me mandan a Masaya que es donde revienta (las manifestaciones) y salgo lesionado con una pedrada en Monimbó, Masaya”, recuerda. Debido al golpe de la pedrada que supuestamente fue lanzada por un manifestante, estuvo tres meses de subsidio.
El exantimotín sostiene que cuando una persona se integra a la institución policial, le dicen en reiteradas ocasiones lo que el gobierno sandinista ha hecho por cada uno de ellos. Comenta que por ese motivo los policías “están con esa idea” y por eso el pueblo nicaragüense se manifiesta por una “simple locura”.
Debido al adoctrinamiento que recibió, manifiesta que los primeros días de los acontecimientos de abril de 2018, que dejó un saldo de más 300 muertos que se manifestaban de forma pacífica en contra del gobierno de Daniel Ortega, todavía tenía la idea que había una buena administración por el líder sandinista.
“Yo era uno de los que decía que el gobierno estaba bien, pero al ver las noticias en mi casa me doy cuenta lo que hace sinceramente la Policía, que ya había asesinato. Desde ahí ya no estoy bien con la Policía”, reaccionó.
“Lo que sí me motivó y me hizo cambiar más fue la quema de los niños en el Carlos Marx, del niño Teylor que le pegaron un balazo los paramilitares que iba en brazo de su papá. Ese fue el empuje para yo desertar de la Policía Nacional”, comparte.
Agrega que otra decisión fue el juramento que le hizo a su patria de defender la soberanía de Nicaragua. “Primero ante Dios, porque soy temeroso del Señor donde dice no matarás, esa fue una de las cosas que se me pegó tanto”.
Pide de baja y lo arrestan junto a toda su familia
“A mí se me vence el subsidio el 6 de agosto de 2018, cuando a mí se me vence el subsidio yo me presento a la Plaza El Sol y les digo: «aquí está su uniforme y no voy a participar más con ellos», rememora.
“El comisionado que se llama Julio Mora, jefe de relaciones públicas en Plaza El Sol, me dice que trabaje con ellos que me van a ascender, me van a dar grados, me van a asignar un vehículo y arma. Yo les digo que no”, manifiesta el exantimotín, quien recuerda que en ese momento ingresaron dos personas de la inteligencia de El Chipote y “me comienzan a interrogar que me atenga a las consecuencias si no voy a trabajar con ellos”.
El 10 de agosto lo llegan a sacar de su casa con paramilitares, asegura. En la redada se llevaron a toda su familia y “se ensañaron conmigo”. “Estuvimos presos tres de la casa: toda una semana completa estuvo mi mamá, mi hermana, mi cuñado, mi padrastro y yo”, recuerda. Su madre fue la primera en salir, pero él quedó preso y dice que fue acusado por terrorismo, vandalismo, secuestro, traición a la patria. “La cosa es que salgo condenado a 23 años”, afirma.
“Eso fue represalia porque yo no quise reprimir a mi pueblo. Como yo no quise reprimir, toman esa represalia conmigo”, comenta sobre el arresto.
Se exilió por la persecución
Julio César Espinoza se integró a las filas de la Policía Nacional en el año 2012, pertenecía a la Dirección de Operaciones Especiales Policiales (DOEP). Se exilió hacia Costa Rica el 26 de noviembre de 2020 tras recibir amenazas constantes, además dice que lo tenían ubicado y la Policía andaba detrás de él.
El exilio le ha tocado duro por el desempleo, el rechazo y tratar de adaptarse en un país que no nació. “Estoy a la espera de mi refugio y sigo esperando a ver qué es lo que pasa, pero estoy con paz en mi corazón porque estoy donde yo quiera y no estoy con el miedo de que me van a hacer algo”, afirma.
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