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Respuesta al señor William Grigsby

Señor Grigsby, yo no necesito tomarme una píldora de dignidad como usted me recomendó, porque nunca la perdí y pueden dar fe de ello sus colegas ideológicos

*Este es un artículo de opinión de Jennifer Ortiz, directora de Nicaragua Investiga

Señor William Grigsby, debo reconocer que a lo largo de los últimos años me he quedado asombrada de usted. Nunca llegué a conocerlo personalmente, ni tampoco tuve la ocasión de seguir su trabajo, pero supe por otros colegas que fue catedrático de la UCA, y que tenía a su cargo la tarea desafiante de formar a las nuevas generaciones de periodistas de este país.

Entonces yo esperaba alguien que diera ese perfil. Siendo además un anciano que ha pasado buena parte de su vida ejerciendo esta profesión, tuve la expectativa que fuera un señor instruido, educado, con cierto decoro, capaz de ser crítico sin ser vulgar, amante estricto de las premisas periodísticas, pero es evidente que esperé demasiado. Es lamentable que alguien que fue catedrático de periodismo tenga tan bajo nivel educativo y que no tenga la capacidad de plantear sus ideas con altura.

Hoy usted a través de su programa de radio dijo mentiras sobre mí con un lenguaje que deja mucho que desear de un periodista. Me acusó de haber recibido pagos del Cosep para hacer una campaña en su contra, como ya lo hizo hace meses atrás cuando adelantó que venía una «publicación de artes y diseños en Nicaragua Investiga bajo la marca de Race and Equality», algo que nunca llegó ni a este medio ni a ningún otro. Hoy con el mismo vacío probatorio vuelve a anunciar una «campaña» de este tipo y con la misma línea.

Pero usted mismo se describió hoy y dijo: “Ando las tapas sueltas” y bueno, esa es una característica permanente en usted. Sepa señor- aunque supongo que ya lo sabe, pero se siente amparado por estar del lado de aquellos que manosean la justicia a su conveniencia- que lo que hace es un delito.

Deme pruebas de esas “campañas” que usted dice me han pagado para hacer en contra suya, pero que no sean documentos de Word con logos que cualquiera pueda bajar del internet como los que hoy presentó contra miembros del Cosep  y que serían dignos de risa ante un verdadero juzgado. Las veces que en Nicaragua Investiga hemos publicado sobre usted, ha sido bajo estricto rigor periodístico, con base a lo que dice en su programa y cuyo respaldo usted mismo se encarga de colgar en su canal de YouTube.

También hemos tenido como pruebas los contratos millonarios por “partidas publicitarias” que recibe del dinero de todos los nicaragüenses y cuyos documentos con firmas y sellos oficiales, están en el sitio del Estado Nicaragua compra. Nunca hablamos como usted; sin pruebas. Nunca usamos frases como a las que usted recurre con frecuencia: «ahorita no recuerdo» o «algo así era». Siempre somos directos, claros y éticos.

No deje que su fanatismo político o su necesidad de alimentarse, le hagan perder la poca hombría y dignidad que pueda conservar luego de haber tenido que volver cabeza abajo a las filas del partido que hace unos años estaba denunciando de intentar “asesinarlo”.

¿El periodismo oficialista, tiene que ser tan bajo?

Una vez, un colega al que admiré mucho y que fue una especie de referente para mi cuando inicié esta carrera en canal 8 -Hoy desafortunadamente trabaja para su partido- me dijo algo que siempre recuerdo cuando lo escucho a usted. Mientras lanzaba al basurero una edición del 19 Digital cuando este era impreso en sus primeros años, aseguró: «¡Jennifer, es que hasta para hacer oficialismo hay que tener inteligencia!». Cuestionó seriamente que minimizaran el sentido común de las audiencias y que no fueran capaces de poner en perspectiva temas del gobierno que son a todas luces cuestionables y contestarlos con argumentos sólidos y sesudos.

No me molesta que tengamos visiones diferentes, eso es parte de toda sociedad e incluso de la existencia humana, pero sí me indigna que usted  de tan poca clase y compostura, use recursos del Estado para ofender a aquellos que mantenemos su programa y que no tenga consecuencias por sus mentiras. Siempre he creído en la premisa que uno puede decir las cosas con educación, demostrando respeto hacia los padres, las audiencias y todo aquello a lo que uno representa. En este caso usted ha dejado a su partido como un cúmulo de lo más bajo y vulgar que pueda existir. Si yo fuera la dirigente de ese partido me preocuparía mucho de tener «representantes» de ese tipo.

