La salida de Nicaragua del embajador de Estados Unidos, Kevin Sullivan, y el nombramiento de un Encargado de Negocios, da una idea del problema que tiene la Casa Blanca para lidiar con la dictadura de Daniel Ortega abiertamente hostil, prochina, prorrusa y proiraní, y por tanto antiestadounidense.
En julio del 2022 Ortega no aceptó a Hugo Rodríguez, quien iba a ser el nuevo embajador estadounidense en Nicaragua. Al dictador no le hizo gracia que durante una audiencia ante el Comité de Exteriores del Senado, Rodríguez se hubiera mostrado a favor de usar todos los instrumentos económicos y diplomáticos para lograr cambios democráticos en el país centroamericano. Rodríguez incluso se mostró de acuerdo en sacar a Nicaragua del Tratado de Libre Comercio con Centromérica y República Dominicana(Cafta-DR).
A juicio de Luciano García, presidente del movimiento Hagamos Democracia, el que Nicaragua se quede sin embajador estadounidense da una idea de cómo están las cosas entre ambos países.
“Estamos igual que en los años 80”, afirma García. “Esto podría afectar a Nicaragua, porque tensa las relaciones comerciales, como el Cafta entre ambos países”, agrega.
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“Recordemos que Estados Unidos es nuestro principal socio económico y no nos asustemos si vienen más sanciones. Recordemos que en los años 80 este pleito de Ortega ocasionó graves problemas económicos para Nicaragua, y una vez más el pueblo es víctima de las políticas irresponsables del gobierno sandinista”, acentuó el opositor.
García no descarta que todo esto provoque que un mayor número de nicaragüenses tenga que salir del país, precisamente por la política confrontativa y equivocada de Ortega con Estados Unidos.
Sandinistas se erigen como «soldados antiimperialistas»
Gonzalo Carrión, del Colectivo de Derechos Humanos Nicaragua Nunca Más, recuerda que las relaciones diplomáticas entre los gobiernos sandinistas y Estados Unidos, nunca han sido buenas y que ahora hay un deterioro por las pretensiones de la familia Ortega Murillo de perpetuarse en el poder.
“En vista de todas las responsabilidades que tiene (la dictadura Ortega Murrillo) en relación con los crímenes de lesa humanidad, y dado a que son perpetradores y pendientes de rendir cuentas, (entonces) tensan las relaciones con la comunidad internacional y se erigen como soldados antiimperialistas, y de abrir frentes y ponerse como víctimas”, afirma.
Para el exdiplomático José Dávila, «el hecho que Estados Unidos nombrara un representante extraordinario plenipotenciario, significa que va a recurrir a la escala de encargado de negocios». «Esto significa que va a pasar un tiempo sin embajador, y esto podría ser un proceso hacia una ruptura que por el momento se ve difícil”, indica.
Una medida administrativa, considera Orozco
No obstante, el exiliado politólogo nicaragüense Manuel Orozco considera que se trata de una movida meramente administrativa para evitar una política confrontativa con el régimen.
“Lo de Sullivan es una formalidad diplomática que consiste en reubicar personal, mientras encuentran una solución para el nombramiento oficial de otro embajador que cuente con el beneplácito de Nicaragua. Estados Unidos ha optado por ir por una vía de baja intensidad mientras define los próximos pasos de una política exterior más proactiva”, señala.
Décadas de acciones hostiles de los sandinistas hacia EEUU
Las malas relaciones de los sandinistas con EEUU son algo histórico. Así lo fue en los años 80, e incluso en julio de 1988 Ortega expulsó del país al embajador estadounidense Richard Melton, y a siete funcionarios de la embajada, a quienes acusó de “incitar una revuelta contra el gobierno sandinista”.
Sin embargo, las reacciones violentas de los sandinistas contra los embajadores norteamericanos, han pasado más allá de los discursos incendiarios, pues hay que recordar el 29 de octubre de 2009. Ese día militantes sandinistas, atizados por el régimen, marcharon hasta la sede diplomática estadounidense en Managua, pidiendo la expulsión del embajador Robert Callahan.
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El motivo fue porque el diplomático había reprochado una sentencia de la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia (CSJ), que permitía a Ortega correr nuevamente como candidato a la Presidencia en las elecciones del 2011.
Los furibundos fanáticos sandinistas gritaron consignas antiestadounidenses y dispararon morteros artesanales que cayeron el patio delantero de la sede diplomática y vandalizaron la fachada, destruyeron las luminarias exteriores, cámaras de seguridad y un rótulo con el escudo de Estados Unidos.
No hay que olvidar tampoco el caso de la exembajadora estadounidense Laura Dogu. Esta reveló que durante la represión estatal del 2018 en Nicaragua, conoció que había sido “objeto de un plan de asesinato”. Entre los objetivos se incluía a otras personalidades nicaragüenses, como monseñor Silvio Báez, otro fuerte crítico de los abusos que comete la dictadura Ortega Murillo. No se conocen mayores detalles del plan, ni quienes lo iban a ejecutar.
Nicaragua Investiga
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