El presidente nicaragüense Daniel Ortega continúa cerrando las puertas al diálogo y tomando distancia de líderes de la región y del mundo que buscan servir de puente para zanjar la crisis que atraviesa la nación centroamericana en materia de derechos humanos y democracia, sostienen analistas.
Expertos consultados ven con preocupación el hecho de que el presidente de izquierda, -que estrenó un nuevo mandato en noviembre en comicios criticados en parte porque previamente puso en la cárcel a sus contrincantes- haya usado recientemente su retórica para atacar a personalidades de la política que podrían tener un rol clave en la solución de la crisis en la empobrecida nación.
Los más recientes ataques verbales de Ortega han apuntado al papa Francisco, al secretario general de la ONU, António Guterres, y el presidente de Chile, Gabriel Boric. También se ha referido en un tono despectivo a Brian Nichols, subsecretario de Estado de la Oficina de Asuntos del Hemisferio Occidental. «Ladra contra Cuba, ladra contra Venezuela, ladra contra Nicaragua», ha dicho Ortega sobre Nichols, quien ha instado al gobierno de Nicaragua a liberar a los presos políticos.
Básicamente, Ortega critica a los que señalan fallas en el desempeño de su gobierno de seguir las pautas de Estados Unidos y la Unión Europea.
«¿Con qué autoridad me hablan de democracia? ¿Cuántos votos tuvo el obispo de parte de la población para ser nombrado obispo, fue nombrado al dedo del Vaticano, de parte de alguien que no ha sido electo por el pueblo, fue electo por un grupo de cardenales. Así eligen al papa, un grupo de cardenales y de ahí van nombrando por todos lados», ha dicho recientemente Ortega.
Tiziano Breda, analista del International Crisis Group, un centro de análisis e investigación con sede en Bruselas, dijo a la Voz de América que estamos en presencia de «una radicalización del discurso» de Ortega.
«No recuerdo de otro gobernante que recientemente, por lo menos, haya emprendido esta retórica tan vehemente en contra de un grupo tan variado de actores que no solamente es Estados Unidos», afirmó el analista.
Breda sostiene además que en el caso de Ortega existe «un elemento adicional de intransigencia», en comparación con líderes de la región criticados por las violaciones a los derechos humanos, como los gobiernos aliados de Cuba y Venezuela.
El analista valora que Ortega estaría tratando de enviar un mensaje claro a sus seguidores internos y a la comunidad internacional: no está dispuesto a escuchar y atender las demandas de nadie y además -dice Breda- «está dispuesto a pagar las consecuencias».
La crisis política en Nicaragua es cada vez más aguda desde las protestas antigubernamentales que tuvieron lugar en 2018 y que dejaron más de 300 muertos y decenas de miles de desplazados y exiliados.
Ortega ha insistido desde entonces en que las protestas fueron un intento de golpe de Estado, mientras varios intentos de diálogo han colapsado por falta de entendimiento y acuerdos entre su gobierno y las fuerzas de oposición.
Las posiciones de Ortega lo han puesto en la mira de gobiernos democráticos de América Latina y del mundo. Como consecuencia, Estados Unidos y Europa han impuesto sanciones a miembros de su más cercano círculo.
¿Qué ha ocurrido con los intentos de mediación internacional en Nicaragua?
El gobierno izquierdista que lidera Gustavo Petro en Colombia intentó mediar en un eventual diálogo con Nicaragua con el fin de solucionar la crisis y lograr la liberación de los presos políticos, sin embargo no tuvo éxito.
El Vaticano también ha intentado buscar un acercamiento con Ortega. De hecho el papa Francisco dijo el pasado 15 de septiembre que “hay un diálogo” con Nicaragua sobre sus medidas contra la Iglesia, que incluyen las detenciones de al menos diez sacerdotes, dentro de ellos un obispo que permanece en reclusión domiciliaria.
También el gobierno de Estados Unidos se ha mostrado en varias ocasiones abierto para un diálogo «franco y sincero» con Managua.
Durante un discurso público el miércoles, Ortega cerró la posibilidad de una intervención de la Iglesia Católica, diciendo que la institución tiene instaurada “una dictadura perfecta».
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«Debilidad y aislamiento»
Eliseo Núñez, exdiputado y analista, dijo a la VOA que Ortega «no está ahorita en ninguna disposición a buscar una salida a la crisis del país». De hecho, afirma Núñez, Ortega «no mira (ve) crisis».
«Vemos que Ortega solo pretende aislarse más, cerrar más el sistema», sostiene Núñez.
En este contexto, se suman las críticas recientes al secretario general de la ONU, António Guterres, a quien llamó “pelele del imperialismo”.
Sobre el gobierno del presidente chileno Gabriel Boric, Ortega también ha pronunciado fuertes críticas. «Ahí (en Chile) no hay democracia, ahí se mantiene la tiranía pinochetista gobernando en el poder económico, en el poder militar, reprimiendo a los trabajadores, reprimiendo a los pobladores indígenas, reprimiendo a los estudiantes», ha dicho Ortega sin ofrecer argumentos.
Tanto Guterres como Boric instaron también pidieron el respeto a los derechos humanos durante la 77 Asamblea General de las Naciones Unidas realizada en New York este mes.
Erick Olson, experto basado en el centro de pensamiento Wilson Center con sede en Washington, estima que el «lenguaje agresivo» de Ortega es una señal «de su propia debilidad y aislamiento» mientras busca enfrentar las críticas contra su gobierno.
«[Ortega está] bastante aislado, con muy pocos aliados, y los aliados que le quedan son también países que están en esta misma condición», agrega en alusión a los gobiernos de Cuba, Venezuela y Rusia.
“Yo lo veo como un intento de criticar a una comunidad internacional que a él mismo lo ha rechazado y criticado fuertemente y ahí van gobiernos de izquierda, derecha y centro por igual”, dice el analista del Wilson Center.
“Es bastante única esta experiencia en Nicaragua, lo que está sucediendo ahora”, opina Olson. »Es bastante insólita esta postura de Ortega”.
«Cálculo de pobreza»: alianza con Rusia y China
De acuerdo con el análisis de Núñez, Ortega «está haciendo un cálculo de pobreza» cuando apuesta a fortalecer relaciones con los gobiernos de China y Rusia.
«Estos países no tienen la capacidad comercial que tiene Estados Unidos», dice Núñez, quien avizora que el nivel de consumo de los chinos sería mucho más bajo en caso de que Ortega apueste a un tratado de libre comercio con China, y desdeñe el que está vigente con Estados Unidos desde el 2006.
«Esto Ortega pareciera no entenderlo, o pareciera no importarle, cualquiera de las dos cosas es muy mala para los nicaragüenses. Son impactos sectoriales, pero son impactos importantes. Él está haciendo malos cálculos», dice Núñez.
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«Simplemente Ortega se quiere mantener en el poder hasta donde pueda», añade.
Olson, por su lado, asegura que el principal impacto de aislamiento de Ortega «lo va a sentir el pueblo nicaragüense (…) Creo que seguiremos viendo más y más personas nicaragüenses huyendo de su país porque no ven ahí opciones de vida», concluyó el analista.
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