También creo en que alguien que de alguna forma se sienta a cuestionar a los que cree sus “adversarios” y representar a personas como la familia gubernamental, debería al menos dar muestras de “ser mejor”.

Jennifer Ortiz, directora de Nicaragua Investiga

Pero bueno, tampoco asombra si consideramos que su jefa y reprendedora es quien más gala hace de la vulgaridad, el poco juicio y el bajo nivel, y que premia eso con cargos en el gobierno y con partidas jugosas del presupuesto. Es la burla de la diplomacia internacional.

Le confieso que yo a veces quisiera quitarme como usted lo hizo hace mucho tiempo, el principio de la ética periodística y dirigirme a un personaje de su talla moral y a todos los que hoy mencionó como víctimas en su programa, con los epítetos más ofensivos e hirientes posibles, pero pienso en mis padres y el enorme esfuerzo que hicieron para inducirme  a que yo estudiara y culminara una carrera universitaria y en las personas que por una vía u otra me leen y esperan que yo sea una profesional en todo el sentido de la palabra y me abstengo. Porque una vez que uno pierde la ética, nunca más la puede recoger del basurero donde la tiró, tampoco la venden en el supermercado ni la ofrecen en su mano los seres con ínfulas monárquicas a los que usted a diario ensalza y abastece de ego.

Me pregunto cómo alguien que impartió clases de periodismo y que llegó a la tercera edad en esta profesión puede dormir tranquilo sabiendo que miente de la forma más descarada. JAMÁS he tenido tratos con el Cosep. Es más, en el medio que dirijo somos ampliamente críticos del sector empresarial. Estoy segura que no soy de su agrado y ciertamente ellos tampoco me parecen dignos de defender. Son tan constructores de Ortega como usted y un sinnúmero de periodistas asalariados del sandinismo que propagando mentiras ayudaron a darle el poder absoluto que hoy tiene al país sumido en las condiciones lamentables en que se encuentra.

El empresariado nicaragüense que hoy guarda silencio y que me parece tan cobarde como usted que ha cambiado de posiciones y bandos tantas veces, jamás me contrataría y yo tampoco aceptaría un contrato de ellos porque mi ética no depende de cuánto me arda la tripa. Porque siempre me juré que no iba ir en contra de lo que yo creía. Aquellos valores y premisas de esta profesión que un día profesores, como el que imagino fue usted en su mejor época, me inculcaron.

Su quimioterapia necesaria

Señor Grigsby, yo no necesito tomarme una píldora de dignidad como usted me recomendó, porque nunca la perdí y pueden dar fe de ello sus colegas ideológicos, pues yo RENUNCIÉ  a canal 8 luego de haber sido comprado por su jefe. Yo tuve el valor de irme, aún cuando era una joven iniciando su vida profesional, desconcertada por todo aquello, sin saber a ciencia cierta el alcance que tenía un hecho como ese ni qué pasos iba a dar a continuación, solo sabiendo que no podía ser periodista si mi salario nacía de la cartera de un partido político. Si para entonces hubiera tenido los años y el conocimiento que usted tiene ahora, con mucha más razón hubiera salido como lo hice para nunca dejarme asalariar por ellos.

Es mas bien usted, quien necesita una quimioterapia de dignidad y valor. Está en etapa terminal de su cáncer de servilismo, facilismo y putrefacción moral y creo que no tiene cura. Nada de lo que haga ya o deje de hacer le quitará del rostro el fango que usted mismo se ha echado.

Y permítame terminar esto diciéndole que en Nicaragua Investiga hace mucho tiempo decidimos no publicar nada sobre usted porque antes de que los medios independientes le diéramos importancia, muy poca gente en el país había escuchado su agringado nombre – para su desdicha revolucionaria-.

Finalmente, tampoco necesitamos hacer campaña contra usted, alguien que ordene, y peor aún, pague por hacer algo como eso, sería más que un desquiciado mental. No necesitan hacer campaña en contra suya, usted por sí mismo ya habla lo suficiente mal de su calidad personal y profesional. Usted es su propia «campaña negra».

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