Dos días después de que sendos terremotos asolaran la frontera entre Turquía y Siria, y con más de 12.000 muertos registrados hasta el momento, Estambul reconoció este miércoles fallas en su respuesta al sismo mientras que Damascó recurrió a la Unión Europea en busca de ayuda.
El presidente Tayyip Erdogan admitió que hubo problemas con la respuesta inicial de su Gobierno al devastador terremoto en el sur de Turquía, tras la indignación y frustración de los damnificados por la lenta llegada de los equipos de rescate.
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Erdogan, que se presenta a las elecciones de mayo, dijo en una visita a la zona de la catástrofe que las operaciones ya funcionaban con normalidad y prometió que nadie se quedaría sin hogar. El número total de muertos en Turquía y la vecina Siria superaba los 12.000.
En toda una franja del sur de Turquía, la gente buscaba refugio temporal y comida en un clima invernal gélido, y esperaba angustiada junto a montones de escombros donde familiares y amigos podrían yacer aún enterrados.
Los equipos de rescate seguían sacando a algunas personas con vida. Pero muchos turcos se han quejado de la falta de equipos, experiencia y apoyo para rescatar a los atrapados, cuyos gritos de auxilio a veces se oían.
En medio de pedidos para el gobierno turco envíe más ayuda a la zona del desastre, el presidente del país, Recep Tayyip Erdogan, recorrió la “ciudad de tiendas de campaña” de Kahramanmaras donde viven quienes se vieron obligados a dejar sus casas. Tras reconocer deficiencias en la respuesta inmediata a la tragedia, prometió que nadie “se quedará en la calle”.
Rescatistas llegados desde más de dos docenas de países se unieron a las decenas de miles de efectivos locales mientras el país comenzaba a recibir la ayuda comprometida. Pero la magnitud de la destrucción causada por el devastador sismo de magnitud 7,8 y sus potentes réplicas era tan inmensa y extendida, llegando incluso a zonas aisladas por la guerra en Siria, que muchos seguían esperando a recibir ayuda.
En medio de pedidos para el gobierno turco envíe más ayuda a la zona del desastre, el presidente del país, Recep Tayyip Erdogan, tenía previsto viajar a Pazarcik, el epicentro del temblor, y a la provincia más afectada, Hatay, el miércoles.
Turquía cuenta ahora con unos 60.000 rescatistas en la zona afectada, pero la devastación está tan extendida que muchos siguen esperando ayuda.
Casi dos días después del devastador sismo de magnitud 7,8 que remeció el sureste de Turquía y el norte de Siria, los equipos de rescate sacaron a Arif Kaan, un niño de tres años, de debajo de los escombros de un edificio de apartamentos derrumbado en Kahramanmaras, una ciudad no muy lejana al epicentro.
Con la parte inferior de su cuerpo atrapado bajo losas de concreto y barras retorcidas, los operarios de emergencias le cubrieron el torso con una manta para protegerlo de las gélidas temperaturas mientras retiraban con ciudado los escombros, conscientes de la posibilidad de provocar otro derrumbe.
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El padre del pequeño, Ertugrul Kisi, quien había sido rescatado antes, sollozaba mientras liberaban su hijo y lo subían a una ambulancia.
“Por ahora, el nombre de la esperanza en Kahramanmaras es Arif Kaan”, dijo un reportero de la televisión turca mientras el dramático rescate se emitía en vivo para todo el país.
Unas horas más tarde, los rescatistas sacaban a Betul Edis, de 10 años, de debajo de los restos de su casa en la ciudad de Adiyaman. Entre los aplausos de los espectadores, su abuelo le dio un beso y le habló en voz maja mientras era llevada a una ambulancia.
Pero estas historias eran cada vez más escasas a más de dos días del terremoto del lunes, que afectó a una zona muy grande e hizo colapsar edificios, con temperaturas bajo cero y continuas réplicas que complicaban las tareas de rescate.
Equipos llegados desde más de dos docenas de países se unieron a los efectivos turcos mientras el país comenzaba a recibir la ayuda comprometida.
Pero con la devastación extendiéndose por varias ciudades y pueblos, algunos aisladas por la guerra en Siria, las voces que lloraban entre los montones de escombros se silenciaron y la desesperación entre los que seguían esperando ayuda iba en aumento.
Siria piede ayuda a la UE
Por otra parte, por primera vez tras el sismo, el gobierno sirio ha pedido asistencia internacional, en este caso a la Unión Europea, según informó el miércoles la Comisión Europea.
La UE ha señalado que aportará nuevos equipos de emergencia a ambos países, y que destinará una partida de asistencia humanitaria valorada en unos 7 millones de dólares para ayudar a paliar la situación.
«Hemos recibido una solicitud de asistencia a través de nuestros mecanisimos de protección civil por parte del gobierno de Siria», anunció el comisario europeo para la gesión de crisis, Janez Lenarcic.
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Con la esperanza de encontrar sobrevivientes perdida, los rescatistas trabajaron durante toda la noche en Turquía y Siria en busca de señales de vida entre los restos de los miles de edificios que colapsaron por un catastrófico terremoto. La cifra de fallecidos superó el miércoles las 12.000 personas, lo que lo convierte en el más letal en más de una década.
En Siria, el temblor tiró miles de edificios y llevó más miseria a una región asolada por 12 años de guerra civil y una crisis de refugiados.
El lunes por la tarde, los residentes de una localidad en el noroeste de Siria encontraron a una recién nacida que lloraba y todavía estaba unida por el cordón umbilical a su madre, que había muerto. Era la única de su familia que sobrevivió al colapso de un inmueble en Jinderis, según contaron familiares a The Associated Press.
Turquía acoge a millones de refugiados por la guerra. La zona afectada en Siria está dividida entre el territorio controlados por el gobierno de Damasco y el último enclava en manos de la oposición, donde millones de personas dependen de la ayuda humanitaria.
Hasta 23 millones de personas podrían verse afectadas en la región, indicó Adelheid Marschang, responsable de emergencias en la Organización Mundial de la Salud, que calificó la situación como una “crisis sumada a múltiples crisis”.
En Turquía, muchos sobrevivientes han tenido que dormir en autos, a la intemperie o en albergues habilitados por el gobierno.
“No tenemos una tienda de campaña, no tenemos un calentador, no tenemos nada. Nuestros hijos están muy mal. Todos nos estamos mojando bajo la lluvia y nuestros hijos están a la intemperie”, comentó Aysan Kurt, de 27 años, a la AP. “No morimos ni de hambre ni por el sismo, pero moriremos congelados por el frío”.
Erdogan señaló que 13 de los 85 millones de habitantes del país se vieron afectados por el sismo y declaró el estado de emergencia en 10 provincias. Más de 8.000 personas han sido sacadas de entre los escombros en el país y unas 380.000 se han refugiado en los albergues gubernamentales y en hoteles, según las autoridades.
En Siria, la llegada de ayuda se ha visto obstaculizada por la guerra y el aislamiento de la región controlada por los rebeldes a lo largo de la frontera, que está rodeada por las fuerzas del gobierno de Damasco, respaldadas por Rusia. La nación es un paria dentro de la comunidad internacional debido a las sanciones occidentales relacionadas con el conflicto.
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Naciones Unidas dijo que estaba “explorando todas las vías” para llevar suministros a la zona noroccidental en manos rebeldes.
Además de los miles de muertos, en Turquía había también 40.910 heridos.
La región se encuentra sobre grandes fallas tectónicas y a menudo se ve sacudida por sismos. Alrededor de 18.000 personas perdieron la vida en terremotos de similar intensidad que remecieron el noroeste de Turquía en 1999.
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