Primero las sanciones, luego Alex Saab y ahora el avión «secuestrado», la letanía de razones de Nicolás Maduro para no dialogar con la plataforma antichavista se ha incrementado, y los analistas creen que el tiempo juega a su favor, a un año de la firma del memorando de entendimiento.
El diálogo para zanjar la prolongada crisis política y económica de Venezuela sigue estancado, un año después de la firma del memorando de entendimiento para esas negociaciones con la facilitación del Reino de Noruega.
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El oficialismo venezolano se retiró de las conversaciones apenas dos meses después de aquel estrechón de manos entre los jefes delegados Jorge Rodríguez, del gobierno de Nicolás Maduro, y Gerardo Blyde, por la Plataforma Unitaria antichavista.
Desde entonces, la letanía de razones del chavismo para no dialogar se ha incrementado.
Hace días, el presidente Nicolás Maduro subrayó una nueva condición para retomar el diálogo: que se entregue a Venezuela el avión “secuestrado” en Argentina, con tripulantes del país suramericano y de Irán, bajo sospechas de actividades de fomento al terrorismo.
Estas son las demandas que esgrime el gobierno de Maduro para explicar por qué aún no quiere sentarse en la mesa de México.
El alivio de las sanciones, ante todo
Una pregunta filosófica antigua dice: ¿qué fue primero, el huevo o la gallina? En cuanto al diálogo en Venezuela, el chavismo ha insistido en que el primer paso debe ser la flexibilización de las sanciones económicas del gobierno de Estados Unidos para, entonces, ceder campo en acuerdos políticos por negociaciones.
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La oposición considera que la fórmula debe priorizar el diálogo antes del levantamiento de restricciones económicas extranjeras en sectores como el petrolero y el bancario.
Maduro puso el año pasado esa entre las tres condiciones para dialogar: “levantamiento inmediato de todas las sanciones, reconocimiento pleno de la Asamblea Nacional y los poderes del país, y la devolución de cuentas bancarias a PDVSA y el Banco Central”.
El memorando de entendimiento firmado en agosto de 2021 por las partes enfrentadas incluyó menciones al “gobierno de la República Bolivariana de Venezuela” y a la “necesidad de que sean levantadas las sanciones contra el Estado venezolano”.
Si bien las sanciones y el control de activos en el extranjero por parte de la oposición venezolana prevalecen, la coyuntura energética mundial llevó al otorgamiento de nuevas licencias que permiten a empresas como Chevron negociar directamente con Maduro y a la española Repsol y la italiana Eni a importar crudo venezolano para cobrar deudas.
La liberación de Alex Saab
La extradición a Estados Unidos del empresario colombiano Alex Saab, con vínculos y contratos directos con el gobierno venezolano, fue detonante de la suspensión del diálogo de México en octubre del año pasado.
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Jorge Rodríguez, jefe delegado del chavismo, explicó que se levantaban de la mesa por el “secuestro” de Saab y acusó al gobierno estadounidense de dinamitar la mesa de diálogo.
En los meses siguientes, el chavismo ha insistido en la liberación de Saab, aunque sin la vehemencia de antes. Comunicadores y dirigentes sociales vinculados al oficialismo han pedido la “liberación inmediata” del empresario colombiano, a quien Caracas identifica como un enviado especial con rango diplomático para labores humanitarias.
Fuentes del Departamento de Estado dijeron a medios estadounidenses que el madurismo “está trabajando de manera más agresiva” para aumentar su poder de negociación sobre el caso Saab y ante la Casa Blanca, incrementando el número de estadounidenses detenidos en suelo venezolano, incluso en las fronteras.
Los activistas chavistas que declararon esta semana propusieron, de hecho, que se canjeara a Saab por prisioneros estadounidenses, lo cual valoraron como una idea “muy válida”.
El avión “secuestrado”
El gobierno de Maduro repudió este mes la retención en Argentina el 6 de junio de un avión Boeing 747-3B3 de las aerolíneas Emtrasur y la estatal venezolana Conviasa por sospechas de vínculos con el terrorismo internacional de sus tripulantes, entre los que no solo había venezolanos, sino también iraníes.
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Dos meses después del hecho, Maduro exigió al presidente argentino Alberto Fernández que devuelva la aeronave. “Ese es un bien venezolano. Tenemos los papeles de propiedad y es un avión que iba por el mundo prestando servicios”, dijo en un acto público.
El mandatario venezolano reclamó la liberación de la tripulación. La investigación judicial en Argentina ha revelado que el piloto tiene el mismo nombre de un miembro de las Fuerzas Quds, el brazo armado de la Guardia Revolucionaria de Irán.
La cancillería venezolana inició una campaña en Twitter para exigir que se libere al avión y a sus tripulantes, denunciando que se encuentran “secuestrados” por la justicia argentina.
Según documentos judiciales, son 19 los tripulantes, 14 de ellos venezolanos. La semana pasada, su jefe delegado en México condicionó el regreso al diálogo a que se cumpla lo exigido por Maduro sobre la polémica retención en Argentina.
“No nos vamos a mover ni en cosas de diálogo ni en cosas de negociación, ni en ninguna cosa de esas. Muy sencillo, igual que como dijimos con el diplomático secuestrado Álex Saab, dos cosas les vamos a decir: nos devuelven el avión y queremos de vuelta a nuestros hermanos secuestrados”, manifestó Rodríguez, también presidente del Parlamento.
La falta de presión de la oposición
No existe en Venezuela ningún factor de desestabilización o de presión de parte de los partidos de la oposición que pueda forzar al gobierno de Maduro a volver a México, opina el analista político y especialista en asuntos internacionales Luis Peche Arteaga.
Las manifestaciones de calle de empleados de los sectores educación y salud por falta de pagos o depósitos incompletos de salarios y bonos vacacionales en varias regiones del país han sido “focalizadas” y no amenazan la continuidad del chavismo, diagnostica.
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“El tiempo, en este caso, siempre ha corrido a favor del chavismo, que incide no solo en prolongarse en el poder, sino en el desgaste de las figuras de las fuerzas democráticas, que tienen un descrédito bastante grande”, estima en conversación con la VOA.
El madurismo no tiene “ningún tipo de incentivo” para negociar hoy día, pues enfrente tiene a una oposición “débil, fragmentada, sin capacidad de movilización interna y efectiva”, apunta el doctor en procesos políticos contemporáneos Juan Manuel Trak.
La preparación de más de una docena de precandidatos a las primarias opositoras para elegir al candidato a las presidenciales de 2024 ha exacerbado las diferencias dentro de la Plataforma Unitaria, observa. El chavismo “no tiene razones para sentarse” a dialogar, sino, lo contrario: dejar ese proceso “en una suerte de limbo” le beneficia, señaló.
“Uno de los temas eran las condiciones para las elecciones de 2024. Queda en suspenso para que el gobierno pueda jugar a que la oposición no logre coordinarse de manera eficaz, ni tener un frente común o un proyecto democratizador de cara a 2024”, dice Trak.
Peche Arteaga, por su parte, considera que hará falta una mayor intervención de los aliados internacionales de la oposición venezolana para obligar a Maduro a dialogar.
Trak, en cambio, nota que los cambios de gobiernos en América Latina tendientes a la izquierda no han hecho sino relajar las presiones sobre el chavismo a la hora de evaluar si negocia o no.
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