La muerte a golpes de un cachorro de jaguar la semana pasada en una comunidad de Bilwi, Caribe Norte de Nicaragua, volvió a poner en la palestra el problema de la crueldad que sufren los animales en un país donde las leyes no se cumplen o bien se aplican al antojo de quienes están al frente de las dependencias del Estado.
Nicaragua cuenta desde el 2011 con la Ley 747, Ley de protección y bienestar de los animales silvestres y domésticos. Con esa ley Nicaragua se colocaba como pionera en la región al tener una moderna legislación para defender los derechos de los animales. En la actualidad el país no solo está rezagado sino que pareciera estar en continuo retroceso.
De acuerdo al presidente de la Fundación AMARTE, doctor Enrique Rimbaud, el problema con la aplicación de la ley surge inmediatamente después de que se aprobó, pues nunca fue reglamentada.
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“Cuando se aprueba la ley se decreta al Magfor (antiguo Ministerio Agropecuario y Forestal) como el encargado de la ley. El Magfor tenía 6 meses para hacer la reglamentación de la ley y no la hizo. Cuando después de los seis meses no cumple el objetivo el ente del Estado, lo tiene que hacer la Asamblea. Tiene otros 6 meses (y) tampoco lo hizo”, reprocha.
La cosa empeoró cuando poco después el Magfor fue disuelto y prácticamente “la ley queda sin efecto, porque no tiene el ente del Estado que la sustenta”. En este punto, Rimbaud considera que para reglamentar la ley habría que hacer nuevamente el proceso en la Asamblea y que se asigne a otro ente encargado.
Si se puede aplicar justicia
Pero esto no quiere decir que las autoridades carezcan de herramientas jurídicas para castigar a quienes violan los derechos de los animales. El doctor Rimbaud asegura que desde el año 2008 Nicaragua cuenta con un nuevo Código Penal, el cual en su artículo 391 habla sobre el maltrato animal.
“Si bien no se puede aplicar la Ley 747, sí se puede aplicar el Código Penal que está vigente. El problema es que haya interés del Estado y cuando hablo del Estado hablo de la Policía, de la Fiscalía, de los jueces por procesar gente por maltrato animal”, señala el médico.
Entre las sanciones que establece el Código Penal están de 50 a 200 días de multa a quien someta a daños físicos, castigos y trabajo excesivo que lleven a un animal a la muerte o a padecer daños en su salud o estrés. La ley también establece penas de cárcel de entre tres y seis meses para quien realice espectáculos violentos públicos o privados entre animales, y de seis meses a dos años de cárcel si estos son con ánimos de lucro.
No hay control de nada
Para el director del Zoológico Nacional, doctor Eduardo Sacasa, los animales en Nicaragua están en la indefensión total. Este recuerda que si bien la ley nunca se aplicó por lo menos cuando Juanita Argeñal era titular del Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales (Marena) se hacían decomisos de animales en carreteras y semáforos.
“Cuando ella se fue del Marena prácticamente se acabó eso”, lamenta. “Esto está a la intemperie”, agrega. Sacasa dice que el Zoológico Nacional no tiene facultad legal para decomisar animales y que lo único que puede hacer es recibirlos y curarlos en su Centro de Rescate. “Los únicos que tienen facultad de decomisar son Marena y la Policía”, explica.
“Ahorita hay un comercio ilegal pero terrible de cualquier tipo de animal”, subraya. En los mismos términos se expresa el doctor Rimbaud. “Esta es una cuestión de negligencia del Estado”, admite el presidente de la Fundación AMARTE.
El que maltrata animales maltrata a los humanos
En noviembre del 2019 el maltrato animal se convirtió en un delito federal en Estados Unidos. Quienes violen la ley incurren en graves delitos federales, y pueden recibir multas de reparación y penas de hasta siete años de cárcel.
Para el doctor Rimbaud la decisión de Estados Unidos viene a representar un precedente importante y Nicaragua debería tomar el ejemplo por lo que esto implica para la sociedad.
“Está demostrado que todos aquellos que maltratan animales luego se vuelven violadores, asesinos o perpetradores de actos contra la seguridad publica”, indica.
Pocas esperanzas en la clase política
Para poder sacar adelante este tipo de legislaciones y que se lleven a la práctica se requiere de la voluntad de los principales actores políticos de Nicaragua, no obstante, esta parece estar abocada a otras prioridades.
“Yo hace unos pocos meses hablé con el Frente Sandinista, con el PLC (Partido Liberal Constitucionalista), con la Unidad Nacional Azul y Blanco (UNAB), con la Alianza Cívica, y les dije que yo quería hacer un compromiso de que todos los actores políticos contemplaran las leyes que teníamos y que eran realmente de avanzada en su momento para poner en efectividad lo que es el bienestar animal, (pero) a nadie le interesa el tema, entonces yo tengo que esperar no se si una nueva elección, el nuevo gobierno, sea de donde sea, para empezar a discutir de nuevo estos temas”, reprocha Rimbaud.
Difícil reintroducción en la naturaleza
Los defensores de los derechos de los animales deben enfrentarse no solo a la falta de interés del Estado para ponerle freno al problema, sino también a prácticas que las personas se niegan dejar atrás, entre estas la compra de animales silvestres.
El Zoológico Nacional liberó a mediados de septiembre 55 loras en la reserva natural El Delta del Estero Real. Sacasa asegura que para lograr esto fue necesario casi tres años de arduo trabajo, ya que por ejemplo una lora con las alas cortas tarda entre uno y dos años para que le vuelvan a crecer y pueda volar libremente.
De la misma forma advierte que un animal silvestre no es una mascota y por tanto las personas se equivocan al creer que pueden criarlas. “La gente compra un tigrillo. Chiquito vos podés jugar con él, hacés todo con él porque es mansito y no te va a hacer nada. Pero ese tigrillo a los tres meses ya es un problema para vos porque tenés que comprarle solo carne porque solo carne come; segundo, comienza a rasguñarte y a morderte, y allí es cuando el dueño le pega o si tiene un machete o un cuchillo le da con este o si tiene un pedazo de palo le va a dar y después es cuando lo llevan allá (al Centro de rescate)”, manifiesta.
En este punto, hay que señalar que reintroducir un animal silvestre en la naturaleza es muy difícil, porque este no sabe cazar y no tiene la astucia que le enseñan los padres. Para Sacasa liberar a muchos animales “es mandarlos prácticamente a la muerte”.
Nicaragua, el único país con circos de animales
Un caso que refleja a la perfección cómo Nicaragua se fue quedando rezagada en relación al resto de la región, son los circos. Cuando la Ley 747 fue aprobada primeramente en la Asamblea Nacional en diciembre del 2010, quedaban prohibidos los circos con animales, pero esta fue vetada por el presidente Daniel Ortega. Cuanto después Ortega la devolvió al Poder Legislativo “para su homologación”, dejó los circos con animales como algo legal.
“Del 2011 a la fecha México, Guatemala, Honduras, El Salvador, Costa Rica, Panamá, Dominicana, prohibieron los circos con animales. El único país donde todavía se siguen autorizando los circos con animales es Nicaragua”, indica Rimbaud.
El especialista espera que algún día las autoridades “reabran” la Ley 747 y analicen este capítulo y prohíban los circos con animales. Mientras ese día llega, en Nicaragua los animales seguirán siendo objeto de espectáculo público y sobre todo víctimas de tratos crueles a vista y paciencia de las autoridades que en teoría deberían protegerlos.
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