Es enero de 2007 y en medio de una multitud en la que se encuentran unos 16 jefes de Estado, el mandatario Daniel Ortega se quitó la banda presidencial recién impuesta y dijo en un acto público que se la otorgaba al “pueblo presidente”, en honor al eslogan que lo hizo popular durante la campaña por las características que representa para una nación empobrecida como Nicaragua.
Pero esa promesa conforme pasa el tiempo parece deshacerse, de acuerdo a algunos analistas, que ven un “caos” en la administración del mandatario en los quince años que tiene en el gobierno. Incluso advierten que esto se ha agudizado por la crisis que empezó en el país en el año 2018 que se dieron las protestas antigubernamentales.
Tras asumir Ortega el poder en enero de 2007, Nicaragua se encontraba en un proceso de recuperación económica tras la guerra de la década de 1980, y que llevó al poder a los sandinistras liderados por Ortega.
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El economista nicaragüense y exdiputado Enrique Sáez, comenta a la Voz de América que el presidente saliente Enrique Bolaños declaró una frase ilustrativa sobre el país que entregaba a Ortega.
“Le dijo que le dejaba la mesa servida a Ortega. Había una economía en crecimiento mayor al 4 %; exportaciones creciendo de manera dinámica; inversiones extranjeras creciendo de manera dinámica; y la etapa inicial del acuerdo de libre comercio con Estados Unidos que permitía que buena parte de las exportaciones entrasen a ese mercado en condiciones preferenciales”.
Sáenz rememora que Ortega recibió reducida la deuda externa, como resultado de las sucesivas renegociaciones y condonaciones, todo esto aunado a la paz social y paz política.
“Ortega tenía las condiciones para ser el mejor gobierno de la historia de Nicaragua y posibilitar que este país, nuestro país, diera un salto en materia de desarrollo económico y social. Lamentablemente, el salto fue para atrás y también términos políticos”, indica Sáenz.
Cooperación de Venezuela pudo mitigar pobreza
Además de todo ese contexto, Ortega contaba con la alianza del fallecido expresidente venezolano Hugo Chávez, que prometió apoyo a Managua por “el retorno del pueblo al poder”.
Y ese apoyo se materializó por medio de una cooperación de parte de Venezuela, que fue utilizada sin que quedaran claros los términos de cómo se invirtió.
Datos del Banco Central de Nicaragua estiman que el país recibió de Venezuela millones de dólares anuales desde 2007 que Ortega tomó el poder.
En 2012 por ejemplo, la cooperación venezolana representó para Managua más de 700 millones de dólares, una cifra elevada para una nación como la nicaragüense, que hasta el 2011 tenía un 41.1 % de la población en pobreza, según datos de la Fundación Internacional para el Desafío Económico y Global (Fideg).
“La privatización fraudulenta de la cooperación venezolana” representó pérdidas millonarias para el país, dijo Sáenz, argumentando que esto ocurrió “sin escrutinio público como si fueran relaciones privadas”.
“Esto fue en los tiempos de bonanza de los precios del petróleo y de estabilidad del régimen político venezolano”, indica Sáenz. Afirma además que los recursos del país suramericano le permitió a Ortega distribuir algunas “migajas con programas de carácter clientelar, pero que no combatían la pobreza”.
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“Mitigaban algunas de las manifestaciones de la pobreza, el Plan Techo, por ejemplo—colocar láminas de zinc impedía que la gente se mojara cuando llovía—, pero no representaba generación de empleos y de ingreso”, subraya.
Sáenz indica que cuando se desplomó la cooperación petrolera venezolana por la caída de los precios internacionales del petróleo y el gobierno de Venezuela tuvo que ocuparse de su propia crisis, “se desinfló la burbuja que Ortega había inflado con el subsidio venezolano de tal manera que, y a partir de 2015, 2016, uno ve que en los informes del Banco Central caen en picada estas asignaciones”.
“En consecuencia, la gente que estiraba la mano para recibir dádivas de la dictadura se quedó ya sin empleo, sin ingresos y pobres, como siempre”, asegura Sáenz.
Carestía de vida aumenta en Nicaragua
Según un informe del gobierno de Ortega presentado en 2021, con el Gobierno Sandinista se habría reducido significativamente la pobreza general pasando de 48.3 % en 2005 a 24.9 % en 2016, y la pobreza extrema de 17.2 % a 6.9 % en el mismo periodo.
El gobierno lo atribuye “a todos los programas socioproductivos que se han implementado, acompañando a la seguridad, la paz, la estabilidad macroeconómica y la inversión nacional y extranjera”.
¿Qué dice la oposición?
El exdiputado liberal Eliseo Núñez contradice estas estadísticas y afirma que Ortega solo dijo que acabaría con la pobreza, pero no hizo nada más que dar discursos alrededor de eso, para cambiar los modelos de pobrezas tienes que cambiar modelos económicos.
Reitera que durante el tiempo en que en Nicaragua hubo un superávit en las finanzas, coincidió primero con la ayuda venezolana y posteriormente con el aumento en los costos de algunos productos que se exportaban.
“Con lo de Venezuela lo que se hizo fue repartir chanchitos, zinc , y todo lo demás sin tratar de sacar a Nicaragua de la pobreza. Ortega no saca a la gente de la pobreza para poder manipularla y decirles que él es su salvador. Está claro que necesita perpetuar la pobreza”, subraya.
Las dificultades a cuatro años de la crisis también se comienzan a sentir en los bolsillos de los nicaragüenses. Por ejemplo la canasta básica ha incrementado sustancialmente desde la llegada al poder de Ortega en 2007 a la fecha.
Producto de ello, los nicaragüenses han comenzado a emigrar, no solo por la situación política, sino por las carencias económicas.
Según la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP, por sus siglas en inglés) de enero a noviembre se registraron más de 72.000 detenciones de nicaragüenses en las fronteras. En el primer trimestre de 2022, CBP contabilizó un total de 49.000 nicaragüenses más que intentaron cruzar ilegalmente a Estados Unidos
De hecho la migración se ha visto reflejada en el aumento de remesas de Estados Unidos a Nicaragua, por ejemplo, el flujo migratorio incrementó exponencialmente hasta un 200% desde el 2007 que Ortega asumió el poder a la fecha.
“Las remesas significan un alivio para las familias en condición de subempleo, desempleo, que están comiendo salteado, pero también, como se trata de divisas líquidas, euros, o dólares que entran, billetes sobre billetes”, dice el economista Sáenz e indica que esto oxigena a la economía nacional.
“Nos estamos desangrando, literalmente, porque esos cuerpos llenos de sangre salen al exterior; es nuestra sangre la que está saliendo, así que, literalmente, hablamos de que Ortega está provocando una hemorragia en las familias y en la población nicaragüense”, lamenta Sáenz.
Para que esto cambie, el exdiputado Eliseo Núñez sugiere que se debe fortalecer la educación “no solo la formal, sino la educación técnica”. “Se debe invertir en investigación, nosotros vivimos de lo que inventan otros, y la otra cosa es tener libertad económica que implica un sistema judicial que funciona”.
“Tenemos un capitalismo de cuate, es capitalismo porque funciona como funciona el mercado, pero el mercado lo modulan desde el poder, esta mezcla de cosas no permite que saqués a la gente de la pobreza”, concluye el político opositor.
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