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«Con la bóveda casi tapada», Minsa reclama muerto de COVID-19 que entregó equivocadamente

A pesar que la familia exigió al director del hospital se investigara el origen que ocasionó la confusión, hasta la publicación de esta nota no se ha conocido ninguna información oficial del Hospital.

José Urtecho Mairena de 90 años de edad, quien presuntamente murió por COVID-19. Foto: Cortesía

El Ministerio de Salud de Rivas irrumpió el sepelio de José Urtecho Mairena de 90 años de edad, quien falleció por sospechas del COVID-19 en horas de la madrugada del pasado miércoles 29 de septiembre en el Hospital Gaspar García Gaviana de este departamento.

Según Rafael Urtecho Yescas de 21 años de edad y nieto del fallecido, las autoridades del Minsa llamaron minutos antes de terminar de cerrar la tumba de «su abuelo» – quien había sido entregado en una caja «clavada» – para indicar que había una confusión con la entrega de su familiar.

«Ya con la bóveda casi tapada, ya estaban poniendo la última fila de ladrillo, nos llaman del hospital que creen que hay una confusión, que saquemos el muerto para ver si es el de nosotros«, dijo Urtecho Yescas quien lamentó lo sucedido.

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Al abrir el ataúd, el joven describe que efectivamente no era su abuelo, pues se trataba de una señora que presuntamente no murió por COVID-19, pues su familia exigía el cuerpo para ser velada. «Fue una odisea», describe Urtecho Yescas.

Fue en ese momento de la noche cuando las autoridades sanitarias orientaron que la familia debía hacer el cambio, sin embargo, uno de los hijos del ahora fallecido y padre del joven, Rafael Urtecho González de 60 años de edad, respondió que quienes debían hacer el cambio era el personal de salud del Silais, pues la confusión se originó desde el hospital de donde retiraron el cuerpo de su familiar.

Además, la caja donde se encontraba el cuerpo de la mujer, era propiedad de la familia Urtecho. Por ello, esperaron en el cementerio hasta que una camioneta con cuatro personas llegaron por el ataúd para ser entregado a la verdadera familia.

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El joven describe que le dieron seguimiento a la camioneta del Minsa hasta que efectivamente fue puesto el cuerpo de su abuelo en el ataúd que la familia había comprado. Posterior, procedieron a retirarse para darle cristiana sepultura.

Urtecho Yescas relató que el sepelio se pudo dar hasta en horas de la madrugada del jueves 30 de septiembre.

«Como ciudadanos y familia doliente, sentimos atropellados nuestros derechos, así como la dignidad de morir y recibir sepultura en el seno familiar», dio a conocer en redes sociales la familia del fallecido.

«No sabemos de qué murió»

El joven reveló que su abuelo (q.e.p.d) empezó a presentar síntomas como fiebre y tos desde el pasado 16 de septiembre. Y a pesar de ser crónico asmático y no estar vacunado contra la COVID-19, «la oxigenación la mantuvo entre 94 y 95 por ciento».

Un médico – quien le dio seguimiento desde que empezaron los síntomas – orientó que debía ser hospitalizado inmediatamente, luego que un examen de placa diagnosticara que los pulmones de don José Urtecho Mairena se encontraban inflamados; uno en 30% y el otro en 40%.

Tras la recomendación médico, la familia decidió llevarlo al Hospital Gaspar García Gaviana de Rivas, donde fue ingresado en el área de respiratorio para pacientes con COVID-19. 24 horas después, las autoridades de salud dieron a conocer el deceso del señor sin especificar las causas de su muerte.

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Según Urtecho Yescas, su padre logró reconocer el cuerpo del abuelo antes de ser preparado para entregarlo en la caja. Sin embargo, se utilizó otro protocolo de entrega de ataúd, y por el cual creen que ahí se ocasionó la confusión.

A pesar que Urtecho Gonzales, padre del joven, exigió al director del hospital se investigara el origen que ocasionó la equivocación, hasta la publicación de esta nota no se ha conocido ninguna información oficial del Hospital.

La familia describe que a pesar de haber sido un entierro exprés – orientado por los médicos – no se les ha entregado carta de defunción para determinar las causas reales de su muerte. Sin embargo, se cree que falleció por COVID-19.

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Ante este posible escenario, la familia exigió al director del hospital se les realice la prueba de PCR (hisopado) a cuatro de los familiares que tuvieron contacto al momento del intercambio de los cuerpos, incluidos, dos albañiles encargados de sepultar al abuelo.

«Quedaron en llamar, porque mi papá les exigía que nos hicieran pruebas del COVID a los cuatro que estuvimos en contacto y a los dos albañiles, que fuimos los que estuvimos cerca (…) el director accedió, y que hoy a primera hora mandaba a ver que ha pasado, cosa que no ha pasado», concluyó el joven.

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